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Hace más de mes y medio que la Comisión de Asuntos Internacionales no discute sobre el Acuerdo de los Estados Unidos y Costa Rica sobre una Academia Internacional para el cumplimiento de la ley (conocido como Academia de Policía).
¿Por qué un proyecto que ha sido impulsado tan fuertemente por los gobiernos de Costa Rica y de Estados Unidos de pronto no se discute más?
En la Comisión de Asuntos Internacionales se presentaron mociones para interpretar el acuerdo (Un acuerdo no se puede modificar si no es hecho por ambas partes. Las mociones interpretativas son validas solo para una parte). Algunos diputados promovieron mociones que buscaron fueran aceptadas por ambas partes mediante notas diplomáticas. Sin embargo, parece que no tenían el visto bueno de Estados Unidos. Lo que para los ticos es obvio, para Estados Unidos no lo fue. El intercambio de notas diplomáticas no se ha dado. Casi dos meses y no se habla más del tema. Algún problema tienen los Estados Unidos con las mociones aprobadas en la Asamblea Legislativa de Costa Rica.
Se incorporó un artículo 3 que interpreta que los funcionarios que asistirán a la Academia «laboran para instituciones de naturaleza civil de los Estados del Hemisferio Occidental encargados de hacer cumplir el derecho penal interno.» Esto descarta la posibilidad de que militares activos participen en las actividades de la Academia. Sabemos que esto no les gustó en la Embajada y en el Departamento de Estado.
Cuando un país le encuentra problemas a este tipo de normas: ¿Qué será lo que quieren hacer realmente? La demora confirma nuestras sospechas sobre las intenciones reales respecto a esta Academia.
Las normas que se aprobaron eran «curitas» a un acuerdo que, desde el interés e idiosincrasia costarricense, es totalmente deficiente y lleno de profundas heridas. La seguridad ciudadana es una prioridad pero los costarricenses no entendemos la seguridad ligada a la represión, a métodos alejados de los derechos humanos, al irrespeto por el derecho penal internacional y sus instituciones o a «soluciones» para América Latina pensadas desde la lógica de un solo país, obviando los caminos de la mutilateralidad.
Ya sabemos a que atenernos: ni siquiera admiten la referencia a que en la Academia de policía no se aceptan militares ni como instructores ni como estudiantes. Está claro que no pretenden lo que dicen.
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