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Golpe de Estado técnico

La negociación del TLC con los Estados Unidos estuvo fundamentalmente marcada por el secretismo y la mentira. Se negó información abiertamente o bien se daba información que, enredada en medias frases, en jerigonza y un jueguito de te-digo-no-te-digo, terminaba siendo un acertijo y un trabalenguas. Y se mintió con ímpetu atlético. Explícitamente nunca se dijo nada del INS, pero resultó uno de los patos de la fiesta. Y se afirmó que no se negociaba telecomunicaciones, que UPOV no sería incorporado, que se eliminarían los subsidios a la agricultura gringa. Y así, en cansina reiteración. Y por si quedaba algún ingenuo, el relato de primera mano de Serrano Pinto desnuda las más íntimas vergüenzas de los métodos retorcidos y autoritarios a los que se recurrió.

La negociación del TLC con los Estados Unidos estuvo fundamentalmente marcada por el secretismo y la mentira. Se negó información abiertamente o bien se daba información que, enredada en medias frases, en jerigonza y un jueguito de te-digo-no-te-digo, terminaba siendo un acertijo y un trabalenguas. Y se mintió con ímpetu atlético. Explícitamente nunca se dijo nada del INS, pero resultó uno de los patos de la fiesta. Y se afirmó que no se negociaba telecomunicaciones, que UPOV no sería incorporado, que se eliminarían los subsidios a la agricultura gringa. Y así, en cansina reiteración. Y por si quedaba algún ingenuo, el relato de primera mano de Serrano Pinto desnuda las más íntimas vergüenzas de los métodos retorcidos y autoritarios a los que se recurrió.

Cuando al fin se conocieron los textos en borrador se confirmó que ni los peores augurios resultaban excesivos. Es un asalto indiscriminado a la institucionalidad y la normativa legal que fundamentan el Estado costarricense.  A estos efectos, la parte de liberalización comercial resulta secundaria. Cierto que la actividad agropecuaria tradicional y la industria farmacéutica nacional han sido grandes perdedoras. En ambos casos tan solo cabe esperar una muerte lenta hasta su ruina definitiva. En lo agrícola, la pérdida va más allá de lo productivo y se prolonga en lo cultural. En cuanto a la industria farmacéutica, todos perdemos porque pierde la Caja del Seguro Social. Por lo demás, las cosas no cambian demasiado. Es falso que, excepto en contados casos, se mejore el acceso al mercado de los Estados Unidos. Por otra parte, ya nuestros niveles arancelarios promedio son muy reducidos.

Pero en lo normativo e institucional los cambios son sustanciales. Telecomunicaciones, seguros y propiedad intelectual son paradigmáticos, pero quizá nada sea tan arrasador como el capítulo 10 de inversiones, con esa película de terror llamada régimen inversionista-estado que encuentra feliz complemento y refuerzo en otras partes, por ejemplo el capítulo 11 sobre comercio de servicios. Se mutila toda política de desarrollo y se subvierte gravemente el sistema judicial. Opera una especie de «efecto plasticina» que modela toda la institucionalidad en los altares de una cerrada dogmática del libre mercado y en función de los intereses del capital transnacional estadounidense. Y esta aseveración no tiene un ápice de panfletaria. Quien quiera constatarlo que estudie con seriedad los contenidos del tratado, las experiencias registradas en el Tratado de Norteamérica. y las realidades actuales de la economía mundial.

El proceso posterior a la conclusión de la negociación aporta mayor evidencia acerca del curso trazado. Todos los medios de comunicación cierran filas. Se salvan el Semanario Universidad, Extra y algunas pequeñas radioemisoras.  La propaganda es masiva y atosigante; el sesgo informativo ya perdió hasta los últimos rastros de pudor. Y los dos partidos tradicionales -con el refuerzo de la brigada de choque libertaria- han vuelto por sus fueros en un concubinato por completo escandaloso.

Si el proyecto neoliberal se estancó en los últimos años, el TLC devino el instrumento idóneo para relanzarlo con todo y Arias es entonces la carita linda y el discurso florido y hueco que el momento demandaba. Aprobar el TLC por mayoría simple es así tan solo un detalle anecdótico en el proceso de consumación de un golpe de estado técnico, que busca legitimidad en una democracia-careta  donde los artificios de marketing disimulan el despojo y el vacío.

  • Luis Paulino Vargas Solís
  • Opinión
DemocracySeguro Social
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