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Canciller francés: Urge salir de la tragedia iraquí

Las tropas de EE.UU. se vieron envueltas en un escándalo por las revelaciones de maltrato a prisioneros iraquíes.

Las tropas de EE.UU. se vieron envueltas en un escándalo por las revelaciones de maltrato a prisioneros iraquíes.
En vísperas de su viaje a Washington, el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Michel Barnier, no ocultó la urgencia de detener el deterioro de la situación mundial, que tiene en Medio Oriente su conflicto más agudo.

«Me asombra la espiral de horror, de sangre, de inhumanidad que constatamos actualmente en todos los frentes, en Falujah y en Gaza, o en las terribles imágenes del asesinato del malhadado rehén americano», afirmó el nuevo canciller francés, Michel Barnier, en una entrevista concedida al diario Le Monde.

«Hay que salir de este hoyo negro que amenaza con aspirar Medio Oriente y todo el mundo», agregó el titular, quien se refirió también a una sensación de gravedad y urgencia que percibe entre sus colegas europeos por los conflictos en la zona.

La situación en Irak parece estar en un callejón sin salida. Si bien las denuncias de torturas de iraquíes por las tropas de ocupación estadounidenses han ocupado la atención de los medios, eso es solo la parte escandalosa de la historia. La resistencia a los invasores crece; las perspectivas de una transición política son cada vez menos claras; los costos de la operación se hacen impagables, sin hablar de las necesidades por ahora abandonadas, de la reconstrucción de Irak; mientras, en Medio Oriente, el cerco a los palestinos agrava una crisis se extenderá e involucrará a nuevos actores.



TORTURAS



En medio de ese escenario, las fotos de torturas aplicadas por el ejército de Estados Unidos contra prisioneros en Irak vino a agregar un nuevo elemento al debate y acaparó la atención de la gran prensa de EE.UU.

El Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, cuya renuncia es exigida por diversos sectores pero que cuenta con el respaldo del presidente George Bush, visitó Irak la semana pasada, en un esfuerzo por recomponer el escenario y evitar una debacle entre la tropa acantonada en el país.

Poco antes de su visita, Rumsfeld defendió otros métodos de tortura aplicados por los militares estadounidenses en los interrogatorios en Irak. Los abogados del Pentágono afirmaron que eran aceptables métodos como  privación del sueño y de comida, y la colocación de los prisioneros en posiciones «incómodas», señaló Rumsfeld.

Interrogado por el senador demócrata Richard Durbin, el Secretario de Defensa afirmó que la Convención de Ginebra sobre presos de guerra se aplicaría a los detenidos en Irak, pero no a los capturados en la «guerra global contra el terrorismo» que se encuentran detenidos en la base de Guantánamo, que Estados Unidos ocupa en territorio cubano. «Los terroristas no cumplen con las leyes de la guerra», afirmó Rumsfeld, para justificar su punto de vista.

Poco a poco se conocen detalles sobre la práctica de torturas por parte del las fuerzas de seguridad de EE.UU. Se trata de una práctica habitual y extendida, tanto en Irak como en Afganistán y la aplican tanto el ejército de ese país como el británico, de acuerdo con las últimas revelaciones.

Un informe del propio ejército estadounidense señala que «entre octubre y diciembre de 2003, en la prisión de Abu Garib, fueron infligidos numerosos abusos sádicos, flagrantes y gratuitos a varios detenidos. Esos abusos sistemáticos e ilegales fueron cometidos de manera intencional por varios miembros de la policía militar».

La afirmación contradice lo afirmado el pasado 9 de mayo por el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, general Richard Myers, cuando enfatizó que los abusos contra prisioneros iraquíes eran «casos aislados» que serían castigados.

«Ablanden a este tipo. Asegúrense de que tenga una mala noche. Asegúrense que reciba el tratamiento», eran las instrucción de la inteligencia militar sobre algunos prisioneros, citadas en el informe militar sobre el caso.

