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Autobiografía fragmentada

Quién aún no haya descubierto el placer de leer artículos periodísticos escritos con un lenguaje cargado de paradojas, humor, profundidad y erudición, que es muy distinto a eso de los lenguajes afectados, debería regocijarse con «Mira por dónde», la «Autobiografía razonada» de Fernando Savater.

Quién aún no haya descubierto el placer de leer artículos periodísticos escritos con un lenguaje cargado de paradojas, humor, profundidad y erudición, que es muy distinto a eso de los lenguajes afectados, debería regocijarse con «Mira por dónde», la «Autobiografía razonada» de Fernando Savater.
 
Quienes descubrimos con Mariano José de Larra el gozo del artículo ingenioso, profundo y trascendente, encontramos en esta autobiografía fragmentada una grande alegría, porque se disfruta de los más variados temas tratados por el prestigioso escritor.
Muchos de los artículos -mediante los que Savater, más por reírse de sí mismo, que por que lo crea en realidad pretende construir su autobiografía- fueron publicados en su momento en El País y otros en revistas o en pocos casos en libros anteriores.
Lejos de presentarse como el filósofo de catadura académica, inspirado por los dioses universales, Savater reniega de toda  formalidad posible y para empezar confiesa que su mayor aspiración en la vida, aparte de ser escritor, consistía en no trabajar.
«En el comienzo…en el comienzo estuvo siempre mi firme propósito de no trabajar. No puedo por menos que reírme frecuentemente cuando admiradores desinformados- valga el pleonasmo-encomian mi capacidad de trabajo y comentan: «¡No sé de dónde sacas tiempo para trabajar tanto!»
Lector voraz, fanático conversador, amante de la épica, bohemio puro, Savater se quita todo el brillo de escritor que lo acompaña y se presenta ante el lector como el hombre de carne y hueso que ha sabido conspirar contra un «amor quebrantado», solo para descubrir que era mejor la retirada a tiempo.
En esta autobiografía, muy a su estilo, Savater habla de su pasión por las novelas de aventuras, de su relación con Octavio Paz y de su devoción por Jorge Luis Borges, pero sin otro deseo que compartir el mundo que siempre ha frecuentado. El profesor de filosofía en la Complutense de Madrid es un hombre sencillo, aunque con una agudeza poco frecuente.
Este vasco miope, conspirador contra Franco y crítico severo de ETA, rememora en este libro, que de alguna manera recuerda a «Despierta y lee», también basado en artículos, los días de la «embriaguez» de juventud y alcohol, y del gozo de intentar seducir a chicas imposibles.
«Si hay algo que no quisiera parecer nunca es  «respetable», en su acepción habitual que significa «prócer con arteriosclerosis, estreñido y sermoneador».
«Hace poco, una señora  me contó con cierto reproche que su hija de quince años se había decorado el pelo con una mecha de color malva, para escándalo de la familia y las monjas del colegio; cuando llegaron las regañinas, la chica se defendió con no sé qué cita de mi Etica para Amador. Quedé muy satisfecho de esa atenta lectora porque comprendió que el sentido de la ética es hacer más intenso nuestro proyecto de libertad, no mutilarlo».
Entre fragmento y fragmento Savater dibuja una vida plena de rebeldía, de irreverencia ante lo absurdo y lo esperable, y siempre iluminada por esa pasión silenciosa por la alegría, por lo grande y lo pequeño, por lo trascendental y lo insignificante.

  • Jose Eduardo Mora 
  • Los Libros
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