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Sus esperanzas se cifran en el impredecible desarrollo de la economía.
Los precandidatos demócratas para las elecciones de noviembre 2004, opinan sobre los peligros del déficit de la economía de EE.UU.
La debilidad de la economía estadounidense y sus efectos sobre la pérdida de empleos alimentan la esperanza de los aspirantes demócratas de arrebatarle la presidencia George W. Bush, en las elecciones de noviembre del próximo año.
Podría ser, pues la difícil situación económica de Estados Unidos ha significado un aumento del desempleo y un cada vez más insostenible déficit fiscal y comercial. La naturaleza de la crisis provoca controversias. Mientras algunos estiman que las medidas adoptadas por el presidente para reactivar la economía, basadas en una reducción de impuestos, serán suficientes, otros señalan que no será así. Esto porque el gobierno sigue aumentando los gastos, sobre todo los derivados de la complicada situación creada por la invasión de Irak.
A estas alturas es evidente que no habrá fondos que alcancen para reactivar la economía iraquí, sobre todo porque la Casa Blanca no ha tenido éxito en conseguir recursos de otras naciones que le alivien esa carga.
Pero si bien el recorte de impuestos y el aumento de gastos repercuten gravemente sobre el desempeño de la economía, su gran debilidad reside en otra parte: el gran endeudamiento público y privado, que ha servido para sostener la economía más grande del mundo. Desde la anterior campaña electoral algunos economistas señalaron el peligro que encierra ese creciente endeudamiento, ya sea mediante tarjetas de crédito, que ayudan a mantener a flote las economías hogareñas, pero ponen una enorme presión sobre el sistema en general; y la deuda pública, que no cesa de crecer y solo puede sostenerse mediante la atracción de fondos públicos y privados, gracias a la posición hegemónica de Estados Unidos en el escenario financiero mundial. Pero aún para los Estados Unidos, esa capacidad de endeudamiento tiene un límite, como advierten los especialistas, aunque sea difícil precisar exactamente cuál es ese límite.
LARGA LISTA
Los demócratas aspiran a recuperar la Casa Blanca y la mayoría perdida en ambas cámaras del congreso en las elecciones pasadas. Para eso cuentan con una decena de aspirantes a la candidatura del partido, sin que se vislumbre, por ahora un nombre con claras posibilidades ganadoras.
Los demócratas están nerviosos, dijo un analista político en Washington. Ellos creen que pueden ganar las elecciones, pero no están seguros de tener el candidato para eso, añadió.
El mismo hecho de que haya tantos aspirantes revela la incertidumbre en las filas demócratas, donde cinco candidatos, cuyas expectativas de votos oscilan entre 14% y 9%, encabezan la lista de preferencias.
Aunque esos datos varían según las fuentes y son aun precarios dado lo incipiente de la campaña, el que encabeza la lista del partido en estos momentos es el general retirado Wesley Clark, con 14% de las preferencias. Clark, con una brillante hoja militar, entró en la liza el 17 de septiembre pasado, pero se puso rápidamente a la cabeza de las preferencias.
Lo siguen, con 12%, Howard Dean, exgobernador del estado de Vermont, el primer candidato en presentar sus aspiraciones, hace ya poco más de un año; y el senador Joe Lieberman, el de mayor trayectoria política entre los precandidatos demócratas.
Esa lista de punteros se cierra con otros dos congresistas, el senador John Kerry, con un 10% de las preferencias, y Dick Gephardt, quien ya aspiró a la candidatura en 1988 y tiene 9%.
EMPLEOS
La creación de empleos podría transformarse en el gran tema de campaña, ya que se han perdido casi tres millones desde que Bush asumió la presidencia, en enero de 2001.
El tema es controvertido y no faltan representantes de los grupos neoconservadores que cuestionan las cifras y rechazan la afirmación. Pero los datos, inclusive los oficiales, parecen confirmar la pérdida de esos puestos de trabajo.
Dean ofrece un programa de $100 mil millones para la creación de empleos en áreas como seguridad, infraestructura, educación y salud. Promete también crear un sistema impositivo más equitativo y sencillo, pasando una parte de la carga que hoy recae sobre los individuos, a las corporaciones multinacionales.
Hasta hace poco Dean aparecía como favorito y, por lo tanto, el objeto de ataque de los demás candidatos demócratas. Pero ahora es Clark el que ocupa esa posición. El general fue duramente criticado por sus pares durante un debate en Phoenix, Arizona, el pasado 9 de octubre, acusado de haber apoyado la decisión del congreso que otorgó a Bush la autoridad para invadir Irak.
Clark rechazó esa crítica: «Yo habría votado a favor de una resolución que otorgara a las Naciones Unidas el manejo del problema. No hubiese votado una resolución que nos llevase a la guerra».
Hizo también un llamado a los miembros del congreso para oponerse a la doctrina de guerras preventivas del presidente Bush, que podría, en su opinión, llevar el país a situaciones aun más explosivas que la de Irak.
El tema del comercio está también presente en la campaña. Richard Gephardt recibió el apoyo de una nueva organización sindical, la «Alianza para la Justicia Económica», que representa a unos 3,5 millones de trabajadores, preocupada por los temas del libre comercio, empleo y salud. Pero la más importante organización sindical, tradicionalmente aliada de los demócratas, la AFL-CIO, decidió no apoyar a ningún candidato, por lo menos en estas primarias.
Otro tema de gran preocupación para los candidatos demócratas es la situación de los servicios de salud. En un debate en la ciudad de Iowa, el tema concentró la atención de todos, quienes trataban de explicar en intervenciones de un minuto, sus complejos planes de cobertura para esos servicios.
DINERO
Los medios de comunicación informan normalmente sobre la cantidad de dinero que cada candidato ha logrado recaudar para su campaña. En Estados Unidos las campañas no solo se basan en sumas millonarias que los aspirantes deben recaudar entre los donantes, sino que los medios informan de manera habitual sobre los resultados que cada uno va logrando en este tema.
De modo que se sabe que Dean ha recaudado tres veces más dinero que su rival más cercano, en los últimos tres meses. Pero, señala la información, también ha gastado mucho más que los rivales, lo que, por otro lado, parece una consecuencia lógica de su éxito para conseguir fondos. Solo en anuncios de televisión y otras actividades de campaña, Dean pagó casi $9 millones en ese período. Este año, Dean ha recaudado poco más de $25 millones para su campaña, según datos de la prensa de EE.UU. Pero esa cifra parece ínfima, comparada con los casi $84 millones conseguidos este año por el presidente Bush, quien no tiene rival dentro del partido Republicano.
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