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Karen Hansen Kuhn también se reunión con varias personas de la Asamblea Legislativa.
La coordinadora y fundadora de la Alianza por un Comercio Responsable (Alliance for Responsible Trade-ART), Karen Hansen Kuhn, estuvo de visita en el país para hablar de las perspectivas del Tratado de Libre Comercio Centroamérica-Estados Unidos en el ambiente político estadounidense.
La activista estadounidense fue invitada por el Encuentro Popular, una red de grupos sindicales de mujeres, jóvenes, sectores campesinos y organizaciones no gubernamentales interesados en enfrentar el TLC.UNIVERSIDAD la entrevistó el pasado 27 de abril, ocasión en la que Hansen se mostró optimista con respecto a la lucha contra el tratado. Explicó que en el momento en que tuvieran los votos en el Congreso de EE.UU., el proyecto podría pasar por vía rápida en dos semanas y que es posible que introduzcan el proyecto entre el 15 de junio y finales de julio. Sin embargo, después los congresistas van a receso y luego estarán en plena campaña electoral, momento cuando será muy difícil pasar el TLC.
En general, Hansen señaló que la gente critica el papel de las transnacionales, porque ven que no tienen ninguna lealtad a las comunidades ni hacia EE.UU., ni en Centroamérica ni en China. Sin embargo, este es un cambio que surgió desde el debate sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA), pues se culpaba a los trabajadores de los otros países que ofrecían mano de obra más barata que atrajo empresas estadounidense. Ahora el enfoque está en las transnacionales y en las reglas que facilitan que ellas hagan lo que quieren.
También subrayó que el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) está básicamente estancada, y que es prácticamente imposible que EE.UU decida eliminar sus subsidios agrícolas en un año electoral, por eso impulsan estos otros acuerdos comerciales y avanzan en los mismos objetivos que siempre han tenido: inversión, servicios y propiedad intelectual. Un aspecto esencial, dijo Hansen, es la cláusula inversionista-Estado, que da a los inversionistas extranjeros la potestad de presentar reclamos por compensación ante cualquier ley de un país que afecte sus inversiones. Detalló que por ejemplo, el Tratado entre EE.UU.-Australia no tiene esas cláusulas porque Australia no quiso aceptarlo, aunque sí se impuso en el CAFTA cuando es algo que debe ser rechazado en cualquier acuerdo comercial. A continuación un extracto de la entrevista.
¿Cuál es el ambiente en su país con respecto a este TLC, hay posibilidades de que el Presidente Bush lo haga pasar por el Congreso antes de que termine su mandato o bien pasaría como con el NAFTA, que se revisó y aprobó después de las elecciones?
– Estimamos que va a ser muy difícil que el Congreso vote el CAFTA este año. Aún los voceros del USTR (Departamento Comercial de EE.UU.) dicen que no tienen los votos, que en este momento sería rechazado, sobre todo en gran parte por los demócratas. Pero además el libre comercio no es un tema popular en un año electoral y menos en el contexto en que estamos, de una recuperación económica que casi no genera empleos. Los empleos que se crean pagan menos que antes y son en el sector servicios, como en WalMart. Así que son muchas cuestiones sobre ese modelo de libre comercio y no es sólo por la pérdida de empleos. En el debate sobre el NAFTA se hicieron muchas promesas en democracia y ambiente, una serie de cosas que no pasaron. Ahora, cuando la administración repita las mismas promesas con estos acuerdos de libre comercio, hay mucho escepticismo entre la población en general y en el Congreso; persisten muchas dudas sobre ese modelo.
¿Se puede decir que es el empleo lo que más le preocupa al estadounidense común y corriente sobre este tipo de acuerdos?
– Sí, hay más conciencia sobre los temas ambientales, por los problemas en la frontera con la construcción de maquiladoras sin la infraestructura necesaria. Aunque no creo que todo eso se deba al libre comercio, pero se entiende que son las corporaciones las que fijan las reglas para ese tipo de intercambio y por los escándalos con las transnacionales, hay poca confianza en su papel y más conciencia del poder que tienen. Así que es un cuestionamiento hacia ellas también.
De hecho hay muchas transnacionales estadounidenses establecidas en Costa Rica que hacen cabildeo en Washington.
– No sólo transnacionales, también hay gente de los gobiernos centroamericanos haciendo lobby, así que aunque nuestras estimaciones son que no podrían conseguir una aprobación ahora, nunca se sabe lo que pasa detrás, hay congresistas que no han declarado su posición, hay mucha presión. Van a intentar hacerlo a finales de julio, cuando el Congreso irá a receso. Después creo que sería casi imposible. Pero de aquí a julio estamos en campaña porque sabemos que el otro lado también está haciendo su lobby.
En el ambiente político estadounidense ¿qué se espera de una eventual administración de John Kerry en cuanto a este tema de los acuerdos comerciales? Entendemos que él cambió su posición original de respaldo al TLC por haber recibido respaldo de la central sindical AFL-CIO. ¿Es esto pura politiquería?
– Él siempre ha votado a favor de todos los acuerdos comerciales, así que no ha estado de nuestro lado aunque durante el debate ha expresado inquietudes sobre el «fast track» y la cuestión inversionista-Estado. Ahora creo que está respondiendo a esta creciente conciencia en EE.UU. y al debate sobre la exportación de empleos (outsourcing). Creemos que es bueno que diga que no aprobaría el CAFTA tal como está y que habría un período de revisión de todos los acuerdos, ya eso sería algo. Mi preocupación es que Kerry sea igual a Clinton, que plantee algunos cambios menores pero que sea el mismo acuerdo. La diferencia de las coyunturas entre Clinton y Kerry es que con el primero no había una experiencia previa. Dijimos que el NAFTA tendría tales consecuencias y el otro lado dijo otra cosa; pero ahora tenemos las pruebas después de diez años de vigencia.
¿Podría referirse a la forma en que el TLC afectaría las iniciativas de comercio justo y productos orgánicos certificados?
– Hay una cláusula en el texto que dice que un Gobierno no puede designar una parte de su cuota para exportación de un producto a un grupo de productores o a una ONG, y se piensa que eso podría amenazar la exportación de productos de comercio justo. Es algo que no hemos visto en ningún otro acuerdo comercial y que ha desatado mucha preocupación en EE.UU. por ser algo nuevo, por no haber una explicación del Gobierno de por qué fue necesario prohibir que se designe esa porción de la cuota. Y no hay ninguna respuesta del Gobierno, ninguna palabra sobre eso.
¿Cuales son sus propuestas alternativas para un desarrollo justo y sostenible frente a esta avalancha de negociaciones comerciales en todo el continente?
– La Alianza por el Comercio Responsable es parte de la Alianza Continental y tenemos un documento que se llama Alternativas para las Américas, que comenzamos a trabajar en 1998, con propuestas sobre los temas que están en negociación. En general creemos que no se trata de una modificación al ALCA, sino de un enfoque distinto de cómo se podría pensar en el intercambio entre nuestros países. Creo que en este período que viene tendremos que hacer más sobre las alternativas, empujar más al Gobierno brasileño a profundizar sus propuestas, hablar con los venezolanos también. Algo que tendría que pasar primero es que todo el proceso de negociación debería cambiar. Negociar en secreto, con burócratas de varios países nunca va a resultar en un comercio equitativo y sostenible. Debe haber consultas con las poblaciones afectadas y deben ser sus propuestas las que entren en las negociaciones.
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