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La toma de la Aduana abrio un nuevo espacio para el desarrollo de la cultura
Preocupantes cifras sobre comportamiento de públicos, concentración de la actividad artística y falta de políticas concretas para el sector cultural son los principales datos que arroja el Noveno Informe del Estado de la Nación sobre el desarrollo de la oferta artística en Costa Rica.
Los datos aportados por el documento son un resumen de la ponencia realizada por el investigador Sergio Villena y el periodista Carlos Cortés. Esa investigación abarca las diversas opciones artísticas y culturales que se desarrollaron durante 2002.
ESTADO FUNDAMENTAL
Entre las conclusiones destaca que a pesar de que el presupuesto estatal para la cultura es reducido, «el Estado, como dinamizador, productor y promotor cultural, sigue siendo fundamental en Costa Rica».
Sin embargo, el texto señala que el gasto público en cultura se ha mantenido en niveles muy bajos. En el período 1990-2002 osciló entre 0.6% y 1.0% del gasto público total y en términos reales tiende con oscilaciones a decrecer. El gasto per cápita en 2002 fue un 34% menor que en 1987.
Esa situación se agrava al manifestar que «las tendencias recientes en la producción cultural del Estado dan algunas muestras de escasa sostenibilidad».
CRECIMIENTO INDEPENDIENTE
Sin embargo, el informe destaca que a partir de 1990, el sector independiente ha cobrado preponderancia «en la variedad, sostenimiento y orientación de la oferta cultural».
Isabel Román, Coordinadora General de Investigación del Proyecto Estado de la Nación, manifestó que «antes el Estado actuaba como promotor, ahora la promoción no es hegemónica, más bien surge del sector independiente».
«En este momento se reconocen muchas fórmulas mixtas en las que intervienen no solo el Estado, sino municipios, empresas privadas y grupos independientes», destacó Román.
Esta creciente participación del sector independiente ha visto surgir un sector comercial, tanto en el ámbito de las artes, como de la cultura popular.
Empero, se señala la existencia de un desfase entre una oferta cultural creciente y el estancamiento de los públicos, «que siguen siendo mayoritariamente urbanos y reducidos a los espacios culturales tradicionales y hasta cierto punto hegemónicos».
Sobre ese estancamiento, el informe manifiesta que en los últimos 20 años, los públicos de las actividades artísticas incluso se han reducido.
Se enfatiza además en la falta de una oferta de cultura popular de calidad, que apele a públicos mayoritarios, tanto por parte del sector oficial como del independiente.
«La producción cultural de las instituciones estatales se ha ido elitizando paulatinamente en los últimos años, las expresiones populares han sido excluidas del repertorio», indica el texto.
ACCESO REGIONAL
En cuanto a la oferta artística fuera de San José, el informe apunta la debilidad de los procesos de regionalización del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, así como de las instancias locales.
En las artes plásticas y las escénicas, el patrón territorial observado es «una oferta concentrada y relativamente abundante en San José y una notable ausencia de opciones fuera de la capital, lo cual constituye un importante obstáculo a la equidad en el acceso a las artes».
El documento manifiesta la carencia de «una política cultural clara a nivel central o municipal sobre el papel de las instituciones destinadas al desarrollo de la cultura popular, como son las casas de la cultura e incluso bibliotecas municipales».
En este sentido, el investigador Villena explicó que «además de la infraestructura estatal no consolidada de los últimos 20 años, no hay patrones ni legislación clara respecto a la cultura regional».
INCONSISTENCIA POLíTICA
Aparte de las políticas de las entidades culturales, el texto señala «el papel del sistema educativo sobre todo en primaria y secundaria, en el bajo nivel de alfabetización artística».
En el ámbito estatal, se indica la existencia de «una desconexión entre la política cultural de financiamiento de infraestructura y programación establecidas, y la política social en general, abandonando la vinculación entre cultura y desarrollo humano».
Carlos Cortés explicó que «hay poca consistencia en el desarrollo de políticas culturales, hay una desarticulación entre la política nacional y la cultural». De ahí la ausencia de una política decidida de mercadeo social, divulgación e información de la actividad cultural.
De manera puntual, el documento manifiesta que la política en cuanto a estímulos a la creación se concentra en los Premios Nacionales y otros, como la Muestra de Cine y Vídeo. También nombra el conjunto de esfuerzos como el programa de producciones concertadas de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y las becas taller.
«Sin embargo, podría pensarse en políticas de estímulo más amplias y de mayor impacto, como el establecimiento de fondos para las artes y la cultura, o de estímulos a la empresa privada», recomiendan los investigadores.
