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Anabelle Ulate: «¿Y si el mercado se equivoca?»

El auge del sector de servicios se nota en la contratación de más personal en hoteles, casinos y centros de llamadas.

El auge del sector de servicios se nota en la contratación de más personal en hoteles, casinos y centros de llamadas.
La economía costarricense está viviendo un cambio estructural. Según el  «Informe trimestral sobre flujos de inversión extranjera directa en Costa Rica», del Banco Central, «el sector servicios desplazó al turismo y se ubicó en el segundo lugar como campo de atracción de inversión extranjera directa» (La Nación, 18/11/03).
Pero, ¿por qué ocurre este cambio y qué implicaciones tiene? Anabelle Ulate, experta en finanzas internacionales del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas, de la UCR, considera que una de sus causas podría estar en los incentivos que se otorgan a ciertos sectores económicos y propone que el país discuta sobre si es conveniente o no seguir por este rumbo. A continuación, la entrevista.

Cuando comenzaban las negociaciones del TLC con EE.UU, Ud. expresó su preocupación por lo que pudiera significar para Costa Rica el estarse convirtiendo en una economía de servicios. ¿Por qué es preocupante que aumente el peso de los servicios en la economía del país?

-Está creciendo el sector llamado «servicios», que incluye todas las actividades que no son la agricultura ni la industria, es decir, el transporte, comercio al por menor y mayor, hoteles, servicios personales -todos los profesionales-, de salud, educación, trabajo doméstico remunerado, el sector financiero, telecomunicaciones, energía y bienes raíces: construcción de «moles», hoteles, complejos de viviendas, etc. En el mercado laboral, es el sector más dinámico de los últimos años: contrata más personal que la agricultura o la industria. Este es un indicador de que está creciendo. El otro indicador importante es el crecimiento de las exportaciones, tanto por el lado de los turistas que vienen a consumir servicios, como por empresas ubicadas en Costa Rica, pero ofrecen servicios al resto del mundo, como los llamados «call centers» (centros de llamadas o servicios por teléfono).
A veces se hace difícil captar en la balanza de pagos cuánto se transa realmente por concepto de servicios, porque las cifras se construyen a partir de encuestas. Por eso se dice que el crecimiento del sector servicios nuestro podría estar subestimado.


Pero es evidente que los capitales foráneos escogen crecientemente invertir en Costa Rica, por ejemplo en el sector bienes raíces, con la proliferación de «moles».

-Sí, y ese es un punto importante: ¿cómo se financian esos «moles»? Si es vía el sector financiero, vía deuda, es diferente a si hay financiamiento con recursos propios.


Precisamente, el último informe de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) dice explícitamente que los primeros «moles» -no los identifica por sus nombres- se financiaron sin pasar por el sistema bancario, lo cual sería una forma de lavar dinero en el país.

-Ese es el punto importante, porque esas inversiones no pasan por los bancos. Es importante porque ese capital genera una presión sobre el consumo en general, aumenta la demanda de bienes domésticos en Costa Rica, y el Banco Central se preocupa por el nivel de esa demanda general de bienes y servicios locales. Al darse esa inversión en el sector inmobiliario, el Central tiene que buscar cómo contrarresta ese «boom», ese crecimiento en otras áreas. Y allí es donde se plantea el problema de la inversión pública, de la inversión que, por ejemplo, pueda hacer el Instituto Costarricense de Electricidad.
Para el Central es muy difícil poner trabas a ese capital que está entrando o regular las decisiones del mercado de invertir en esos centros comerciales, pero sí puede tratar de controlar a las instituciones públicas, pidiéndoles que inviertan menos. Y a mí me parece que esa es una disyuntiva muy peligrosa, porque desde el punto de vista de capacidad productiva, es preferible la inversión que se pueda hacer en telecomunicaciones, que la inversión en «moles».


Esa incapacidad estatal de controlar esas inversiones ¿se debe a una cierta anuencia a que eso funcione así? ¿Podrían establecerse leyes que controlaran o canalizaran estos flujos?

-Sí, pero es muy difícil. En estos momentos la economía mundial tiene un flujo de capitales sumamente fuerte. Las economías están cada vez más integradas desde el punto de vista del mercado de capitales. Entonces, si bien no es imposible, es difícil ir contra esa corriente. El crecimiento más alto del flujo de capitales en el nivel mundial fue en el siglo XIX. Después de la segunda guerra mundial, se cerraron los mercados. Lo que vivimos desde entonces hasta finales de los años 70, nunca superó el nivel del flujo de capitales del siglo XIX, estaba por debajo. Pero a partir de los 80, todas las economías empezaron un movimiento para liberalizar el mercado de capitales, y ya a fines de los 80 se superó el nivel del siglo XIX. Entonces, en estos momentos es bien difícil ir contra esa corriente. Poner controles o barreras a la entrada y salida de capitales es actuar contra esa tendencia que tiene el mercado mundial.
Creo que es difícil que una medida que pretenda controlar estos flujos, tenga apoyo político. Lo otro es que se trata de inversión directa y en infraestructura. En este sentido, tiene una ventaja. Lo que yo digo es que esa inversión en infraestructura le hace ahora más difícil al país poner prioridades, porque es el mercado el que las está poniendo.


«Moles» en vez de inversiones en telecomunicaciones…

-Exacto. Esto es lo que yo encuentro delicado. El mercado no siempre tiene la razón. A veces se equivoca. Y allí es donde uno percibe el desarrollo del sector servicios sobre el de bienes. Y la pregunta es si efectivamente las economías pueden desarrollarse a partir de servicios o si es un fenómeno coyuntural. ¿Qué es exactamente lo que estamos experimentando? Sin duda es un cambio en la estructura de la economía, pero ¿a qué se debe ese cambio? Si es para generar un mayor crecimiento económico, en buena hora. ¿O es que hay incentivos relativos que hacen más fácil el desarrollo del sector servicios versus el de bienes? Creo que esto es algo que se debe discutir a fondo.


