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Juegos geopolíticos tras el TLC

Los acuerdos comerciales sirven el mismo propósito que los pactos de seguridad durante la guerra fría.

Los acuerdos comerciales sirven el mismo propósito que los pactos de seguridad durante la guerra fría.
El representante comercial de EE.UU., Robert Zoellick, trabajó de forma cercana a Centroamérica, entre 1989 y 1992
La visita del representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, el pasado 1 de octubre, tuvo
como objetivo cobrarle al país  su  adhesión al grupo G-22, en medio de las negociaciones por un tratado comercial con Centroamérica.
Más que una discusión de carácter económico, el tratado de libre comercio entre la región y EE.UU.
(Central America Free Trade Agreement-CAFTA) enfrenta ahora una discusión de carácter político  y el país tendrá que redefinir su posición en varios puntos con el fin de «vender» la idea a los distintos sectores de la sociedad.
Por otra parte, con esta visita quedó claro que después de la quiebra de las negociaciones en Cancún,
se confirma la estrategia global de la administración estadounidense de imponer su particular visión de cómo deben ser las normas que regirán el comercio mundial.
En este contexto, la función de los TLCs es ir estableciendo coaliciones de países que apoyen a
EE.UU. en el nivel multilateral, e ir debilitando a países que son un obstáculo para imponer sus reglas,
como los que integran el G-22.
El mismo Zoellick no sólo dejó claro la necesidad de que Costa Rica tenga algún nivel de apertura en sus telecomunicaciones para poder ser más competitivo, sino que lo dijo en su breve conversación con la prensa: «El CAFTA es la base de algo mucho más importante».
La decisión de EE.UU. de establecer un TLC con Centroamérica obedece no sólo a razones económicas, sino a objetivos de naturaleza política, advirtió la catedrática en Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica y miembro de la Comisión Académica para el estudio del CAFTA, Patricia Rodríguez Hölkemeyer.
«No debemos ignorar que la propia ley TPA (Trade Promotion  Authority), conocida como vía rápida,
dice claramente en sus primeras líneas  que «los acuerdos comerciales sirven el mismo propósito que los pactos de seguridad durante la guerra fría». En la mencionada ley también se señala textualmente que temas como «tecnología de la información, telecomunicaciones y otras tecnologías de punta,
industrias básicas, maquinaria, equipo médico, servicios, agricultura, tecnologías ambientales y
propiedad intelectual, crearán nuevas oportunidades para mantener la fortaleza sin paralelo de los EE.UU. en asuntos económicos, políticos y militares», comentó Rodríguez a UNIVERSIDAD.

CONDICIONES

Esto explica declaraciones como las que Zoellick dio en mayo pasado, en un discurso en el Institute for International Economics, con sede en Washington, EE.UU., como publica la revista Inside US Trade, del 16 de mayo. Dijo que los países que busquen tratados de libre comercio con los EE.UU. requieren más que ciertos criterios económicos para ser elegibles.
Mínimo, cooperar con los EE.UU. en su política exterior y en las metas de seguridad nacional; estas son algunas de las 13 condiciones que guiarán la selección de EE.UU. de potenciales socios comerciales.
«No es automático negociar un TLC con EE.UU. no es algo a lo que alguien tiene derecho, es un
privilegio,» afirmó Zoellick.
Según el embajador, para la selección también se toma en cuenta si el potencial socio ha apoyado a EE.UU. en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
De ahí también por qué se muestra tanta insistencia en poner en cintura a Costa Rica, después de que en la Conferencia de Cancún, el país decidió sumarse al grupo G-22. Peter Allgeier, vicepresidente de comercio estadounidense cuestionó a fines de setiembre a Costa Rica y Guatemala por su participación dentro del G-22 y exigió a Costa Rica que defina su posición
comercial.
Para el sociólogo y analista José Luis Vega Carballo, todo esto no es más que una presión desesperada de la administración Bush, que sólo acumula fracasos en su línea de política exterior.
El G-22 es un grupo de países con gran producción agrícola, liderados por Brasil, que tomaron fuerza y fueron sumando miembros durante la reunión de la OMC en Cancún. Aquí se encuentran gigantes como China y la India y su posición anti subsidios agrícolas y de defensa de países desarrollados causó dolores de cabeza sobre todo entre los importantes Robert Zoellick y Pascal Lamy, secretario comercial de la Unión Europea  (Ver recuadro «Con mala nota en Cancún»).

