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Una estrategia de mercadeo y de presencia internacional en ferias son dos retos de la Editorial Costa Rica, que celebrará su 45 aniversario el próximo 10 de junio.
Cuando no existía muchos exigían su creación y cuando se creó los reclamos continuaron por uno u otro sector que no se sintió representado por la casa editora del Estado.
Han pasado 45 años desde que la Editorial Costa Rica (ECR) nació y su vida ha estado marcada por constantes cuestionamientos, polémicas, señalamientos y dudas sobre su quehacer.
Creada para fomentar la cultura mediante la edición de obras literarias, artísticas y científicas. Este mandato se ha traducido en miles de toneladas de papel y cientos de miles de litros de tintas que conjugadas con el talento de escritores parieron 2500 ediciones de 500 autores. Eso sin contar con las reediciones de los libros que satisfacen distintos segmentos del mercado editorial.
Ha permanecido pese a los cuestionamientos y las crisis financieras que la afectaron en el pasado. En la actualidad se lanzan anualmente al mercado 75.000 ejemplares de 45 títulos, aunque en el pasado eran mayores. Por ejemplo, según el informe que Alberto Cañas rindió en 1978 ante la Asociación de Autores, en su calidad de presidente de la ECR, contabilizó un total de 94 ediciones para un total de 401.000 unidades.
Hoy la ECR ha superado parte de sus problemas económicos, tiene un local propio y recientemente creó su propio departamento de mercadeo. Soluciones a males que le acompañaron durante décadas, pero los retos que aún debe enfrentar requerirán de más tiempo y una importante cuota de voluntad parlamentaria, la que muy difícilmente se obtenga en medio del revuelo político económico que vive el país, aseguró Habib Succar, gerente de la institución desde 1998.
PROMOCION, LA FALLA ETERNA
Desde hace mucho se señala como punto débil de la ECR señalan como punto débil la ausencia de promoción y una estrategia de mercadeo.
Esto se evidenció con enormes bodegas donde se empantanaron miles de libros. En 1998 la cantidad llegó a los 353.000 ejemplares, en la actualidad es de 160.000, con un valor que supera los 100 millones de colones. No obstante, aclaró Succar, es una estimación meramente contable porque este es un producto altamente perecedero que sufre una acelerada pérdida de valor.
Una forma de salir de esta «presa editorial» es mediante las donaciones, pero la ley solo le permite hacerlo a escuelas primarias, por lo que planteles de secundaria, bibliotecas públicas, universidades u otros no califican para acceder a este material.
Se creyó que el acuerdo con la Fundación Editorial Costa Rica se solucionaría este problema. Sin embargo, no fue así. Por el contrario, se convirtió en un problema de competencias. El acuerdo entre ambas organizaciones se acabó en el 2002 y la ECR encauzó judicialmente a la fundación, en la persona de Alfonso Chase, por el adeudo de 46 millones de colones por ventas.
ACIERTOS Y DESACIERTOS
La pluralidad ideológica y la inversión en nuevos valores son los principales aciertos de la ECR en sus 45 años de vida, apuntó el gerente.
Las colecciones Biblioteca de Literatura Universal, Patria son otros de nuestros hitos, añadió. A éstos debe agregarse la iniciada con la publicación de textos sobre arte, reciente del libro «Arte Costarricense: un siglo», de José Miguel Rojas.
El principal fracaso, reconoció Succar, es la ausencia del mercadeo internacional debido a la falta de experiencia, de estabilidad económica y a la ausencia de condiciones con casa de otros países, incluyendo al mercado centroamericano.
¿Y el amiguismo con ciertos autores? Si existe es ínfimo, informó. Nuestro norte es la calidad de las obras publicadas; incluso si corresponden a algún son analizadas con mayor rigurosidad para garantizar que se editará por su valor literario.
CONTINUISMO Y RENOVACIÓN
Habib Succar fue consultado por UNIVERSIDAD sobre la conveniencia de su permanencia durante tanto tiempo al frente de la institución. Fue nombrado por primera vez en 1988 y despedido en 1991, retornó varios meses después y presentó su renuncia posteriormente. Fue llamado a la gerencia de nuevo en marzo de 1998 y permanece en ella hasta la fecha.
Subrayó Succar no se ve por más de 10 años al frente de la ECR. No sería por falta de ideas, porque soy una persona con una gran capacidad para generarlas, sin embargo ese es un tema que no le preocupa aún.
Una historia de papel
El primer libro publicado por la Editorial Costa Rica (ECR) fue «A través de mi vida» de Carlos Gagini. Desde entonces en las rotativas han brotado millones de obras literarias que llenaron bibliotecas, librerías y hoy, 45 años después, miles de estudiantes siguen nutriéndose del saber contenido en las publicaciones de la ECR.
Los diputados le dieron un si definitivo a la ley Nº 2366 el 10 de junio de 1959, proyecto presentado un año antes por el diputado Fernando Volio Jiménez. Anterior a éste, hubo varias iniciativas de fundar editoriales permanentes, entre ellas «El Convidio», «Ariel» con Joaquín García Monge, «Lectura Barata» de José María Zeledón y Ricardo Falco, «Oro y Barro» que dirigió Antidio Cabal, entre otras.
Junto a la ECR los legisladores crearon la Asociación de Autores de Obras Literarias, Artísticas y Científicas, la que al inicio contaba con una importante una cuota de poder en la editorial pues tenía tres de los siete directivos. Actualmente lo integran nuevos miembros.
Desde su fundación muchos autores han señalado a la ECR de amiguismo, de infiltración comunista y de responder a los intereses de determinados grupos intelectuales.
Ya en 1960 el diario La Nación, desde las página editorial acusó a la casa editora costarricense de ser dirigida por «elementos comunistas como el líder don Carlos Luis Fallas y otros que, si no son militantes absolutos del partido, figuran en aquella definición que catalogó a ciertos sectores como «compañeros de viaje del comunismo» (LN, 2/2/1960).
Por otra parte, frágil como el papel que ha enriquecido la vida cultural costarricense han sido las finanzas de la ECR. En marzo de 1997 estuvo a punto de parar las rotativas porque un «error» presupuestario la dejó sin recursos para operar. Finalmente, luego de una intensa pelea se le asignaron las partidas necesarias que aseguraron su existencia en ese periodo.
Otro de los males que le aquejaron durante décadas fue que los recursos que le corresponden provenientes de la Ley de Marcas y el Timbre de Educación y Cultura llegaban cercenados y tardíamente. Hoy, gracias al desaparecido liberacionista Frantz Acosta, esos recursos llegan completos y directo a la caja de la editorial.
La presa editorial y el atraso en el pago de derechos de autor fueron superados, afirmó Succar. Del presupuesto anual el 50 % es por ventas y el resto corresponde al subsidio estatal.
Hoy el gerente apunta como éxitos la salud financiera, formación de un departamento propio de mercadeo, pocas deudas. Muy pronto inauguraremos nuestra librería virtual y así llegar a otros mercados.
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