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Los signos del 1 de mayo Otro «combo» en marcha

El malestar de la ciudadanía se palpó en las manifestaciones del 1 mayo.

El malestar de la ciudadanía se palpó en las manifestaciones del 1 mayo.
El clásico autoritarismo liberal (esta vez «neo») escaló alturas patéticas durante la sesión legislativa del 1 de mayo, con la firma del pacto entre el Partido Unidad Social Cristiana y el Movimiento Libertario, por el cual el primero obtuvo los sufragios del segundo, en primera votación, para presidir el Directorio de la Asamblea durante la próxima legislatura.

Porque solo el adjetivo «patética» describe la intención de proscribir -por «decreto»- toda manifestación de la sociedad organizada que intente atravesar la alambrada autoritaria y excluyente que han levantado los sectores más poderosos, tan sesgadamente representados por la autista administración Pacheco y la barrita matonesca de los «macho-men» libertarios (alianza que también ha copado a la televisora pública, Canal 13).

No otra cosa es el acuerdo de impedir la conformación de más comisiones especiales mixtas, como la creada para encontrar una salida democrática e institucional a la protesta contra el «combo» del ICE, en 2000, que obligó a al bipartidismo a atender las objeciones de la población.

Porque en aquella coyuntura, mientras el país estaba conmocionado y «en marcha», la mayoría bipartidista en la Asamblea festinaba, literalmente, el proyecto del «combo», atropellando toda legalidad, hecho que luego fue puesto en evidencia por la Sala Constitucional.

En esa ocasión, la gente tuvo que recurrir a las calles para hacer valer su legítimo derecho de ser tomada en cuenta y, por fin, en el Tribunal Supremo de Elecciones se llegó al acuerdo de conformar la respectiva Comisión Mixta Especial.

Pasó el tiempo, pero el autoritarismo volvió a la carga. No otra cosa tiñe la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, con su sistemática exclusión de un verdadero debate nacional, con sus cartas paralelas y confidenciales, pero cuyo contenido entrará a regir cuando se firme el Tratado -según consta en ellas-, con el Presidente faltando a la palabra inicialmente dada -con la vehemencia de un compromiso-, en cuanto a que no se incluirían en el TLC las telecomunicaciones ni los seguros, porque -reconocía entonces- era claro que no había consenso que lo legitimara. No otra cosa que autoritarismo y exclusión llevaron a sacar la voz de los distintos sectores sociales organizados de la discusión sobre la reforma fiscal que -¡sorpresa!- no solo no va en el camino de hacer más progresiva y equitativa la contribución en impuestos para el desarrollo del país, sino que quiere reducir el impuesto a la renta -es decir, a los que más tienen- ¡de un 30% a un 18% o 26%!

En este contexto, el Presidente en su discurso sobre el estado de la Nación, dice que «Costa Rica está en marcha» y llama a la unidad nacional.

El equipo económico de don Abel se jacta de haber reducido la pobreza en 2003, pero se hace «el sueco» sobre el hecho de que la metodología utilizada por la Encuesta de Hogares es revisada por el propio Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, con apoyo de la Escuela de Economía de la UCR, porque -como informó únicamente UNIVERSIDAD- contiene sesgos que, una vez discriminados, reducen a nada los famosos dos puntos de menor pobreza.

El equipo económico se jacta de haber aumentado el crecimiento económico el año pasado, pero no dice nada sobre el hecho de que los salarios mínimos están prácticamente estancados, y que los actuales, como muestra el cuadro, son -una vez restada la inflación-, realmente iguales ¡a los de 1998!



¿HACIA DÓNDE MARCHA COSTA RICA?



Incluso para el arzobispo Hugo Barrantes, heredero del «monseñor» Sanabria, el crecimiento económico sin redistribución lleva al despeñadero. Y por eso dijo que la atracción de inversiones mediante la creación de empleos baratos -que quieren ser abaratados más todavía con el proyecto de ampliar y flexibilizar la jornada laboral-, podrá llevar al «modelo mexicano», de mucha inversión extranjera (y mucha más pobreza), pero sin duda no llevarán a una sociedad solidaria con bienestar para el conjunto.

«Es necesario un nuevo contrato social», dijo Barrantes en su alocución por el Día de las Trabajadoras y los Trabajadores, como en los años 40 lo dijera Sanabria. Habrá que ver, todavía, si «a la hora de la hora», jalonada por el clamor popular, la jerarquía católica asume una posición más activa en esa dirección. Esta fue la duda que expresó Albino Vargas, representante de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados, quien hizo ver la contradicción en que incurrió el arzobispo cuando, tras su crítica al modelo, únicamente pidió que se asistiera de manera especial a las «bajas» que éste dejaba regadas en su camino.

Paradoja de paradojas, las críticas arreciaron contra un grupo de jóvenes anarquistas que, molestos con el curso de las cosas, osaron tirar piedras contra la Asamblea durante la concentración del 1 de mayo. Pero ¿con qué autoridad moral puede criticárseles cuando el Gobierno ha dado el aval para que la administración Bush tire, no piedras, sino bombas en Irak, que mutilan y matan a miles de personas?

En su listado de «logros», don Abel quiso tapar la ominosa falta en que hizo incurrir a la política exterior -hasta entonces de reconocido antibelicismo-, con las gestiones que dijo haber realizado para evitar la muerte de Amina Lawal, condenada por el patriarcado de la «sharia» nigeriana musulmana, a ser asesinada por decidir sobre su propio cuerpo.

Pero, dado el contexto de un Gobierno que no se amarra los pantalones para lograr la aprobación de la ley que penaliza con cárcel la violencia contra las mujeres, esto no fue más que un típico gesto de los patriarcas de la democracia liberal, occidental y cristiana: usar a las mujeres como «adorno» y «complemento», adornar su discursos con uno de esos condescendientes arreglos florales que les gusta proporcionar a las diputadas en las ceremonias especiales -y que cada vez más de ellas rechazan.

Ante este panorama, la indignación popular es cada vez más inclusiva: trabajadoras y trabajadores, personas desempleadas, militantes y no (feministas, trotskistas, anarquistas, «punks», socialistas, simplemente seres humanos inconformes) se aglutinaron para manifestar su molestia. Y, como un signo adicional de los tiempos, hasta se constituyó, este 1 de mayo, un nuevo partido de izquierda, el «Foro de Acción Política», que dice aspirar a dirigir el descontento, con el exdiputado José Merino del Río como uno de sus líderes.

Todo indica, sin duda, que el país marcha, pero que no va por buen camino, como dice el Ejecutivo. Y el viento parece traer el rumor creciente de otro «combo».

  • Emanuel García Jiménez 
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