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Las elecciones en Guatemala serán el 9 de noviembre; el partido Gran Alianza Nacional se perfila como un posible ganador con un 40 % de las preferencias del electorado.
Con un pie en la casa presidencial, de acuerdo con todas las encuestas, la Gran Alianza Nacional (GANA) aspira a transformar Guatemala en la bisagra que articule el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) con los países de América Central.
El programa de gobierno de la Alianza fue presentado por el candidato a la vicepresidencia, Ricardo Stein, cuando falta un mes para las elecciones del 9 de noviembre.
Stein surgió en el escenario internacional hace tres años, cuando realizó un cuidadoso trabajo al frente de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Perú, luego de la caída del gobierno de Alberto Fujimori. Se desempeñó después como canciller de Guatemala y acompaña ahora a Oscar Berger en la papeleta presidencial de la Gran Alianza Nacional.
Lo que ha ocurrido desde entonces en Perú no lo entusiasma, pero su papel está ahora en el escenario político guatemalteco.
A salón lleno, ante los dirigentes nacionales del partido, Stein expuso el plan de gobierno de la Alianza, si se confirma en las urnas el favoritismo de las encuestas, donde aparece con más de 40% de las preferencias, duplicando cómodamente a sus más cercanos seguidores. Esa cifra, en todo caso, es insuficiente para triunfar en la primera vuelta y obligaría a una segunda, el 28 de diciembre. Después de la exposición, conversó con UNIVERSIDAD sobre las perspectivas de un gobierno de su partido.
CONSTRUIR LA CASA
La propuesta es como una casa, con sus cimientos, sus pilares y un techo, con el que la Alianza pretende cobijar a los cerca de doce millones de guatemaltecos, la mayor parte de los cuales vive en la pobreza.
Para eso será necesario un pacto fiscal, que no se podrá aprobar sin un complicado trabajo de alianzas en un congreso de 158 diputados que se prevé muy dividido entre representantes de por lo menos, cuatro partidos principales. Este pacto fiscal implicaría una ampliación de la base tributaria, en uno de los países de la región donde se cobra menos impuestos.
NO A DOLARIZACIÓN
Descartó que su partido esté pensando en sustituir la moneda nacional, el quetzal, por el dólar estadounidense, como lo hizo El Salvador, aunque reconoció que el primero está sobrevaluado. El valor del quetzal se ha venido deslizando en los últimos días y su cotización con respecto al dólar pasó de 7,8 a 8,15, mientras algunos expertos señalan que se trata de simples ajustes estacionales.
Con una deuda de unos $6.000 millones, Stein sugirió también la necesidad de mejorar su perfil, para evitar mayores presiones sobre las finanzas públicas, que enfrentan ya la perspectiva de un déficit cercano al 5% del Producto Interno Bruto (PIB).
Rechazó también que se pretenda seguir con el proceso de privatizaciones. «Ya el expresidente Álvaro Arzú (1996-2000) hizo todo lo que había que hacer», afirmó; lo que sigue ahora es establecer un marco regulatorio más cuidadoso. «Se han cometido abusos, sobre todo en el sector eléctrico», reconoció. En todo caso, podría haber un espacio para el sector privado en el tema de pensiones, cuyo estado calificó de «gravísimo».
BISAGRA
Pero la visión más estratégica es transformar Guatemala en la bisagra que una los países del NAFTA -México, Canadá y Estados Unidos- con los centroamericanos.
Se trata de potenciar el papel de los servicios y de crear grandes conglomerados empresariales en los sectores de turismo, agroindustria, manufactura y forestal, que permitan a Guatemala aprovechar su posición estratégica entre México y el resto de Centroamérica.
Se mostró particularmente preocupado por el deterioro de las relaciones de Guatemala con los países centroamericanos, cuya integración, afirmó, «es central en la política exterior» del país. «Esta administración logró lo que parecía imposible: malograr nuestras relaciones con América Central». «Todo el mundo nos ve como una región, somos nosotros los que nos empeñamos en dar al mundo una visión balcanizada», señaló.
LIBRE COMERCIO
Empeñados en una difícil negociación comercial con Estados Unidos, los países centroamericanos tienen previsto concluir un tratado de libre comercio con los estadounidenses antes de fin de año.
Stein estimó, sin embargo, que las rondas de conversación podría prolongarse hasta principios del próximo año después de reunirse aquí, la semana pasada, con una delegación de congresistas estadounidenses.
«Costa Rica tiene una posición firme en el tema agrícola, en telecomunicaciones y energía, y no está dispuesta a ceder», enfatizó, y se lamentó de que Centroamérica nunca haya logrado ponerse de acuerdo en temas sensibles, antes de sentarse a negociar con Washington.
«Guatemala ha sido inconsistente en esa negociación»; ha cambiado tres veces el jefe de su delegación y ha negociado en medio de un gran hermetismo. «No hemos podido conseguir información, hemos acudido a personeros de otros países para poder conseguirla», dijo Stein.
Si las rondas se amplían, el nuevo gobierno de su país que asumirá el 14 de enero, podría intervenir en las últimas fases del proceso. Pero es precisamente el calendario electoral centroamericano, que incluye comicios en El Salvador, en marzo, uno de los factores que ha llevado Estados Unidos a presionar por una negociación acelerada, para evitar sorpresas, y que se pretende realizar en apenas diez meses, todo un récord para este tipo de acuerdos.
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