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Becerra y Fornet coincidieron en el ejemplo de los escritores comprometidos de los años 60. «Si compromiso es escribir Cien años de Soledad o Rayuela, bienvenido», manifestó el cubano.
Los críticos literarios y editores Eduardo Becerra y Jorge Fornet visitaron la redacción de UNIVERSIDAD con ocasión del encuentro Amón Literario.
Becerra es español y fundó la editorial Lengua de Trapo, donde editó la antología Líneas Aéreas (Guía de la nueva narrativa hispanoamericana). Fornet es cubano y dirige el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas.
A continuación se ofrece un extracto del conversatorio que sostuvieron con los redactores Jeymer Gamboa, Manuel Bermúdez y Vinicio Chacón
¿No es de cuidado decirle a los escritores qué temas tratar y cómo abordarlos?, ¿cómo se define el compromiso en la literatura?
Becerra: – Es difícil mantener las referencias prototípicas. Me identifico con la posición de Rodrigo Rey Rosa, cuando dice que como escritor tiene que comprometerse, pero que le surgen dudas sobre cómo instrumentar el compromiso. Este último se identifica tradicionalmente con realismo social. Pero este momento es cambiante, han ocurrido hechos a los que los escritores deben dar respuesta.
Fornet: – Siempre es confuso, porque no es lo mismo escritor comprometido que literatura comprometida. Cuando pensamos en el compromiso, pensamos en el modelo sartriano de los años 60. Ninguno de los grandes novelistas de esa época escribe esa literatura supuestamente comprometida.
Es erróneo que el compromiso exija un cierto tipo de literatura, pues funciona a partir de diferentes paradigmas.
¿Es contradictorio ligar al escritor como figura pública y como productor artístico?
Fornet: -Rey Rosa dijo que el principal compromiso del escritor es con la palabra y lo criticaron, recordando la historia atroz de Guatemala. El autor no puede vivir de espaldas a eso, pero no se puede condenar a la literatura guatemalteca por quedarse allí.
Becerra: – El compromiso se piensa siempre como tema, y es preciso definir las formas literarias pertinentes. Fernando Contreras tiene razón en que la situación mundial no es para ser frívolos, pero ¿cómo se lleva eso a la práctica?
Hay escritores latinoamericanos y españoles que traducen la tematización en una visión frontal de la historia reciente, un abordaje novelesco desde una óptica desencantada. ¿Por qué no va a ser comprometida la expresión del desencanto?
A lo único que puede hacer frente la literatura es a los discursos de poder, porque la literatura es discurso.
En la literatura hispanoamericana han intervenido referentes culturales provenientes de Internet y de la televisión y mucha se ha tachado de «light».
Becerra: – Hay autores que empiezan a elaborar muy bien literariamente consecuencias de la realidad actual que son ineludibles, y eso es comprometido.
Siento una enorme satisfacción cuando leo una novela que incorpora estos códigos, sin salirse de la literatura. Lo de literatura «light» es bastante injusto y se mantiene.
Fornet: – Pasa lo mismo que con el compromiso: lo liviano se asocia con determinados recursos o temas.
¿Hay algún parámetro para discriminar lo «light»?
Becerra: – Lo revolucionario, lo político es comprometido, y un tema que eche mano del cine o de los medios de comunicación es «light». Creo que hay que mirar más a la propia elaboración, por eso al final acabamos con ese compromiso.
Fornet: – En literatura todo vale. Habrá gente que haga maravillas y otra que haga porquerías. Los autores que conocemos son los que circulan en grandes editoriales o circuitos de mayor relevancia. Los hay iguales o mejores que los conocidos, a quienes les tomará más tiempo aparecer por estar con editoriales pequeñas o en países con poca proyección internacional.
¿Es una dificultad que para surgi, los escritores necesiten el reconocimiento de un gigante editorial?
Fornet: – Es terrible, porque son esas editoriales las que están haciendo el trabajo crítico primero. Yo voy sobre los autores que ya escogió Alfaguara, pero no me puedo paralizar por no conocer una editorial pequeña en Paraguay.
Becerra: – Hay que reconocer que los grandes grupos no son tontos. También se descubren cosas interesantes en Alfaguara. El mercado distorsiona mucho, pero es el elemento que regula.
Pero también existen las editoriales independientes.
Becerra: -Son imprescindibles. La concentración es muy peligrosa, muchas veces los grandes grupos compran editoriales no sólo por la rentabilidad de ese sello, sino porque eliminan competencia.
En la literatura latinoamericana no se puede obviar la presencia de Estados Unidos.
Becerra: Como el hecho de que Alberto Fuguet sea bilingüe y que su próxima novela será publicada primero en inglés. El prólogo a Mac Hondo está pensado no sólo para el público español, sino para la academia norteamericana. Esta generación es muy influida por la literatura norteamericana, como pasó con Faulkner y el boom.
Fornet: – La literatura cubana es muy llamativa, porque influyen no sólo razones culturales, sino políticas. Cada vez que un escritor se iba era expulsado del canon nacional, en los últimos años todo el mundo se dio cuenta de que el mapa cambió, se planteó la cuestión de si pertenece a la literatura cubana un autor que escriba en inglés.
¿Qué opinión les merece el desarrollo literario en Costa Rica?
Becerra:- Para Líneas Aéreas el país que más me sorprendió fue Costa Rica, pues incluí a tres autores: Carlos Cortés, Rodrigo Soto y Uriel Quesada, cuyo cuento me pareció uno de los mejores de la antología.
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