Villena insistió en que «hace falta una transversalización del tema de la cultura, ya que no es sólo un tema de ministerio, debería estar más ligado al turismo, para atraer público internacional, y a la educación, para formar al público nacional.»
El texto describe «una creciente oferta de profesionalización de la cultura, a través de la formación universitaria promovida fundamentalmente por las universidades estatales, aunque algunas instituciones privadas han incursionado recientemente en este campo, sobre todo en las artes audiovisuales».
También destaca el beneficio que, según Cortés y Villena, obtienen algunas actividades artísticas del turismo. «En varias disciplinas artísticas, la difusión está cada vez más ligada a la comercialización. Este fenómeno se observa de manera notable en el caso del mercado librero, en el de la música, mediante la organización de conciertos, y el comercio fonográfico».
Ante la limitación geográfica de la oferta artística en el Valle Central, y el escaso gasto público en cultura, que no llega al 1% del PIB, Román consideró que «la pregunta esencial es: ¿cuánto invierte el Estado en cultura y cuánta de esa cultura es para todos?»
Sergio Villena puntualizó que «el acceso a la cultura debe ser una dimensión que se incluya en todos los levantamientos de la información, por ahora está afuera de los esfuerzos, ni incluida en las estadísticas del Estado».
ARTISTAS COINCIDEN
Sobre las conclusiones del Informe diferentes personas de este sector coincidieron en la necesidad de definir políticas culturales y tomar acciones claras que busquen descentralizar la producción artística del área urbana, así como agilizar la estructura administrativa y ofrecer producciones de calidad para atraer de nuevo al público a las salas.
Según el director de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) Luis Fernando Gómez la reducción de los públicos se debe a la limitada oferta artística por lo que el público prefiere alejarse. Empero, consideró que esta situación se ha revertido. «Cuando llegué la CNT era un cadáver, sin embargo logramos producir Olimpia y Chejovianas. Este año hemos realizado 12 producciones profesionales: 3 coproducciones, dos descentralizadas, fuera de San José, dos centralizadas y cinco concertadas con grupos independientes¨, expresó.
Según Gómez las producciones descentralizadas consisten en llevar toda la estructura de la CNT para realizar creaciones de rigor con grupos teatrales de las comunidades fuera de San José. ¨Para realizarlas, es necesario que en las comunidades haya una actividad permanente de teatro, aunque sea aficionado, comentó.
Por su parte el director de la Compañía Nacional de Danza, Carlos Ovares consideró que la cultura siempre se ha centralizado en el área metropolitana porque no ha existido una política cultural de apertura.
Sin embargo, en la actual administración se ha dado una coyuntura para hacer esfuerzos importantes y llevar proyectos de extensión cultural a otras comunidades, como la política de regionalización de la Dirección General de Cultura.
Según Ovares la CND ha hecho un esfuerzo importante por llevar la danza fuera del Valle Central. En las presentaciones de este año se logró una asistencia entre 20.000 y 25.000 personas y 10.000 fueron en otras comunidades.
«Por parte de las autoridades gubernamentales no existe una política ni un interés claro por la cultura. Para ellos todavía existe la cultura como adorno. Por eso siempre se rebajan los presupuestos al ministerio y hay que andar rogando para que aumenten la inversión en este sector», concluyó.
También consideró importante buscar otras fuentes de apoyo en el sector privado y el turismo, así como desarrollar una capacidad de gestión para establecer una plataforma cultural en las comunidades.
Para la directora del grupo independiente Abya Yala, Roxana Ávila, la década de los 90 marcó un surgimiento de las iniciativas independientes, esto se debe a la falta de espacio en el Ministerio de Cultura o a la incapacidad de desarrollar proyectos de acuerdo con sus parámetros.
Según Avila se puede tener la iniciativa de llevar los espectáculos a otras comunidades, pero es necesario que alguien promueva las presentaciones .
Sobre el Informe, el decano de la Facultad de Bellas Artes, Roberto Villalobos prefirió no emitir criterio hasta leer el texto. Sin embargo, manifestó que es necesario definir un marco teórico sobre el quehacer cultural que permita integrar parámetros cualitativos y no reducirlo a cuantificar la producción por el número de ediciones en pintura, obras teatro y libros, sino como un marco referencial que permita establecer «direccionadores».
Se intentó conocer la opinión del Ministro de Cultura, Guido Sáenz, quien prefirió no referirse al tema por no conocer todavía el texto.
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