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Mandatario Álvaro Uribe: no todo fueron mieles en Europa.
«A algunos les preocupa que durante mi Gobierno haya aumentado la población penitenciaria en unos 15 mil. Pero mejor preocuparse por los miles que siguen en las calles y vamos a meter también en las cárceles», dijo Álvaro Uribe a empresarios alemanes, durante su gira por Europa.
El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, concluyó esta semana una visita a Europa que lo llevó a Bruselas y Estrasburgo, sede de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo; también visitó Italia, Alemania y al Vaticano.
La gira tenía como objetivo buscar apoyo para su política contra la guerrilla, la cual consiste en aislar a los rebeldes, a los que trata de terroristas y narcotraficantes.
Pero en Europa su discurso fue recibido con desconfianza. Primero habló ante un Parlamento Europeo medio vacío, ante la ausencia de los grupos parlamentarios que no ven con simpatía su propuesta. Preocupa particularmente las atribuciones entregadas al ejército y a la policía en el estatuto antiterrorista, criticado por las Naciones Unidas por eliminar garantías ciudadanas y permitirles avanzar sobre funciones que normalmente están en manos del poder judicial. Causan también inquietud las negociaciones con los grupos paramilitares, que podría garantizarles no solo impunidad sino mantener el enorme patrimonio acumulado.
Los paramilitares se transformaron en grandes terratenientes, gracias al negocio de la droga y al terror ejercido en el campo, que les facilitó el despojo del campesinado.
SU DISCURSO
La fortaleza y la debilidad de la estrategia de Uribe residen en un mismo factor: la simplicidad de su discurso, reiterado durante su estadía en Europa. Este se resume en la frase dicha ante los empresarios alemanes: «Queremos que nos ayuden, pero no para apaciguar el terror o para negociar con el terror. Queremos que nos ayuden a derrotarlo».
Entre los éxitos de ese programa, el mandatario destacó la deserción de miembros de las fuerzas rebeldes que en los últimos meses habría llegado a 4.500, 70% de los cuales, afirmó, pertenecía a las fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los otros serían miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de los paramilitares.
El otros aspecto es la reducción de los cultivos de coca. Al comenzar el Plan Colombia, hace más de tres años, había unas 17 mil hectáreas sembradas, afirmó, que han sido reducidas a seis mil.
Pero la gira dejó en evidencia que el Plan Colombia, negociado con Washington en el último año de la administración de Bill Clinton, no cuenta con las simpatías de Europa. Centrado casi que exclusivamente en los aspectos militares, el objetivo del plan es derrotar a la guerrilla.
Quedó claro que eso no entusiasma a Europa. En los balances hechos por la prensa colombiana se afirmó que «algo podría estar fallando «en la lógica de Uribe.»
Eso se refleja en que no se logró concretar una fecha para la esperada mesa de donantes y sobre todo, en la reiteración por parte del comisario de relaciones exteriores europeo, Chris Patten, de las inquietudes acerca una posible impunidad de los paramilitares y algunos puntos del Estatuto Antiterrorista.
La insistencia de Patten en el tema -que recientemente realizó una visita a Colombia- no agradó a la cancillería colombiana, que esperaba haberlo convencido de las bondades de su estrategia contra la guerrilla.
BALANCE AGRIDULCE
Un balance de la gira del presidente, hecho por la prensa colombiana, habla de un resultado «agridulce» en cuanto a la financiación de programas asociados al Plan Colombia.
«Ya hubo una conferencia de donantes -en abril del 2001- y para que haya otra debe existir una situación preparada con posibilidad de éxito», explicó Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea. Una probabilidad que en este momento parece no existir.
El tono del presidente, de reducir su visión al «combate al terrorismo», provoca desconfianza. Junto con las declaraciones de apoyo a la lucha antiterrorista, Europa le pide respeto a ciertas reglas del juego.
«Los analistas coinciden en que la dureza del discurso de Uribe ante el Parlamento Europeo y su actitud de choque, no calaron bien», afirman varios articulistas de prensa en Colombia.
El senador colombiano Manuel Ramiro Velásquez, cercano a Uribe, reconoció que la Unión Europea no ha cumplido con el Plan Colombia, que estimaba sus aportes en cerca de mil millones de dólares. Para esa estrategia, Uribe cuenta solo con el apoyo de Washington, el único gobierno comprometido con su estrategia.
«Tenemos muchas dudas sobre la voluntad europea. Estados Unidos sigue siendo nuestro mejor socio comercial, estratégico y antiterrorista», afirmó el senador.
Uribe tuvo que contentarse con la promesa de una prórroga en el sistema general de preferencias, que elimina los aranceles para el ingreso de productos colombianos al mercado europeo, y fondos para financiar proyectos de retorno de desplazados.
DERECHOS HUMANOS
Sus intentos por reducir el problema a la lucha contra el terrorismo lo llevan a enfrentarse a diversos sectores políticos. Provocó particular malestar en los grupos parlamentarios verdes y de la Izquierda Unitaria sus declaraciones contra organizaciones de derechos humanos colombianas que gozan de respeto en el escenario internacional pero que, para el jerarca, son instrumento de «los violentos».
Ante el Parlamento reiteró sus críticas a algunas de ellas, como al Colectivo de Abogados de José Alvear Restrepo.
«Es inaceptable que con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, Uribe intente desacreditar y deslegitimar el trabajo de las organizaciones no gubernamentales», afirma un comunicado del Observatorio para la Protección de los Defensores de los Derechos Humanos, creado por la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Organización contra la Tortura (OMCT).
Los presidentes de los grupos parlamentarios Verde y de Izquierda Unitaria, por su parte, expresaron su «profunda indignación» y «honda preocupación por este señalamiento público», y recordaron que Uribe es «responsable de la vida e integridad física de los miembros de esta reconocida organización defensora de los derechos humanos, como de todas las organizaciones que en Colombia promueven el respeto de la vida y una salida política al conflicto social y armado».
DESPLANTES
La gira de Uribe se vio empañada por otros obstáculos, entre ellos el desplante del Primer Ministro italiano, todavía no claramente explicado, que canceló un almuerzo y una conferencia de prensa prevista con él. Llama particularmente la atención el incidente, dada la sintonía que se podría suponer en las posiciones de derecha del primer ministro Berlusconi.
El otro incidente fueron las declaraciones de Fabrice Delloye, exesposo de la candidata presidencial Ingrid Betancourt, actualmente secuestrada por las FARC, publicadas por el diario Le Monde.
Delloye, de nacionalidad francesa y representante comercial de Francia en Ecuador, se refirió a las fracasadas gestiones para la liberación de Betancourt y aseguró que él y la familia fueron «manipulados por Uribe. Los acusó de hacer fracasar el contacto entre las FARC y la ONU en territorio brasileño, donde se pretendía liberar a Betancourt, dijo Delloye .
Además recordó una acusación de vínculos de la familia de Uribe con el narcotráfico. Se refería a un reportaje donde Uribe admitió su amistad con el narcotraficante Fabio Ochoa y recordó la versión según la cual el padre del presidente fue asesinado por las FARC cuando, según él, utilizaba un helicóptero de Pablo Escobar.
Añadió que un helicóptero cuya matrícula estaba registrada a nombre del padre de Uribe fue hallado después en el laboratorio de coca llamado Tranquilandia, señaló un texto publicado por la prensa colombiana.
La cancillería francesa desautorizó las declaraciones de Delloye, al señalar que las hacía en carácter personal.
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