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A partir de las células de la sangre se pueden producir neuronas, por medio de la reproducción de células madre adultas que realiza David Prentice, profesor en la Universidad de Indiana, Estados Unidos.
La reciente clonación de embriones humanos por científicos surcoreanos y estadounidenses, llama a discutir la urgencia de regular la clonación reproductiva y la terapéutica.
Esto se da cuando Costa Rica y otros países impulsan la prohibición total de estos experimentos.
La clonación de embriones se realizó en la Universidad Nacional de Seúl, Corea del Sur, y luego la revista Science publicó los resultados. Se contó con 16 mujeres voluntarias que, sin recibir pago alguno, donaron 242 óvulos y a partir de ellos se obtuvo una célula madre (ver diagrama «Clonación de embriones humanos».)
Uno de los científicos responsables de la investigación, Woo Suk Hwang, ya admitió sin embargo, que las técnicas investigadas podrían ayudar a que médicos maquiavélicos tipo «Frankenstein» produzcan bebés clonados. Asimismo, apoya la prohibición mundial de la clonación reproductiva, aunque su trabajo trae avances en lo relativo a este procedimiento.
La diferencia entre la clonación reproductiva y la terapéutica es que la primera produce un embrión clonado que se implanta en el útero de una mujer, con la intención de crear un bebé. La segunda produce un embrión clonado que se usa para generar células madre que luego restaurarán tejidos.
Además del criterio de especialistas nacionales, se aprovechó la visita en el país de David Prentice, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Indiana, Estados Unidos; y de Agustín Estévez, profesor de ética y filosofía, y miembro del Programa Regional de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Ellos opinaron sobre la necesidad de una regulación eficaz. En particular Prentice llamó la atención sobre otras investigaciones con células madres, las cuales funcionan positivamente y no son tan polémicas como la clonación de embriones humanos.
RECETA PARA CLONAR
Agustín Estévez explicó por qué la clonación impresiona más, aun cuando puede haber procesos médicos y experimentos riesgosos que no nos preocupan. Hay tecnologías que afectan la representación social o ética que pueden tener algunos grupos y la clonación choca con las representaciones sociales que nos hacemos, porque afecta nuestra representación al cambiarnos la imagen física de la persona y toca temas preocupantes como la genética, señaló.
Si bien los investigadores coreanos pronostican que pasarían muchos años para que la clonación de embriones humanos se pueda usar en tratamientos médicos, la técnica de llevarlos a ese estado les permite estar listos para la clonación reproductiva. «Han publicado la receta para clonar y es el uso que se hace con esos clones lo que genera el debate», declaró David Prentice.
Quienes condenan la clonación de embriones con fines terapéuticos argumentan que en estos experimentos mueren muchos embriones y que esta es una acción cruel contra iniciales formas de vida. Claro que hay quienes dicen: ¿Qué importan unos cuantos embriones de menos?» Pero Prentice, al igual que muchas personas, no cree que éstos deban usarse para investigación. «Tenemos otras opciones como las células madre adultas», dijo (ver recuadro «El cultivo de las células sanadoras»).
También se opone al uso de esta técnica Alejandro Leal, biólogo genetista del Instituto de Investigaciones en Salud de la Universidad de Costa Rica (UCR). En su criterio un embrión implica necesariamente la existencia de un ser humano que emprende un proceso vital.
Por su parte, Agustín Estévez opina que hay convicciones sociales que en caso de mucha urgencia o necesidad habría que violentar; pero si hay alternativas, ¿Por qué no usarlas?
EN CONTRA DE DOGMAS
La Academia Nacional de Medicina de Costa Rica, al igual que científicos del ámbito mundial, apoyan la clonación terapéutica, a diferencia del gobierno costarricense. Henriette Raventós Vorst, miembra de esta academia e investigadora del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM) de la Universidad de Costa Rica, planteó que no debe prohibirse la clonación terapéutica ad portas, aunque reconoce que son necesarios más estudios.
