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La urbe es un lienzo

El graffitti es una expresión que integra el arte a la vida cotidiana.

El graffitti es una expresión que integra el arte a la vida cotidiana.
Miles de personas recorren las calles de San José diariamente ocupando varias horas para transportarse de un lugar a otro. En este recorrido, el espectador cómplice se apropia de un espacio inundado por las imágenes de los graffitis, murales, monumentos, teatro callejero, cantantes en las plazas, malabaristas y una serie de manifestaciones que construyen la cotidianidad de la ciudad con el arte. Todo en un «performance» colectivo que se vive diariamente.
Qué se entiende por arte urbano y cómo se puede aprovechar en el escenario urbano fueron inquietudes abordadas por artistas y expertos de diferentes disciplinas, quienes coincidieron en la necesidad de aprovechar estos espacios para concretar las manifestaciones artísticas.
Un espacio donde el público podrá apreciar este tipo de manifestaciones será cuando se realice el I Festival Internacional de la Expresión Joven, del 18 al 28 de marzo en diferentes puntos de San José. Durante diez días habrá teatro callejero, escultura y pintura al aire libre, creación de murales y conciertos.
Virginia Pérez Ratton, directora de la galería Teorética definió arte urbano como aquel que se manifiesta en el  espacio público de la ciudad pero fuera de la institución, como el museo o la galería.
Por su parte la arquitecta Ana Paula Montes en su tesis «Propuesta de arte urbano para la ciudad de Heredia»  plantea que la iniciativa de arte urbano surge ante la necesidad de la democratización del arte; esta postura implica un replanteamiento del papel del artista, de los escenarios y del espectador.
El texto define arte público como el conjunto de las intervenciones estéticas que interviniendo sobre el territorio desencadenan mecanismos sociales e individuales de apropiación del espacio que contribuyen a coproducir el sentido del lugar.
Montes considera que el papel del artista es el de construir proyectos que vayan más allá de las dificultades económicas y sociales, a través de un arte público producto de procesos artísticos colectivos, interdisciplinarios y contextualizados, que le permitan interpretar las transformaciones de la vida y su entorno.
Para Montes el arte in situ requiere de la definición de nuevos escenarios extramuros, que rompan con la exclusividad y la actitud elitista, de forma que se estimule una relación entre la obra y el espectador. En este sentido se da una participación de espectadores a diferentes niveles, inclusive como coautores, transformando su percepción.

