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La pobreza, especialmente la que afecta a la niñez, es uno de los factores que debilitan la democracia costarricense.
La democracia costarricense, a pesar de ser la más sólida de América Latina, se debilita por su coexistencia con la pobreza y el desencanto hacia la política.
Estos elementos se consolidan como amenazas al sistema pues la ciudadanía no ve satisfechas sus necesidades, advierte un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
A pesar de que la democracia como sistema político de gobierno, está más que asentada en el país desde hace más de un siglo, ésta ha dejado de responder a los nuevos requerimientos de la población, especialmente de los sectores más excluidos como mujeres, jóvenes e indígenas.
El informe destaca que la ciudadanía costarricense dejó de verla como un fin en si misma y más bien como un medio, el cual no llena sus expectativas, pues la pobreza se mantiene, mientras se profundizan los problemas económicos y se agrava la exclusión social.
A MEDIO RECORRER
José Manuel Hermida, representante del PNUD en Costa Rica, dijo durante la presentación del documento que a pesar de esta condición a la que «hay que ponerle cuidado», el país se mantiene como la nación con mayor apoyo a la democracia en todo el continente.
Mientras que en América Latina 8 de cada 10 personas reconocieron que no les importaría tener en su país un régimen totalitario siempre y cuando les resolviera sus problemas, el 70% de los costarricenses aseguró que prefieren la democracia a cualquier otro sistema de gobierno.
Para Kevin Casas, coordinador del informe en nuestro país, este balance es bastante positivo en cuanto a derechos políticos como el ejercicio del sufragio a pesar del aumento del creciente abstencionismo.
Casas destacó que este problema es más profundo en el nivel comunitario, lo que quedó al descubierto en las pasadas elecciones de alcaldes, en 2002, cuando sólo votó el 30% de la población.
A pesar de que el país tiene la máxima calificación en cuanto a derecho al voto, transparencia y libertad en las elecciones, la ciudadanía muestra un total desencanto con los partidos políticos, lo que genera un «crisis política» general que amenaza la estabilidad del sistema democrático en el futuro, agregó.
Según el politólogo y analista Fernando Zeledón, el informe dejó al descubierto «un empobrecimiento de la democracia» no sólo por la «coexistencia con la pobreza sino porque cada vez hay un mayor desafío a las instituciones como la Asamblea Legislativa, las municipalidades y el gobierno en su totalidad».
«Hay una fuga de personas de las esferas públicas por las deficiencias en las consolidación de derechos sociales y económicos», agregó.
En su opinión el problema tenderá a agravarse con el tiempo, pues las personas padecen carencias que reclamarán en un futuro.
El caso más claro, según el analista, es el de la educación, pues a pesar de que una mayoría de niños y niñas concluyen la escuela (91,3%), hay un enorme vacío en la secundaria, donde sólo el 43,4% de jóvenes que inician sus estudios logran terminarlos.
Además, estos últimos pasan a engrosar los sectores excluidos, pues la tasa de desempleo entre la población menor de 24 años es de 14%, más del doble de la tasa promedio para el país, que ronda el 6%.
Esta situación crea una especie de «colchón» de personas que no ven, y posiblemente no verán satisfechas, a través de la democracia, sus necesidades y derechos básicos en el campo social y económico.
Además de los derechos meramente políticos, el país se sitúa a la vanguardia del continente en algunos rubros sociales como salud y administración de justicia.
El informe señala que Costa Rica cuenta con una de las tasas de homicidios más bajas del continente, aproximadamente 6,3 asesinatos por cada 100.000 habitantes, mientras que en Guatemala y El Salvador, esta tasa sobrepasa los 30 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Sin embargo menciona que el 40 % de la población carcelaria espera un juicio o una condena, y que las prisiones operan a un 109% de su capacidad máxima.
PARA AVANZAR
Los especialistas coincidieron en que para que Costa Rica se mantenga a la vanguardia del continente en materia de democracia, es necesario una mayor participación civil y que las autoridades abandonen el concepto de una simple democracia electoral.
Esta participación debe estar orientada a una «concertación entre la democracia, el Estado y el mercado», que permita un real cumplimiento de los derechos sociales y económicos, y por lo tanto un mejoramiento en la calidad de vida de toda la población, apuntó Zeledón.
Subrayó que el informe demostró que a pesar de todas sus virtudes, la democracia costarricense es un sistema «perfectible y mejorable», especialmente en el campo de la participación ciudadana, pero que eso no depende sólo de las esferas políticas, sino de la actitud de la misma población.
Casas destacó la necesidad de trabajar más en el contenido de la democracia que en su forma, pues en este aspecto Costa Rica está muy bien consolidada y es sobresaliente en la región.
Para Hermida, es indispensable reforzar los principios democráticos en las agendas públicas y políticas, y que realmente «se conjuguen las políticas de Estado con las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos».
Este documento no posee notas.