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Hace algo más de ocho décadas, en un pequeño país a orillas de un océano azul lleno de aves pasajeras, en una colmena corriente, con muchas obreras y otros tantos zánganos, nació una pequeña abejita. Los espejos de la lluvia le revelaban que era diferente: fruto de la unión de dos etnias, tenía los ojos rasgados y desde muy chiquita, escuchaba las voces del silencio que la llamaban de muy lejos. Las escuchó atentamente, descifró sus mensajes y contra viento y marea, una mañana soleada, desplegó sus ligeras alitas y se perdió sobre el mar, allá por donde el sol renace desde siempre…
Después de muchas lunas, un día regresó: alas muy fuertes, corazón repleto con el polen del conocimiento. Había desafiado los imposibles y alcanzado el remoto Oriente, guiada por las vibraciones energéticas que sólo perciben quienes están en sintonía con el Universo. Era un mundo desconocido pero la pequeña abejita encontró almas buenas que le tendieron una ala, cuando las suyas buscaban amparo… Y mientras las abejas comunes disfrutaban su colmenar, ella realizó muchos vuelos, cada vez más cerca del sol. Llevaba sueños y traía verdades. Quería ser diferente y escuchó su corazón. Con los días, el polen se transformó en miel de sabiduría que con amor se dedicó a transmitir… Eminente profesional, formadora innata, con su ejemplo sembró principios vitales en las nuevas generaciones, a las que les vibró con el alma. Honesta, positiva y altruista se entregó a causas justas y nobles: derechos humanos ( perdón, «abejunos»), libertad, arte, educación y el medio ambiente. Fue fiel a su destino y a su colmena; se iba pero regresaba. Levantó su voz cuando la paz fue violada y la tierra bañada con la sangre inocente. Condenó con ahínco la irreflexiva cultura ( o incultura) armamentista de destrucción y guerra. Dejó escuchar su llanto por las abejitas niñas del mundo, amenazado por la ambición insaciable de los poderosos abejorros.
Nacida junto al mar, heredó de él la constancia y la disciplina, el amor a la libertad… Incansable aprendiz, continúa buscando el vuelo del espíritu y la esencialidad de la vida con los ojos de su alma siempre niña. Su vida es una rica lección filosófica sobre el vivir con frugalidad, prudente alegría y mucho agradecimiento. Muerte y vida son sólo dos danzas circunstanciales de un viaje muy largo, que trasciende al tiempo…
Cabellera de plata; memoria de oro, esta abejita ha sido puente lumínico permitiendo la armónica relación intercultural entre dos mundos. Respetuosa y tolerante de todo credo, ha sido también río, arteria refrescante y vital, en busca constante de su mar: Ser, Conocer y Saber. Ha cantado a su tiempo, a sus valores y virtudes y ha repartido su corazón y su vida en ramos de amistad… Por ello, con justicia kármica, en un instante cairológico, le han otorgado el máximo reconocimiento a toda una vida dedicada a la cultura… Nunca antes un Magón fue tan aplaudido y celebrado.
Gracias Hilda Chen Apuy; su existencia trae a esta vida el fresco aroma de los azahares que coronan los montes más altos, esos en donde las estrellas suelen dejar su polen nacarado y vital.
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