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Quién entiende a Virginia Woolf?

La influencia literaria de la escritora británica Virginia Woolf se reproduce como en una extensa campana de resonancia a través de décadas. Hoy las claves de su escritura toman una vigencia particular, al acoplarse a técnicas estrictamente marcadas por la época, como son la fragmentalidad, la asociación libre y la mezcla de voces o discursos.

La influencia literaria de la escritora británica Virginia Woolf se reproduce como en una extensa campana de resonancia a través de décadas. Hoy las claves de su escritura toman una vigencia particular, al acoplarse a técnicas estrictamente marcadas por la época, como son la fragmentalidad, la asociación libre y la mezcla de voces o discursos.
El año pasado se estrenó la película La Horas, basada en la novela del estadounidense Michael Cunningham, dirigida por el inglés Stephen Daldry y con las actuaciones soberbias de Meryl Streep, Julianne Moore y Nicole Kidman, acompañadas de una reparto igualmente extraordinario. Este filme, y especialmente la novela en que se basa, permite una aproximación al mundo interior y atormentado de Virginia Woolf como creadora y a algunos aspectos que marcan buena parte de su obra.
Cunningham (Cincinnati, 1955) realizó una cuidadosa investigación documental y bibliográfica para componer los personajes y situaciones que conforman el universo en que Virginia Woolf escribe la Señora Dalloway, en 1923, momento en que se basa todo el desarrollo y acción de la novela.
Más que un hilo conductor, esta novela de Woolf será la referencia mediante la cual el autor de Las Horas engarza distintas historias, complejas y disímiles, pero a la vez integrales de una misma motivación psicológica.
Pero Michael Cunningham hace mucho más que entrelazar las historias de tres mujeres en tres momentos distintos del siglo pasado, logra plasmar la percepción de lo femenino en el mundo literario de Woolf y su expresión irracional e inconsciente en la vida de estos personajes.
Mujeres que dudan, temen, soportan, se rebelan, pactan, seducen y se debaten en un mundo que las encasilla en prototipos de esposa y madre.
Los saltos en el tiempo dejan ver que más allá de un determinismo social, lo femenino en Woolf apunta hacia una actitud, una forma de ver el mundo que en su momento no había sido tomada con la suficiente atención y que aún hoy no es clara para quienes tratan de analizarla.
Aunque la adaptación cinematográfica realizada por Daldry logra una excelente película, la novela Las Horas permite, desde su mero ejercicio literario, aproximar al lector a la propuesta de Virginia Woolf, rica en metáforas, juegos significantes y efectos que producen sensaciones y emociones de los personajes.
El impacto de la escritora británica en la narrativa del siglo XX es determinante. La mezcla de perspectivas de un mismo hecho, los cruces en el tejido narrativo que pasan de lo desconcertante al descubrimiento de estados emocionales de los personajes que nunca son afirmados categóricamente, hacen que la lectura de sus novelas sea una experiencia particular.
¿Qué ocurría en los trances que envolvían la producción de una obra? ¿Cómo se relacionaba la autora con sus personajes y cuánto de tormentoso tenía esa relación? ¿Cuál era la actitud de quienes la acompañaban cuando escribía? ¿Cómo fue el desarrollo de una enfermedad que la llevó a quitarse la vida de manera tan romántica como desconcertante en 1941? ¿Cómo fue la relación con su marido, el economista, historiador y ensayista Leonard Woolf?
Esta vertiente biográfica es una de las partes medulares de la novela de Cunningham pero, muy a la manera de Woolf, no sólo se sostiene en ese aspecto, sino que acude a rasgos estilísticos y de estructura, como contar un sólo día en las vidas de Clarissa Vaughan y Laura Brown, vinculadas por un mismo hombre: Richard Worthington Brown, el amor imposible de la primera, el hijo imposible de la segunda.
Además, propone una vía de comunicación eminentemente literaria. Clarissa es el nombre de la señora Dalloway, y esa novela es la que lee Laura en ese día determinante.
Así, Cunningham juega con nombres y situaciones, mezcla historias, en un juego que le permite mostrar el estilo Woolf y al mismo tiempo organizar una obra absolutamente contemporánea y bastante Newyorquina.
A la manera de novelas como Las Olas o la Señora Dalloway, Las Horas acude a dos atmósferas: una intimista y desconcertante, predominantemente psicológica, donde prima el deber ser, allí ubica la vida de Laura Brown, en 1949 en la ciudad de Los Angeles; la otra, cargada de esnobismo, en la New York de finales de los 90, donde la promiscuidad, la pose, la tolerancia, la insatisfacción y la culpa, envuelven la vida de Clarissa Vaughan.
Así, esta novela recrea ambientes en los que gustaba de ubicar sus personajes Virginia Woolf, el esnobismo intelectual de la Inglaterra victoriana, y la búsqueda secreta de una mujer en la intimidad de su hogar.
El monólogo interior, las metáforas, las descripciones de aspectos aparentemente intrascendentes, que están en novelas como Orlando, Al faro o la Señora Dalloway, son recursos que llevan el sello de Virginia Woolf y que provocaron toda una transformación literaria.
Sin embargo, aproximarse a sus novelas no es fácil, las imágenes muchas veces buscan solamente crear un efecto o transmitir el estado de ánimo de un personaje.
En este sentido la inteligente estructura narrativa, eminentemente fragmentada de la novela Las Horas y de su adaptación a la pantalla, favorece aproximarse a esa propuesta, pero ocurre 70 años después de que Woolf la planteara.
Volver a Virginia Woolf es una tarea insoslayable. Tanto para comprender la literatura contemporánea como para penetrar en un universo artístico, creativo, literario que permite muchas lecturas, muchas aproximaciones.
Leer a Virginia Woolf es encontrarse con una autora capital y con un disfrute estético magnífico.
 
 

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
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