El dilema ético está en la definición del inicio de la vida de un ser humano. En su criterio la clonación no es una fecundación (unión de un óvulo con un espermatozoide), sino que el proceso se compara más con el desarrollo de algunos tumores.
Si se considera como una fecundación porque potencialmente puede originar un organismo, se podría llegar al extremo de afirmar que cada célula podría originar un organismo porque contiene la información completa en su material genético, señaló.
Si vivimos en un país democrático en que se respeta el derecho a disentir y la diversidad de posiciones, ¿por qué prohibir la investigación de nuevas tecnologías que podrían mejorar la calidad de vida de muchos enfermos? Raventós criticó que esto se base en dogmas, creencias y temores.
La clonación de embriones humanos, sin embargo, también se rechaza porque estos experimentos suelen ser muy dañinos para la salud de las mujeres. En este caso, por ejemplo, las voluntarias tomaron altas dosis de hormonas y se sobreestimulan los ovarios. Luego pasaron por cirugía para que les extrajeran los óvulos y en todo esto hay grandes riesgos de daño, explicó Prentice. Esta vez no hubo mucho éxito pues necesitaron 242 óvulos para obtener una sola célula; sólo un 1% de los embriones sobreviven y nacen con muchos daños. Los mismos científicos que apoyan la clonación reproductiva reconocen que estos procedimientos no tendrían fines clínicos. Entonces, ¿para qué lo hacen?
Puede haber más de una razón: si alguna utilidad tiene este procedimiento es para la reproducción y comercio de órganos, apuntó Estévez.
Prentice por su lado indicó que con estos experimentos se obtiene fama mundial como científico, lo cual significa ver su nombre en el periódico, recibir más recursos para sus investigaciones, y así se aseguran fondos para el futuro. Y a los científicos no les gusta, como a muchas personas, que les digan que no pueden hacer tal o cual cosa.
Aunque clonar para curar pareciera un imposible muy grande, Estévez no descarta que el motivo sólo sea la curiosidad humana, el interés genuino por el conocimiento. «Es muy difícil dar un juicio rotundo».
El problema de permitir la clonación terapéutica y prohibir la clonación con fines reproductivos es que una vez que la tecnología para la primera esté disponible será muy difícil evitar que alguien ponga el embrión en el útero de una mujer.
«Un problema inmediato es: ¿cómo se va a controlar que no se embarace a una mujer? Y si después se descubre que hay mujeres que están embarazándose así, ¿se les obligará a abortar?, o ¿qué pasaría si los embriones no funcionan y se empiezan a usar recién nacidos para los experimentos?», se preguntó Prentice.
La línea dónde detenerse es el problema y algunas cosas pueden sonar bien pero en la práctica no funcionan. Estévez opina que «si decimos sí, después es muy difícil parar. Ahí está el problema de la responsabilidad».
EN SETIEMBRE
Desde hace un año el Gobierno de Costa Rica impulsa en las Naciones Unidas una iniciativa para prohibir todas las formas de clonación humana en el campo mundial. Según el documento «Proyecto de convención internacional para prohibir la clonación humana en todas sus formas», comete un crimen quien de modo deliberado manipule material genético para crear un organismo vivo, en cualquier estado de su desarrollo físico, que sea idéntico a otro existente o que haya existido antes. Condena la clonación con fines terapéuticos porque en esos ensayos se destruyen embriones, que son formas iniciales de vida humana y señala que participan en el delito todos los cómplices de cualquier clonación. Pide a los Estados aprobar legislación para castigar a los culpables y detalla los procesos de extradición que se seguirían contra quienes practiquen la clonación, mecanismos de cooperación internacional y solución a controversias entre naciones.
Apoyan la iniciativa 66 países de los 191 estados miembros de la ONU. Entre ellos figuran Estados Unidos, España, Italia, Noruega, Portugal, Irlanda, Nigeria, Uganda y Filipinas. En diciembre pasado la ONU pospuso por un año cualquier discusión sobre un tratado global contra la clonación en seres humanos, así que será discutido en la próxima sesión de la Asamblea, en setiembre.
