Para quienes creemos aún que la administración pública y, por
supuesto me refiero a la Universidad de Costa Rica, debe estar regida por
los principios de la rectitud, el cumplimiento de los reglamentos universitarios
y la ética del trabajo en bien del alma máter, no deja de sorprendernos la
reiterada puesta en práctica por algunos funcionarios con autoridad temporal de lo
que Néstor García Canclini ha llamado la «institucionalización del favor»
Este conocido autor de la cultura latinoamericana lo caracteriza así:
«El favor es tan antimoderno como la esclavitud, pero «más simpático» y
susceptible de unirse al liberalismo por su ingrediente de arbitrio, por
el juego fluido de estima y autoestima a que se somete el interés material.
El favor practica la dependencia de la persona, la excepción a la regla,
la cultura interesada y la remuneración a servicios personales».
Esta es una de las características con que García Canclini se refiere al
ejercicio del poder en los gobiernos liberales bajo los que se llevó a cabo la supuesta
modernización en América Latina y es un pena comprobar que hoy, en los inicios del
siglo XXI, intensificado por el olvido del bienestar común que trae la globalización
económica, el favor ha llegado a institucionalizarse también en nuestra Universidad
como un forma casi natural del ejercicio del poder para algunos. Aquellos funcionarios
o autoridades que tratan su propia responsabilidad laboral como un juego de apuestas,
como un favor que «con favor se paga». Y así nos encontramos con que algunos docentes
sienten muchas veces la necesidad de dar las gracias o comprometerse por algún trámite
administrativo o académico como si éste fuera un favor que se les está haciendo, cuando no
es más que parte de la actividad laboral de quien tiene ese poder. ¿Tan mal acostumbrados
estamos a que no se cumplan sencillamente las normas ni los reglamentos universitarios?
Creo que es necesario que todos los miembros de la comunidad universitaria
reflexionemos sobre esta situación para no convertirnos en cómplices de una cultura
interesada, que fomenta la dependencia y la esclavitud de la voluntad individual.
Todos y cada uno de nosotros y nosotras tenemos el deber de reconstruir la cultura
de la ética y de la confianza hacia la organización democrática de nuestra
Universidad, en donde deben regir los más altos principios de la academia y de la
intelectualidad costarricense.
No se trata de ser mal agradecidos sino de tomar conciencia de que en nuestro
Estatuto Orgánico, en nuestras instancias académicas y jurídicas y en nuestros reglamentos
están las respuestas y los procedimientos que deben seguirse para resolver el problema
que usted como miembro de nuestra comunidad universitaria pueda tener. La solución a su
problema no es un favor personal, es un derecho de usted como docente o administrativo.
Por tanto, le aconsejo que medite bien la próxima vez antes de aceptar que alguien
le cobre como un favor personal lo que es solamente cumplimiento de su trabajo.