G-22 Y LAS PRESIONES

Sin embargo, Alberto Trejos, Ministro de Comercio Exterior, negó que Zoellick haya solicitado a Costa Rica abandonar el G-22. «Ellos entienden que los países tienen derecho de tener su posición, pero lo que les preocupa es el lenguaje, la orientación política que se puede tomar dentro de esta coalición».
«El tema de la OMC se tocó muy brevemente. Zoellick reconoció que Costa Rica está planteando intereses con todo el derecho soberano, sólo cuestionó que estuviéramos haciéndolo en un vehículo tan político como el G-22. Nosotros aclaramos que no compartimos ese lenguaje de tipo político», declaró Trejos después de la reunión.
Otro tema polémico en Cancún fue el de «los temas de Singapur», que incluyen inversión,
políticas de competencia, trasparencia en compras gubernamentales y
facilitación del comercio. El criterio de Patricia Rodríguez es que Costa Rica ha demostrado que estos temas no le preocupan porque la mayoría de los cambios
legislativos, regulatorios e institucionales que requieren esos temas ya se realizaron aquí, muchas
veces por presión de los organismos financieros internacionales. «Costa  Rica siempre ha jugado a país desarrollado en la OMC en muchos temas. Creo que Costa Rica debería ser más solidario con los intereses de los países en desarrollo».
Aparentemente la posición del Ministro es firme, de allí que el Gobierno también reconoce que hay
presiones de empresarios nacionales y externas. La opinión de Vega Carballo es que son los intereses que quieren separar a Costa Rica del G-22. «Ojalá que Trejos mantenga estas posiciones porque puede prevalecer el oportunismo de que con tal de tener el tratado, se sacrifiquen los intereses nacionales».
El analista agregó que aplaudía la posición firme del Ministro, «sobre todo porque no cuenta con mucho apoyo en la Asamblea y no lo puede tener porque no están claros los intereses que defiende; la posición del Gobierno tampoco es confiable en el plano nacional».
En materia de negociaciones locales el Gobierno no ha sostenido su firma en muchísimos convenios.
Después de la visita de Zoellick, Trejos reconoció que el país no se podía negar a un diálogo sobre
telecomunicaciones, y que se desarrollará un proceso de consulta para tomar una decisión soberana sobre la apertura de las telecomunicaciones.
La octava ronda de negociaciones será el 24 de octubre en Houston, EE.UU. pero Costa Rica enfrenta un reto en comparación al resto de países centroamericanos, que no tienen obstáculos con promover una apertura en este sector. Ahora también se ha dicho que el liderazgo en negociación agrícola que ha tenido Costa Rica podría debilitarse.
El hecho de que Guatemala vaya a elecciones presidenciales el 9 de noviembre y  El Salvador en
marzo de 2004 también influye porque se trata de dos gobiernos prontos a terminar, que quieren entregar el TLC con premura. Aparentemente el Gobierno estadounidense dejó claro que puede mandar el acuerdo comercial al Congreso, negociado sólo con cuatro países. Pero por otro lado, insiste en la inmensa oportunidad que este implica para Costa Rica y presiona porque el país acepte negociar la apertura de las telecomunicaciones.

