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Costa Rica está siendo bombardeada todos los días por falsas noticias generadas por las grandes empresas multinacionales gringas que quieren imponernos las semillas transgénicas como si fuesen una necesidad, una cuestión de progreso humano.
Presentan solamente las presuntas «ventajas» y esconden los muchos peligros para la población, la soberanía nacional alimentaría y el ambiente.
Pero, ¿qué es lo que está en juego?
Primero, están los intereses de lucro y el control del monopolio de las semillas por las multinacionales como la Monsanto, Cargill, Du Pont, Sygenta, Bayern, etc.
Segundo, las necesidades propias de los agricultores y consumidores nacionales.
Tercero, la contaminación ambiental.
Las transnacionales, en su afán de controlar la agricultura nacional y tener el monopolio de «super»semillas (maíz, arroz, frijol, etc), pregonan que los transgénicos son más productivos y rentables que cualquier otra semilla. El énfasis es de rentabilidad, no de soluciones ecológicas y sociales a la pobreza y desnutrición nacional.
Los agricultores nacionales tienen la responsabilidad y necesidad de producir alimentos saludables, para toda la población. Pues, una variedad de maíz transgénico ya fue retirada en los Estados Unidos por sus perjuicios para la salud humana y animal. Del arroz, no hay hasta ahora ningún estudio que dé seguridad, y en el futuro podrá tener consecuencias para la salud humana. Está comprobado que al combinar el cultivo con el agrotóxico Roundup, se afectará la vida del suelo y del ambiente natural.
En Brasil corren acciones judiciales contra la Monsanto, que no pudo presentar ningún dictamen atestiguando que su semilla de soya no causa ningún mal ecológico, como exige la Constitución. Además, en muchos países prefieren la precaución en torno a la salud y al daño que se le ocasionaría al agroecosistema. Por todo el mundo, los consumidores se oponen al consumo de productos transgénicos, cuyos efectos en la salud no están garantizados.
Pero, en Costa Rica no hay información, el Estado calla el tema, que es muy serio a largo plazo y beneficioso solo para algunos «vivillos».
No se está en contra del uso de la biotecnología, pero no se debe ignorar, que los agricultores tradicionales la han aplicado empíricamente a lo largo de la historia humana. Pero tiene que ser una biotecnología responsable con la población y el futuro ambiental.
Se puede alimentar a la población, con semillas naturales más seguras y saludables. ¿Por qué arriesgar con transgénicos? ¿Solamente para garantizar las ganancias de las transnacionales el descarado apoyo de algunos políticos inescrupulosos nacionales?
Estos intentan inducir, sin importar los medios, el cultivo de transgénicos en Costa Rica, cuando monopolice el mercado nacional, la siguiente fase es cobrar royalties a los exportadores y agricultores nacionales, que serán inducidos a plantar (sin saberlo y sin querer) su semilla de Roundup. Es decir, deberán pagar por contaminarse.
Es necesario que haya un amplio debate social, de los consumidores, para que todos comprendan esta realidad.
En América Latina, Monsanto viene gastando millones en lobby, financiando campañas, pagando viajes de delegaciones a los Estados Unidos, haciendo propaganda en los medios de comunicación, agraciando a periodistas, para garantizar su lucro.
Es necesario que el gobierno actúe del lado del pueblo y no del capital transnacional (enemigo de la humanidad y la naturaleza). Este es un asunto de salud pública, de soberanía alimentaria nacional y defensa ambiental. Sin embargo, las «negociaciones» ocultas sobre el Tratado de Libre Comercio, en el marco del ALCA, en su parte agraria y social, ignoran, rechazan y excluyen la participación de todos los sectores sociales involucrados e interesados del país.
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