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Fantasías y realidades en la gestion

Ningún cargo en la gestión universitaria resulta de mayor importancia para el futuro de la Universidad  que el del Rector. En este cargo se requiere de una ESTRATEGIA CORRECTA y, especialmente, de un ESTRATEGA, que logre diferenciar entre fantasías y realidades, para desplegar un plan de acción  con visión de largo plazo, que nos comprometa a todos en la construcción de la Universidad del futuro.

Ningún cargo en la gestión universitaria resulta de mayor importancia para el futuro de la Universidad  que el del Rector. En este cargo se requiere de una ESTRATEGIA CORRECTA y, especialmente, de un ESTRATEGA, que logre diferenciar entre fantasías y realidades, para desplegar un plan de acción  con visión de largo plazo, que nos comprometa a todos en la construcción de la Universidad del futuro.
Hace algunos años, en nuestras escuelas de negocios se hablaba de administración o gestión, como un proceso que consideraba las fases clave de: planear, organizar, dirigir y controlar. Hoy sabemos que la función administrativa es mucho más compleja, y que su diagnóstico y prospección resultan determinantes en la concepción de un líder para encabezar certeramente a la Universidad.
El programa de trabajo que los candidatos a la Rectoría  presenten en estos días, debe considerar no sólo el plan de acción sino, también, la capacidad personal y  administrativa para emprenderlo y cumplirlo. De lo contrario, estaríamos manejando una fantasía electorera, que con la misma rapidez  con que matricula adeptos, provoca el desencanto y la renuncia de muchos al compromiso con la Universidad.
Un administrador eficaz debe trascender el cumplimiento del trabajo asociado a obligaciones cotidianas, para administrar  la autoridad y rango que ostenta,  manejando integralmente diferentes tipos de relaciones interpersonales:  a)como líder y superior, b)     como enlace competente y, c) como decisor emprendedor.
Los muchos problemas que diariamente enfrenta un Rector son resultado, a menudo, de la falta de tiempo para anticipar las consecuencias que puedan tener sus acciones o las que se dejan de hacer. Esto obliga a contar con un líder capaz de delegar, de dirigir rápido y certero, de enlazar competencias de un mundo organizativo  interdependiente como el de la Universidad y de enfocar las decisiones sin perder la perspectiva, pero con economías de tiempo que le permitan cumplir el rol de ESTRATEGA.
La primer cualidad del Rector como líder obliga a entender que la Universidad es una entidad en marcha, con su propia dinámica, y que para administrarla, es indispensable contar con una amplia trayectoria académica e institucional, que le permita ganar tiempo en la concepción y diagnóstico de su dinámica y realidad.
La segunda cualidad del Rector, ser enlace competente, requiere de competencias probadas en la conciliación y negociación de la pluralidad universitaria, de manera que logre balancear el idealismo con la conveniencia institucional y la libertad  con los objetivos y obligaciones de la organización universitaria.
La tercera cualidad, la de decisor emprendedor,  perfila a un administrador que propone nuevos campos de acción para concretar una estrategia eficaz y unitaria que mejore el ambiente universitario ante un entorno cambiante, que sea receptivo a nuevas ideas, que articule objetivos y recursos con la misión-visión de la Universidad y que asigne recursos con criterios justos y balanceados.
Esas tres cualidades las encontramos bien articuladas en la persona del Dr. Ramiro Barrantes.  Su excelencia académica y su liderazgo indiscutible nos ofrece (aún a quienes seguimos colaborando desde fuera) la garantía suficiente de que en él tendremos  un gran rector, un SOLO RECTOR.

  • Moisés Hernández
  • Opinión
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