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La Pasión según Mel

Nueva York. Una salva de aplausos resonó desde el corazón del cine mientras en la pantalla terminaba la película y fosforecía el nombre del director… Mel Gibson. La función había terminado pero muchos se quedaron en las butacas, respirando bajo una nube de silencio. Algunos sacaban pañuelos para secarse las lágrimas y otros simplemente reposaban inmóviles. Unos días atrás, una mujer en Kansas había muerto de un infarto al ver la escena de la crucifixión.

Nueva York. Una salva de aplausos resonó desde el corazón del cine mientras en la pantalla terminaba la película y fosforecía el nombre del director… Mel Gibson. La función había terminado pero muchos se quedaron en las butacas, respirando bajo una nube de silencio. Algunos sacaban pañuelos para secarse las lágrimas y otros simplemente reposaban inmóviles. Unos días atrás, una mujer en Kansas había muerto de un infarto al ver la escena de la crucifixión.
«Let’s go», le dijo un joven negro a su novia y se levantaron para salir de las tinieblas, de aquella sala, ubicada en medio de rascacielos y luces de neón en el bulevard neoyorquino más emblemático del mundo capitalista, Times Square. Afuera, la marquesina electrónica mostraba la cartelera de películas y en la línea de «La Pasión de Cristo» aparecía, intermitente en pálido amarillo, la expresión «Sold out»: boletos agotados.
En Estados Unidos, Mel Gibson, un actor que se ganó la popularidad como galán de filmes históricos y de pistoletazos, está causando furor con su película sobre las últimas horas del fundador del cristianismo. Miles abarrotan las salas de proyección, en una onda expansiva que comenzó en Nueva York y que se extiende por todo el país, y sin lugar a dudas, en algunas semanas se extenderá por todo el mundo.
La película, haciendo honor a su título, está levantando pasiones. Mientras los católicos y otros cristianos la defienden a capa y espada, algunos sectores judíos la acusan de antisemita y no pocos críticos la rechazan porque consideran que contiene una violencia mayúscula.
Gibson se defiende devotamente. Y dice que su versión cinematográfica se apega a los evangelios. En una entrevista con la diva del periodismo televisivo Diane Sawyer, el director negó, con una frase rotunda, que sea antisemita: «Es pecado», contestó.

RESURECCIÓN DE IDIOMAS…

El filme, que narra durante dos horas y seis minutos las últimas doce horas de la vida de Jesús, está hablado en dos idiomas históricos, el arameo y el latín (¡qué vivas eran las lenguas muertas!). Gibson rescató esas gramáticas lejanas y las puso en boca de su elenco: James Caviezel, quien encarna a Jesús; Maia Morgerstern, con el papel de María y la deslumbrante italiana Mónica Belluci, que le da cuerpo a María Magdalena.
La historia según Gibson comienza en el Monte de los Olivos, donde los evangelios relatan que Jesús pasó orando toda la noche antes de su arresto. A partir de ese momento el protagonista vive una letanía de traiciones, humillaciones y, sobre todo, mutilaciones. Las imágenes muestran explícitamente el látigo en la carne, la daga en la herida, el clavo en el músculo. Definitivamente esta película no es para nachos ni palomitas…
A lo largo del martirio, Jesús recuerda -a través de flashbacks- pasajes de su infancia, de su oficio de carpintero y de sus prédicas. En el hilo conductor hay un personaje que lo acosa y lo tienta, el demonio, visualizado aquí como un ser lívido, imberbe y de túnica negra, que por momentos toma forma de animal de dientes carniceros.
Para el creyente, esta versión de principios del siglo XXI resulta realista y tonificante. Para el no creyente, también pudiera ser cohesiva pero, a la vez, mitificadora. En momentos de guerra y confusión como los que vive el mundo, pareciera que para muchos descansar en el oasis de la fe es un respiro y una necesidad.
El Vaticano ha sido confuso en su opinión sobre esta pieza. El mismo Gibson lo ha explicado: primero recibió un «email» de apoyo, luego otro mensaje donde se negaba ese apoyo, y finalmente, él mismo no entiende lo que pasó.
Como su autor intelectual, Gibson sostiene que pasó más de veinte años soñando con este proyecto, que en tan sólo sus primeros cinco días de exhibición en Estados Unidos recaudó $117,5 millones. Y bueno, el sueño se le transfiguró… en un milagroso éxito de taquilla.

JESUCRISTO SUPERESTRELLA

«La Pasión de Cristo» arrancó con la mejor de las publicidades… la controversia. Sus máximos opositores alegan que es una apología del sadismo y la masacre. También, sostienen otros, debería ser prohibida porque culpa a los judíos de la muerte de Jesús, y esto podría desencadenar una nueva ola de antisemitismo.
Es así como Jesús se está convirtiendo en 2004 en una renovada superestrella mediática. Hablan de su vida en programas de radio y televisión que generalmente sólo abordan temas de política y de políticos, hablan de él profesores universitarios, le dan portadas los periódicos de prestigio y los sensacionalistas…
El artífice de este efecto dominó es un hombre que confiesa que siempre quiso ser periodista, pero terminó haciendo de actor. Sus trabajos más conocidos son «Mad Max» (1979), «Arma Letal» (1987) y «Corazón Valiente», que en 1995 recibió una catarata de premios Óscar. Gibson nació en 1956 en un pueblo de Nueva York, pero en su juventud se mudó a Australia, de donde adquirió el acento que se nota en sus primeras películas.
Su «Pasión» aparece en un momento histórico crucial: el mismo año en que Estados Unidos decide o no la continuidad del presidente George W. Bush; cuando se debaten los matrimonios gays, se vive una paranoia antiterrorista y hay batallas sanguinarias. Un tiempo violento en el que aparece una película tildada de violenta, un tiempo paradójicamente intolerante, para un personaje bíblico que predicó la tolerancia y pidió amar a los enemigos.

  • Nefer Muñoz 
  • Cultura
Violence
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