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José Bove es uno de los líderes del movimiento antiglobalización que asistió a la reunión del Foro Social Mundial, en Bombay.
Bush no es solo un problema de Estados Unidos, sino global, afirmaban los participantes en el IV Foro Social Mundial, que concluyó la semana pasada en la ciudad india de Bombay. Parodiando la consigna del movimiento, de que «Otro mundo es posible», en Bombay se escuchó decir que «Otro Estados Unidos es posible».
Las cifras son indeterminadas, sirven apenas de referencia, pero se habla que en Bombay más de cien mil personas asistieron a la IV reunión del Foro Social Mundial (FSM). Es la reunión de las personas descontentas con el modelo de globalización neoliberal impuesto al mundo. Lo sorprendente es la variedad de las voces que se suman a este descontento, ante la evidencia del caos mundial que se profundiza con las medidas adoptadas. «Jamás viví una situación como la presente. Vemos una realidad internacional totalmente antidemocrática: los medios se usan sesgadamente, se argumentan sospechas, se realizan actuaciones bélicas preventivas. Esto es un completo disparate», dijo el español Federico Mayor Zaragoza, exdirector general de la Unesco, la agencia de las Naciones Unidas para la educación y la cultura, citado por la agencia de prensa IPS.
¿Cree que Estados Unidos es el principal obstáculo para la paz mundial?, le preguntaron.
-«Así lo creo. Todos estuvimos del lado de EE.UU. luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Nos pusimos de su lado para condenar la violencia, y comprendimos plenamente la herida del coloso, que fue atacado en los símbolos de su poder económico y político. Pero eso no quiere decir que avalamos ahora lo que está pasando. Es inadmisible lo que sucedió en Afganistán, la invasión a Irak y lo que se hace en Guantánamo, donde cientos de capturados en territorio afgano permanecen en un limbo jurídico y sin derecho al debido proceso, así como el rechazo de Washington al Tribunal Penal Internacional».
Se trata de una voz moderada. El tono empleado en Bombay, a veces mucho más agresivo, o burlón, expresó el malestar existente contra las políticas de la Casa Blanca. Al malestar contra la globalización y el neoliberalismo hay que sumarle ahora el profundo descontento contra el nuevo imperio, señalaron los periodistas del diario mexicano La Jornada que asistieron a la reunión.
«No se trata tan sólo de un prejuicio o una reflexión elaborada por fuerzas de izquierda ortodoxa, sino de una indignación viva en sectores que hasta hace dos años veían a EE.UU. de otra manera. El debate sobre el nuevo imperialismo está atravesado por el temor y la inseguridad», añadía la nota.
AGENDA ABIGARRADA
En medio de este tono de indignación, el Foro comenzó también a repensarse a sí mismo. En primer lugar, por el hecho de haberse trasladado de la ciudad brasileña de Pôrto Alegre, donde se realizaron las tres primeras reuniones, a Bombay, buscando así reflejar su aspiración mundial.
Después de cuatro reuniones, también surgen reflexiones sobre el destino del Foro, sobre su capacidad para cambiar el actual estado de cosas.
Los activistas que participan este año reclamaron desde el primer día un plan de acción contra la globalización económica liberal, mientras los responsables se interrogaban, a pocas horas del cierre, sobre el futuro del Foro Social Mundial, decía un cable de la agencia AFP.
Basta entrar en cualquier página informativa de Internet en la semana del Foro para darse cuenta del problema. La agenda es tan abigarrada que desnuda una enorme confusión de temas y propuestas: Pacientes de sida necesitan medicina barata; Condenan bloqueo a Cuba; Foro exige fin de guerra y militarismo; Parias indios protagonizan tercera jornada; Parlamentarios de cien países condenan a Bush; Foro social exige norma de conducta e impuestos para empresas… La lista es interminable.
El Foro Social se distingue por no excluir a priori ninguna participación. Su fuerza está en la diversidad, dicen organizadores y participantes. Quizás sea cierto, pero es probable que esa sea también su debilidad.
PARTIDO O MOVIMIENTO
Un dilema sin resolverse es el de la naturaleza de organización que se necesita para transformar la coyuntura internacional. ¿Partido o movimiento?, se preguntan, en un debate a veces áspero, los participantes, que le dan respuestas diversas a la cuestión.
Los teóricos del altermundismo, inspirados en el movimiento de los zapatistas mexicanos, creen que para cambiar el mundo es necesario transformar la política. Esa es la tesis del italiano de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti. Hay que superar la política del siglo XX, afirmó. Su descalabro no fue ajeno a la concepción del poder que separaba artificialmente partidos, sindicatos y movimientos sociales y le entregaba a los partidos el monopolio de la acción política. Los movimientos sociales deben adquirir la potencia democrática capaz de modificar el destino del mundo. En resumen, dijo, la nueva política está en nuevos movimientos como el Foro.
Una posición que fue apoyada por el nicaragüense Alejandro Bendaña, exembajador sandinista y que ha trabajado el tema en diversos libros, o por el dirigente indígena boliviano, David Choquehuanca.
Volvemos entonces a una propuesta abigarrada, en la que la transformación del estado de cosas parece ser el resultado de una serie de demandas agregadas: indígenas, género, ambiente, etc.
Esa falta de orden en la agenda, de establecer prioridades, sin determinar relaciones causales, parece ser uno de los principales escollos para transformar el Foro en una organización capaz de cambiar el mundo.
Para algunos sectores, el dilema es «cambiar la política»; para otros lo que hace falta es reformar determinadas políticas, las neoliberales, con las que se ha construido el actual orden de cosas.
El debate trajo a colación otro tema de la mayor importancia: el de los medios de comunicación.
Concentrados en cada vez menos manos, está cada vez más claro su papel como instrumentos de ese poder transnacional. ¿Cómo enfrentar esa situación?
Naturalmente, los medios tratan de presentarse como los portavoces de los ciudadanos, como instrumentos de control de poder. Pero en realidad, es cada vez más evidente que son solo otro instrumento más del poder transnacional.
Una comunicación democrática parece ser indispensable para democratizar las sociedades, pero a la vez, solo puede sustentarse en una sociedad democrática, cada vez más difícil de encontrar en un mundo controlado por las transnacionales y orientado por un criterio que se pretende cada vez más uniforme.
El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, recordó en Bombay que el mundo ya ha sufrido mucho por la idea de que solo hay una manera de lograr crecimiento económico, de que hay una sola manera de organizar la sociedad y la economía.
El FSM deja en evidencia que, por el contrario, existen alternativas.
Falta todavía encontrar la manera de hacerlas viables. Pero el Foro muestra también que estamos en camino y que el actual estado de cosas es insostenible.
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