¿La economía costarricense se estaría convirtiendo en algo parecido a la panameña? ¿Panamá sería un ejemplo de que se puede sobrevivir de los servicios?

-Se puede sobrevivir de los servicios, pero no sé si eso le está dando posibilidades para desarrollarse mucho más que Costa Rica. Si comparamos ambos niveles de desarrollo, andamos parecido, aunque Panamá ha acudido con más frecuencia que nosotros al Fondo Monetario Internacional, a pedir apoyo. Desde el punto de vista de la integración de las áreas rurales, Panamá tiene muy centralizado el desarrollo. En el caso de Costa Rica, se han abierto posibilidades de empleo en áreas donde antes no se pensaba. No sé hasta qué punto sea Panamá un ejemplo a seguir. Otra economía basada en servicios es Hong Kong, pero tiene características muy peculiares, no es nuestra historia. La gran duda es hasta qué punto el desarrollo futuro de Costa Rica pueda estar basado en los servicios.


Pero es un cambio estructural que ya se está produciendo, sin que se analice y discuta.

-No hay ninguna discusión al respecto. Se habla de la importancia de las reformas, pero el cambio ya se está dando. La pregunta es ¿por qué? Desde la perspectiva económica, una reforma de esta naturaleza, si tiene una base tecnológica fuerte que lleva a que se desarrollen áreas que antes no eran rentables, eso sería positivo, pero entonces debería reflejarse en una tasa de crecimiento más alta y en una mayor de incremento de los ingresos de todos los sectores. Y esto es lo que no se observa. La preocupación es si la modificación en la estructura no es más bien por los incentivos relativos, es decir, por los precios relativos, como el tipo de cambio, y no tanto por una fuerte base tecnológica.
Con la apertura, Costa Rica aceleró su política de turismo en los años 80, lo cual es una forma de abrir el sector servicios. También ha habido inversión extranjera en el sector servicios, que viene acompañada por la inversión en turismo. Esto podría ser un factor que contribuye al cambio de estructura, lo mismo que el desarrollo de las tecnologías de información, que han mejorado la productividad de todos los sectores, incluido el de servicios. Pero desafortunadamente las estadísticas no permiten corroborar que esa sea una causa.
Debería discutirse si la tendencia de los mercados se va a traducir en un mejor nivel de vida para la población costarricense en el futuro inmediato o si no es más bien una respuesta del mercado a precios relativos que no son sostenibles a largo plazo.

¿No se discute porque se cree que es una tendencia demasiado apabullante frente a la cual no hay nada que hacer?

-Me imagino que esa es una posible explicación. Deberíamos preguntarnos por qué se está produciendo esto, de dónde vienes y si es sostenible.
La salida política fácil es decir que este cambio no se traduce en el crecimiento económico porque las estadísticas no lo pueden captar. No creo que esta sea una buena respuesta. La otra hipótesis podría ser que los precios relativos le den un mayor incentivo al sector que no produce bienes. Hasta qué punto el tipo de cambio está contribuyendo a que se dé ese cambio estructural. Y esa discusión tampoco está. La preocupación del Banco Central ha sido mantener un tipo de cambio real más o menos estable. Pero allí entran detalles técnicos: ¿cómo se define un tipo de cambio real? Además, si la economía muestra cambios estructurales, ¿por qué mantener un tipo de cambio real estable? El real debería reflejar variaciones reales de la economía. Entonces uno ve que en el mercado laboral hay un cambio real, uno ve que la inversión del sector servicios también está mostrando un cambio importante, y sin embargo el indicador que es fijado expresamente por el Banco Central, el tipo de cambio real, no está captando esas variaciones. Esto preocupa porque ya no se debe, entonces, a variaciones en la productividad sino a modificaciones en precios relativos.

La decisión política es incentivar al exportador.

-Así es. La preocupación del Banco Central está muy centrada en las decisiones del sector exportador y particularmente del sector industrial exportador. Pero no capta las decisiones de un empresario que pueda estar evaluando invertir en el sector productor de bienes.. Y, además, no necesariamente invertir para exportar es la única decisión correcta. También puede serlo para producir localmente. Esto tampoco ha sido planteado ni discutido.
En la apertura del mercado de capitales del que hablamos antes, también ha habido un gran cambio. Hoy el acceso de las personas al mercado internacional de capitales se facilita mediante el sistema bancario. Pero eso significa que la tasa de interés internacional es importante para las decisiones de inversión y para las decisiones de consumo interno.

Tasa que ahora está bajísima.

-Literalmente bajísisma Ese es un factor importante porque significa que es más barato contratar capital e invertir, entonces para Costa Rica es una coyuntura importante, que se podría aprovechar en la medida en que se orienten esas decisiones de inversión a los sectores que nos interesa que en el futuro sean la base de la producción nuestra. Y yo no sé hasta qué punto ahora se está considerando esto.

Parece que todo se deja en manos del mercado supuestamente libre.

-La actitud es pasiva frente a las decisiones que se toman en el mercado. Y no sé si son las correctas. Uno no ve grandes proyectos de inversión en industria, pero sí un gran auge para préstamos para vivienda, automóviles y bienes de consumo duradero. Esa es la preocupación. Para poder pagar en el futuro esas decisiones que hace el mercado, debe haber una base productiva que genere esos ingresos adicionales. ¿Cuál es esa base productiva adicional que nos va a permitir acelerar el crecimiento? Eso no se discute.

  • Emanuel García Jiménez 
  • País
World War
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