Estados Unidos ha promovido la contratación de empresas privadas de seguridad para prestar servicio en escenarios de conflicto. Esa práctica ha sido denunciada como violatoria de disposiciones internacionales, que prohíben el empleo de mercenarios en la guerra.

Actualmente, unos 15 mil de esos agentes están desplegados en Irak, cuatro mil más que los soldados británicos, por lo que constituyen el contingente más importante después de las fuerzas militares de Estados Unidos, destaca un experto en esa materia, Peter Singer.

Esas fuerzas privadas y los cuerpos de inteligencia militares son los principales responsables de ordenar y practicar actos de tortura contra los prisioneros.

El público ha conocido algunas de las torturas en Irak, pero hay más de mil fotografías y vídeos aun desconocidos por el público, que fueron presentados a los congresistas estadounidenses.

«Esperaba que estas fotos pudieran causar un nudo en el estómago, pero son bastante peores que lo que nunca hubiera imaginado… imagínense el peor caso y multiplíquenlo varias veces», declaró el senador demócrata Ron Wyden, después de ver los documentos.

Ese maltrato es también sistemático en Afganistán y no se limita sólo a algunos casos, dijo el 13 de mayo, por su parte, Human Rights Watch.

La fuerza liderada por Estados Unidos en Afganistán está integrada por 20 mil soldados que buscan a miembros de Al Qaeda y de los talibán. «Durante más de un año los afganos nos han estado hablando de maltratos bajo custodia estadounidense», dijo en una declaración John Sifton, analista especializado en Afganistán de Human Rights Watch.

La semana pasada los militares de EE.UU. dijeron que abrieron una investigación después de que un expolicía en Afganistán denunciara que lo golpearon, patearon, abusaron de él sexualmente y lo fotografiaron desnudo, durante un lapso de 40 días, bajo custodia estadounidense en Afganistán, hace casi un año.

En América Latina no es ninguna sorpresa el uso de tortura por parte de las fuerzas de seguridad estadounidense, que no solo las aplicaron directamente durante varias décadas, sino que organizaron, capacitaron, financiaron y dieron asistencia en materia de inteligencia a la represión desatada por los regímenes militares en los años 60, 70, como ha quedado documentado en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Chile. Se trata, por lo tanto, de una práctica habitual mucho más extendida de lo que se quiere ahora reconocer.



PROPUESTAS



Ante ello surgen voces que buscan alternativas para enfrentar la situación. El Canciller Michel Barnier afirmó que en ese clima grave, le parecía posible lograr una cierta unidad de acción europea. Naturalmente, el cambio de gobierno en España -donde el congreso respaldó, por mayoría absoluta, el retiro de las tropas de Irak- contribuirá en mucho a eso. Y el propio premier británico, Tony Blair, aliado incondicional de Washington, cuyo ejército es también responsable de torturas contra prisioneros, está en una posición cada vez más debilitada.

Barnier afirmó que Europa debía exigir (y subrayó la palabra) la celebración de una conferencia interiraquí, en el marco de las Naciones Unidas y de los países de la región, para analizar lo que debe hacerse hacia la estabilización y reconstrucción de Irak. Entre estas medidas propuso la creación de un gobierno soberano y no un simple fantoche, que controle la economía, los recursos naturales y la aplicación de justicia, en el período de interinato entre julio de este año y enero de 2005, cuando deben celebrarse elecciones.

Es una nueva propuesta, pero Lakhdar Brahimi, enviado de la ONU a Irak con la misión de lograr una administración interina, dijo que apenas tiene un «esqueleto» del plan, ensombrecido por una vorágine de violencia en ese país devastado por la guerra.

«Una cuestión clave es si una solución política creíble aún es viable bajo tales circunstancias», dijo el recientemente Brahimi. Añadió que «no hay alternativa que encontrar una salida».

Mientras tanto, las autoridades militares de EE.UU. reconocen que enfrentan una resistencia más organizada y el mundo se estremece con otra consecuencia de esta guerra: la subida de los precios del petróleo, que ha tocado ya los $40 el barril.

  • Gilberto Lopes 
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