Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
«La democracia liberal nace como elitista, oligárquica y excluyente, estableciendo sistemas limitados en la participación, representación y toma de decisiones…» (Orietta Caponi)
A partir de la frase anterior, podemos entender por qué desde hace muchos años en Costa Rica se ha venido dando lo que podríamos llamar «la dictadura de los gangster». ¿En qué consiste esa Cosa Nostra a lo costarricense? Muy simple. Unas cuantas familias, con el apoyo de algunos poderes, también en manos de ellos, se han dedicado a repartirse los activos del pueblo. Todo eso con el beneplácito de los grandes medios de comunicación social. Lógico, claro, pues esos medios pertenecen a ellos mismos.
La democracia liberal, en ningún momento representa los intereses del pueblo. A no ser que entendamos por pueblo a la oligarquía, los grandes banqueros y empresarios. Desgraciadamente, la mayoría de los costarricenses no saben, o no quieren saber, que cuando apoyamos cualquier partido político ligado a los grupos tradicionales: Liberación Nacional, Unidad Social Cristiana, Movimiento Libertario y Acción Ciudadana, no hacemos otra cosa sino mantener elites, minorías selectas, que llegan al gobierno simplemente a satisfacer las ansias de lucro desmedido y de acumulación de riqueza. No es casualidad que hayan surgido nuevas agrupaciones como el PAC y el ML. Ellos saben olfatear donde se guardan «los bienes de difunto».
Son los mismos de siempre. Los mismos personajes se pasean por partidos supuestamente distintos. Los que hoy conforman el PAC y el ML, ayer conformaron el PUSC o el PLN. Consideraron, seguramente, que ya en esos partidos habían agotado su cuota de poder y, por lo tanto, lo mejor era construir casa aparte. Son los mismos. Ahora vienen con la «pomada canaria» para solucionar los problemas que ellos mismos engendraron. Nuestros partidos políticos son castas familiares, comunidades de parientes, progenies dinásticas, son los mismos, primos, hermanos, esposas, hijos, yernos, nueras, suegros, sobrinos, cuñados. Se nombran los unos a los otros, se distribuyen los puestos. Crean e inventan fundaciones (FUCE, CR-USA) y se reparten millones de colones en asesorías y consultorías que se sacan de la manga. Si no me creen que la democracia liberal es algo así como una «mafia», entonces se pueden remitir a la Revista Pueblo año1 #2. Setiembre de 2002. Ahí encontrarán «Una democracia saqueada», de Rodolfo Ulloa y José Merino. Donde se describen los principales casos de corrupción en Costa Rica (más de 980 mil millones estafados al pueblo costarricense) ¿Cuántos corruptos hay en la cárcel? ¿Cuántas casas de bienestar social se esfumaron? ¿Cuántos costarricenses pudieron haber recibido salud y educación con tantos miles de millones?
Por eso no se asusten, compañeros, cuando grupos poderosos financian las campañas políticas. Millones van y millones vienen. ¡Claro! ¿Quién no financia una democracia de ese tipo? Financiar una campaña política es una inversión que generará muchos dividendos cuando se llega al poder. Sino pregúntele a don Abel y sus cuentas paralelas. Ya es hora de que comencemos a «pelar el ojo» y el pueblo costarricense le diga a esta gente que queremos una sociedad más justa, más humana, más honesta. Que ya no queremos que esta sociedad la sigan hundiendo en la violencia, la miseria, la delincuencia, la corrupción y la prepotencia. Que los niños y niñas, los jóvenes y todos en general, merecemos, y queremos, un mundo más humano. Debemos decirle a esta gente que nos ha gobernado por tantos años que el pueblo quiere construir un futuro para sus hijos y sus nietos. Que estamos dispuestos a grandes desafíos para dejarles a las futuras generaciones un mundo lleno de proyectos, esperanzas, ideales e ilusiones.
Este documento no posee notas.