NEGOCIACION

Las razones por las que EE.UU. quiere este tratado con Costa Rica son, según Zoellick, el gran comercio que ya existe con el país, principalmente por medio de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC); la instalación de importantes empresas como Intel, que han convertido al país en uno de los principales exportadores de tecnología; y porque quieren ayudar a Centroamérica a salir de la pobreza.
Pero no son sólo razones económicas, sino que el acuerdo obedece a objetivos de naturaleza política,
como ya se señaló. La estrategia de EE.UU. es negociar secuencialmente tratados bilaterales con países que se le parecen en muchos aspectos, como Chile, Singapur, Jordania y la misma Costa Rica, y con los que se puede negociar desde una posición de mayor fuerza que en la vía multilateral, como se evidenció en Cancún, indicó Patricia Rodríguez.
Vega Carballo destacó que en la vía bilateral les es más fácil aplicar presiones, por ejemplo, con sus
excolonias como son las «banana republics» centroamericanas. ¿Es importante para EE.UU. amarrar a
Costa Rica en este TLC? De acuerdo con este analista, el país tiene bastante prestigio internacional, ha
tenido un liderazgo regional en materia de integración, y por eso hay una preocupación por la
posición que ha tomado, por ejemplo, como parte del Grupo del G-22.
Negociación secuencial es la estrategia que ha utilizado EE.UU. -detalló Rodríguez- «la cual consiste
en negociar primeramente con países con economías más pequeñas y vulnerables e ir moviéndose de país en país hasta abarcar suficientes países». Estos, a cambio de la apertura del mercado de EE.UU., están más que dispuestos a adoptar los cambios institucionales, regulatorios y legislativos, que el país del norte desea se logren en el nivel global.
«En el caso del ALCA, EE.UU. quiere obligar a Brasil a plegarse a sus requerimientos, so pena de no
participar de la posibilidad de exportar al bloque de países americanos y de sufrir desviación de comercio y de la inversión, si no acepta las normas que Estados Unidos desea imponer en el comercio regional. EE.UU. jamás permitiría que Costa Rica siente un precedente al no abrir telecomunicaciones, porque se le viene abajo toda la estrategia empleada.
CON MALA NOTA EN CANCÚN
Tanto las ideas del G-22 como las del Grupo de Cairns, se enfrentaron en Cancún a una obstinada falta de voluntad de Estados Unidos, para llegar a un compromiso en reducir sus subsidios agrícolas. Costa Rica forma parte de ambos grupos.
En un comunicado de prensa distribuido en Cancún, el Grupo de Cairns, formado por 17 países exportadores agrícolas que se fundó en 1986, pedía la eliminación inmediata de todas las formas de subsidios a la exportación y mejoramientos sustanciales en acceso a mercados para todos los productos de países en desarrollo. La Cámara Nacional de Agricultura firmó el documento en representación de Costa Rica.
Cancún era una reunión con la que se quería dar una imagen de progreso de las negociaciones comerciales entre los 146 países que forman la Organización Mundial de Comercio (OMC), mostrar que había voluntad para completar las negociaciones el próximo año. Para EE.UU. la reunión tenía  mucha importancia para sus propios intereses; las autoridades comerciales de este país lo ejemplificaron señalando que la Ronda Uruguay y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
aumentaron el ingreso promedio de una familia estadounidense entre US$1.300 y 2000 anuales y que las exportaciones representaron el 27% del crecimiento del país en la última década.
Ahora, además del comercio, este país tiene otros asuntos críticos que tratar, como la reconstrucción de
Iraq, la lucha contra el terrorismo, el desempleo y los problemas en política fiscal. Intentan recuperarse
y no podían darse el lujo del colapso en Cancún. Además, los vínculos con la Unión Europea son cada vez más frágiles y las diferencias sobre Iraq han empeorado la situación.
Pero todo eso fue un gran traspié para la OMC y dejó al descubierto muchos problemas. La revista Newsweek  lo describe como «un síntoma de decadencia en el orden global huérfano de líderes» (Newsweek, 1/10/2003).

  • Fabiola Pomareda G. 
  • País
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