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T.V. y violencia

En nuestro país se evidencia una enorme preocupación por la violencia y la inseguridad. Nos preocupa la delincuencia común, la violencia doméstica, la agresión a los menores, los accidentes de tránsito, etc. A diario los medios de prensa, especialmente la televisión, nos inundan de información relativa a la violencia social. Sabemos que ésta siempre ha estado presente en todas las épocas y en todas las culturas. No conocemos una sociedad donde no haya habido alguna manifestación de violencia. Socialmente la agresión ha sido combatida, controlada, socializada por medio de las religiones, los sistemas políticos (ejércitos, policías…), la educación, la familia…

En nuestro país se evidencia una enorme preocupación por la violencia y la inseguridad. Nos preocupa la delincuencia común, la violencia doméstica, la agresión a los menores, los accidentes de tránsito, etc. A diario los medios de prensa, especialmente la televisión, nos inundan de información relativa a la violencia social. Sabemos que ésta siempre ha estado presente en todas las épocas y en todas las culturas. No conocemos una sociedad donde no haya habido alguna manifestación de violencia. Socialmente la agresión ha sido combatida, controlada, socializada por medio de las religiones, los sistemas políticos (ejércitos, policías…), la educación, la familia…
En el imaginario social se nos hace creer que la violencia podemos erradicarla con leyes, con sistemas éticos, con la educación, etc. Podemos ejercer cierto control institucional pero nunca desaparecerla. La violencia doméstica, una de las que más preocupan,  gira siempre directa o indirectamente alrededor del sexo. Paradójicamente,  en la sociedad actual el sexo es un objeto de lucro y toda la prensa transmite constantemente mensajes en tal sentido, que al final es una forma de violencia. En casi toda la publicidad televisiva encontraremos mensajes expresos o subliminales relativos al sexo.
La televisoón es un medio de comunicación que ejerce una enorme influencia porque nos transmite la palabra y la imagen. Vivimos en una sociedad de la imagen.   Todos nos hemos hecho dependientes de una u otra manera de la televisión, porque ciertamente también es un medio importante de educación informal  donde podemos aprender muchas cosas positivas. Sin embargo, una de las mejores escuelas para aprender la violencia es la televisión.
En nuestro país, la televisión es alarmista (amarillista), que transmite los sucesos de violencia como su principal agenda, resaltando con sadismo los aspectos más horrendos y el dolor humano. Los periodistas siguen e informan de los sucesos violentos como detectives y nos muestran sus manifestaciones más negativas. Los sucesos violentos son transmitidos no para informar sino para que la gente lo viva y lo reviva constantemente.
Esta forma de transmitir información contribuye al desarrollo de la violencia por cuanto nos acostumbra a verla  como algo cotidiano; no obstante que en el inconsciente colectivo todos le tengamos miedo . Nuestra sociedad vive agobiada por la violencia y la televisión nos transmite un sentido negativo del quehacer humano. El costarricense vive encerrado por el miedo: alarmas, rejas, armas de defensa,  policías privadas, etc. La autoestima colectiva está muy mal y la televisión nos la baja constantemente cuando vemos tanto hecho negativo.
La información que recibimos todos los días es profundamente violenta y grosera y viola todos los derechos más elementales (derecho a una sana información, a la salud emocional, a una educación informal sana o positiva…).
Es necesario que los dueños y directores de estos medios reflexionen y reorienten la información y nos transmitan sucesos positivos, como sí lo vemos en los noticiarios y programas  de Canal 13 y Canal 15. La televisión debe  ser un medio de comunicación colectiva que ayude a recuperar nuestros valores, nuestra identidad, nuestra seguridad y la autoestima.

  • Luis Guillermo Herrera Castro
  • Opinión
Violence
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