CIUDAD APROPIADA

El investigador en estudios culturales Ernesto García Canclini en su ensayo «Ciudad invisible, ciudad vigilada» apunta sobre la tensión entre la ciudad experimentada físicamente y la ciudad imaginada.
«Nos damos cuenta de que vivimos en ciudades porque nos apropiamos de sus espacios: casas y parques, calles y viaductos. Pero no recorremos la ciudad sólo a través de medios de transporte sino también con los relatos e imágenes que confieren apariencia de realidad aun a lo invisible: los mapas que inventan y ordenan la trama urbana, los discursos que representan lo que ocurre o podría acontecer en la ciudad, según lo narran las novelas, películas y canciones, la prensa, la radio y la televisión» señala Canclini.
El profesor universitario y miembro del grupo muralista Andamio, Alberto Moreno manifestó que el espacio público se puede aprovechar para dejar de producir para el museo,  el teatro o  el estudio de grabación, lo cual compromete el arte con otras premisas.
Detalló la diferencia entre arte público y arte urbano, ya que este último hace referencia a las grandes ciudades, a la urbe.
«El arte público no está hecho para ser colgado en la pared de un coleccionista, sino que pertenece a la comunidad», manifestó Moreno.
Según el muralista el arte satisface necesidades de expresión social donde la comunidad vincula su orgullo y también satisface las necesidades industriales como el diseño arquitectónico.
En este sentido consideró necesario que los edificios públicos dispongan de un diseño arquitectónico que prevea un espacio  para la escultura, la pintura mural y para obras de arte público. Además, las instituciones públicas deberían asegurar un presupuesto para la adquisición de estas obras.
Con respecto a la función social del arte público,  comentó que la experiencia de Andamio en  el trabajo con jóvenes les ha permitido ampliar su sentido de pertenencia y construir su identidad a partir de expresiones artísticas.
Por su parte,  el artista y docente universitario Eduardo Torijano, detalló que se habla de arte urbano porque existen necesidades sociales y políticas que plantean líneas de acción en el arte muy distintas a las que se desarrollaron en el siglo XX, como las galerías y museos.
Hay que hacer la diferencia entre arte privado y arte público,  ya que este último corresponde a nuevas condiciones de la ciudad y la movilización dentro de ella.
Por este motivo el arte urbano tiene reglas diferentes de apropiación, es decir, de cómo se adueña el espectador -un transeúnte anónimo-  de la producción del artista.
«Las posibilidades de manifestación son tan grandes como las que nos brindan la industria y la tecnología. Mientras en una galería se espera un formato específico que ayude a vender, el arte urbano puede manifestarse en una parada de buses, basureros, autobuses, el diseño arquitectónico, las señalizaciones,» dijo.
Además, Torijano estableció la diferencia con lo que denominó el pseudoarte urbano, que son las vallas publicitarias «que más bien producen  contaminación visual».
Sobre el concepto de arte urbano el profesor de escuela de Arquitectura Rodrigo Fernández dijo que se tiende a pensar que hay un arte con «a» mayúscula, considerado como algo muy sofisticado y  dirigido a un público elitista, que disminuye hasta lo popular, «pero en realidad existe una articulación entre ambas manifestaciones, en  la medida que expresan un cierto nivel de calidad en el sentido de bienestar, de disfrute y  asombro».
Al respecto expresó que «uno de los cometidos del arte público tiene que ver con esa posibilidad que nos brinda para comunicarnos y para encontrarnos a través de los graffiti, en los parques temáticos de esculturas  y en los murales».
Por su parte, el filósofo Jorge Jiménez explicó que la ciudad es un megaobjeto vivencial y estético, un escenario de múltiples eventos simultáneos, lo cual define las características del arte urbano.
«Hay una estética de la urbe con manifestaciones propias. Lo artístico radica en la concreción de actos efímeros, como conciertos, o fijos como el graffitti», comentó.
Jiménez citó como expresiones propias de arte urbano las presentaciones de payasos en las ferias y turnos, el graffitti y los «flash mov», escenas del absurdo en medio de una cotidianidad.
Pérez Rattón considera que el arte urbano usualmente es efímero, pues desaparece, dura el día que se hace.
Citó como ejemplos de esto los «performance» o las acciones, que son manifestaciones que ejecuta el artista solo. Un ejemplo de esto es el desnudo que realizó Albán Camacho frente a la Asamblea Legislativa.
Por otro lado, las acciones involucran la participación del público, como la que realizó Joaquín Rodríguez del Paso en que le pagaba a la gente un dólar por los dibujos del billete de un dólar que realizaban allí mismo.
Pérez resaltó  que también existen las intervenciones, las cuales  buscan alterar fragmentos del espacio urbano como monumentos y edificios.
«El graffiti es típicamente urbano y en Costa Rica se da hasta hace poco, porque San José siempre fue un pueblito. Tenía que aparecer por lógica ante el caos urbano», comentó.
Para Pérez el graffiti es una manifestación de una cultura underground y una expresión artística totalmente respetable.
«En Costa Rica, los artistas más jóvenes se están apropiando de la ciudad, la rescatan para hacer trabajos interesantes», subrayó.

GARABATOS Y VULGARIDADES

Existen diferentes posiciones con respecto a lo que se puede considerar arte público y sobre cuál función debe cumplir en la sociedad. Las discusiones se centran desde quiénes están llamados a realizar este tipo de arte, en qué lugares, medios y qué tipo de expresiones.
Para el escritor y Premio Nacional Magón Luis Ferrero, el arte urbano estriba en monumentos en plazas públicas, que la persona pueda contemplar,  y en murales realizados por artistas de calidad.
Al respecto consideró que «en Costa Rica los monumentos no tienen ningún mensaje ni enseñanza, y los graffitis se centran en garabatos y vulgaridades».
Por su parte, Fernández manifestó que la relación entre arte y sociedad en Costa Rica se perdió hace mucho tiempo y se ha privilegiado el arte para la gente que lo puede comprar.
«Creo que en general los artistas costarricenses son muy inhibidos. Lo que hacen es un arte  netamente comercial,  que tiene por sentido  su venta en las galerías. Con pocas excepciones,  no hay propuestas que signifiquen una forma de transgredir, de revelarse  ante la realidad, de decir que no, de ir más allá de lo que se nos presenta», recalcó.
Agregó que en Costa Rica existe una reducida cultura urbana y artística, «no hay manifestaciones populares callejeras que demuestren sensibilidad y los artistas no se quieren comprometer con nada».
«No es que el arte debería ser de protesta,  pero sí que implique un compromiso con el ser humano.  Por ejemplo, el presupuesto del Ministerio de Cultura lo reducen año a año y no hay ni un solo artista que diga nada», concluyó.
Por su parte, Torijano añadió que la cultura del arte urbano refleja el nivel espiritual e intelectual en que la sociedad se encuentra. «Habría que preguntar ¿tenemos un desarrollo en arte urbano que responda a lo que queremos ser como costarricenses?»

  • Alonso Chaves 
  • Cultura
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