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Sandra Delgado Ulloa conforma con sus hijas Mónica y Hellen Sandy Delgado un núcleo familiar que cada vez representa un mayor número en el país
Hoy en día las personas no se extrañan al ver una familia conformada por una pareja sola o por una mujer u hombre y sus hijos. Para especialistas, esta realidad es una prueba más de que el modelo tradicional de familia, formado por padre, madre e hijos, sigue en proceso de cambio y abre paso a nuevas formas de organización familiar.
El ejemplo más reciente se dio este año cuando el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) le concedió la custodia de un niño de 11 años de edad a un travestí conocido como Mairena.
Rosalía Gil, Presidenta Ejecutiva del PANI y Ministra de la Niñez y la Adolescencia, aseguró que los estudios psicosociales realizados por el PANI tanto a Mairena como al menor dejaron ver que existía un estrecho vínculo entre ambos y descartaba cualquier tipo de abuso por parte de la tutora.
Por su propia voluntad, el infante eligió a quien ha venido ejerciendo las funciones de madre durante más de diez años, pues desde los cuatro meses de edad, el pequeño le fue cedido por su madre biológica.
La entrega de la custodia de un niño a un travestí, por primera vez en la historia, convierte este caso en uno de los más sonados en el país, aunque no es el único que marca la pauta social.
Mario Víquez, Defensor de la niñez y la Adolescencia, asegura que el núcleo familiar costarricense ha venido cambiando aproximadamente desde los años cincuentas.
Las grandes familias, conformadas por abuelos, tíos, primos e incluso algún amigo del tío, cedieron ante las familias «nucleares», integradas por los progenitores y su descendencia.
Sergio Reuben, Director de la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica (UCR), afirma que han crecido sustancialmente los hogares conformados por los hijos, la madre o el padre junto con su nueva pareja y en algunos casos otro familiar.
Reuben es de la tesis de que la tasa sostenida creciente de divorcios es mayor que la tasa sostenida creciente de matrimonios en la actualidad.
A pesar de esa transformación, una reciente encuesta reveló que 44% de las personas entrevistadas define a la familia como el núcleo formado por padre, madre e hijos, mientras que solo unos pocos citaron la familia extensa, aquella que contempla a los abuelos, tíos y otros parientes.
Esa visión se torna más radical cuando 62 % manifiesta no estar de acuerdo con aquella conformada por la pareja sola, sin hijos.
Si bien la mayoría prefiere los hogares que cuentan con ambos progenitores y sus hijos, 38.1% dijo estar de acuerdo con los formados por una mujer y su prole y 33.8% con la familia compuesta por el padre y sus hijos.
Sin embargo, 85.8 % de las personas entrevistadas está en desacuerdo con las familias constituidas por homosexuales y 83.3 % está en desacuerdo con que ese tipo de parejas tengan hijos adoptivos.
Los resultados de la consulta hecha por el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO), en el territorio nacional mediante teléfono, se dieron a conocer el 22 de octubre.
Según los investigadores del IDESPO, María de los Angeles y José Carballo, la realidad en Costa Rica muestra un incremento de familias uniparentales. «La idea de un mundo más libre y con mayores opciones ha cimentado la construcción de familias «alternativas», integradas por personas del mismo sexo, por lo que es necesario analizarlo bajo un contexto de tolerancia», afirman en el documento «La familia costarricense de cara al nuevo siglo».
Las personas encuestadas le atribuyen a la familia la función de cuidar y velar por las personas menores de edad, así como ancianas y desvalidas; la formación y educación en general así como sexual; la transmisión de valores morales y espirituales y brindar apoyo emocional, económico y material a sus integrantes.
FUNCIONES VITALES
Cuando analiza la evolución de la familia, el Defensor de la Niñez, no habla de cambios en la estructura, sino de funciones.
Víquez sostiene que no importa quien ejerza el rol de madre o padre, pues estas tareas pueden ser asumidas por otros miembros del hogar. Lo importante, añade, es que el pequeño cuente con ambas funciones.
El papel de madre, agrega, es el de darle la protección y el amor al infante. En contraposición, el del padre es abrirle las puertas al pequeño para que pueda estrechar lazos con otros miembros de la familia.
Pero, para el sociólogo de la UCR, las dos funciones fundamentales de la familia tradicional son la de regular el proceso reproductor y dar acompañamiento en la crianza y el cuido de los niños y de los adultos mayores.
Reuben y Víquez estiman que en esa labor, la sociedad también debe aportar otros sistemas de atención, porque las familias modernas no asumen en este momento las funciones de cuido, que ejercían las familias extensas.
«No parece existir una nueva estructura familiar o social que cumpla las funciones que usualmente desempeñaba la familia tradicional que se encuentra en extinción», comentó Reuben.
Por eso, recomiendan la creación de guarderías y asilos de ancianos, que ejecuten esas funciones de la familia tradicional. Sin embargo, tanto el Estado como la empresa privada no han generado estos sistemas de un modo eficiente.
Para ambos especialistas, la incorporación cada vez mayor de las mujeres al mundo del trabajo también incide en la nueva conformación familiar. Esas funciones endilgadas tradicionalmente a las mujeres, no han sido asumidas por ningún otro miembro, lo cual provoca un deterioro en la calidad del cuido y protección de las personas menores de edad.
Sin embargo, la Presidenta del PANI, asegura que antes de hablar de cantidad es más importante la calidad de tiempo que ambos progenitores le dediquen a sus hijos e hijas.
En caso de los pequeños que estén bajo la atención de servidoras domésticas o de centros infantiles, Gil, recomienda a las personas responsables velar por el trato que reciben para su formación.
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