Unos piensan que hay mucho futuro en esta propuesta pero otros, como Estévez, consideran que aunque puede ser una declaración de principios, después habría que ver si se aplica.
LEGISLACION
En este tema se insiste en que la regulación no sólo tenga una base ética sino eficaz y que sea en pro de los grupos vulnerables. Actualmente la normativa es diferente en todo el mundo; muchos países prohíben la clonación con fines terapéuticos y otros la permiten, como el Reino Unido, pero piden que los embriones sean destruidos después de usar sus tejidos.
Estados Unidos, por ejemplo no tiene legislación específica, sólo prohíbe que se destinen recursos públicos para estas investigaciones. No obstante, muchas se financian con recursos privados. En ese país preocupa que los investigadores estadounidenses pierdan su ventaja técnica porque eso les significaría perder la oportunidad de establecer las reglas éticas del juego, según relata una nota publicada en el New York Times el 15 de febrero.
Prentice comentó que desde hace algunos años intentan que se apruebe una ley para prohibir la clonación humana y aseguró que no sólo se opone la Iglesia, sino también muchos grupos pro vida, de mujeres y gente de ambos partidos políticos.
Cultivo de las células sanadoras
A partir de la reproducción de células madre adultas o postnatales (Stem cells) de una persona, se desarrollan tejidos con los que luego se pueden reparar órganos de ese mismo paciente, sin que su cuerpo los rechace.
Si esto es posible con células normales, ¿para qué clonar?, cuestiona David Prentice, científico que dirige estas investigaciones en la Universidad de Indiana, EE.UU.
El cultivo de células madre en laboratorio se realiza desde los años 80, gracias al desarrollo de tecnología genética compleja. No obstante, no fue sino hasta hace poco que se empezó a usar células para regenerar otros órganos.
Estas se llaman adultas pero no necesariamente provienen de seres adultos, pueden ser de recién nacidos o de cordones umbilicales. Hasta ahora éstas son sólo investigaciones pues no se han tratado pacientes en hospitales; pero se ha probado que se pueden reparar tejidos en casos de leucemia, reponer córneas y hasta de células de la sangre se pueden producir las complejas neuronas.
Prentice explicó que se llaman germinales porque a partir de ellas se puede formar cualquier tipo de tejido: grasa, sesos, sangre, hueso, músculo, tendón. Por ejemplo, para tratar tumores cancerígenos se extraen células de la médula ósea y mientras estas crecen en el laboratorio, al paciente se le aplica quimioterapia. Luego se insertan las células -que no recibieron la radiación- en la zona dañada de la persona.
A quienes sufren ataques de corazón también se les puede sacar células de la cadera, reproducirlas y después de unas horas se insertan de nuevo en el corazón. Para tratar el mal de Parkinson se necesita que las células crezcan por 1 o 2 semanas. Agregó que en algunos nuevos experimentos no saca las células del cuerpo, sólo inyectan un líquido que las regenera y reproduce dentro del cuerpo, tratamiento que podría ser menos costoso.
Dolly murió a los seis años
Años 50: experimentos en clonación con anfibios y animales inferiores.
Años 80: experimentos con ratones, ovejas y vacas.
1997: Clonación de la oveja Dolly, en el Instituto Roslin de Edimburgo, Escocia.
1998: Clonación de ratones, terneros, simios, cabras y cerdos.
2001: investigadores de la compañía de biotecnología Advance Cell Technology anuncian la obtención de tres embriones humanos.
2002: empresa Clonaid, vinculada a la secta de los Raelianos, anuncia el nacimiento del primer bebé clonado; pero no han presentado pruebas.
2003: Dolly es sacrificada porque presentó un envejecimiento prematuro, aunque la vida promedio de las ovejas es de 12 años.
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