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Robert Zoellick no se reporta a los congresistas, sino al comité asesor de las transnacionales farmacéuticas, denunció Román Macaya.
Fueron las grandes transnacionales farmacéuticas de medicamentos de marca, las que asesoraron al Departamento de Comercio de los Estados Unidos para que el capítulo de propiedad intelectual del Tratado de Libre Comercio Centroamérica-EE.UU. les quedara justo a la medida y restringir la competencia de los medicamentos genéricos.
Las farmacéuticas Pfizer, Eli Lilly and Company y Schering-Plough, ayudadas por la organización PhRMA, «aconsejaron» al representante comercial estadounidense Robert Zoellick, como denunció el dirigente del Partido Acción Ciudadana, Ottón Solís.
«No hubo ningún representante de la industria de genéricos y esto significó que el tratado proteja mucho los productos de marca y retrase la entrada al país de los medicamentos genéricos», confirmó Solís. Los genéricos son medicinas de imitación, no patentadas y con costos menores a los de marca.
De acuerdo con el grupo asesor PhRMA (Pharmaceutical Research and Manufacturers of America), que representa a las principales compañías farmacéuticas y de biotecnología de EE.UU., esta industria invirtió unos $33.2 billones en 2003 en desarrollar nuevas medicinas.
En un documento que presentaron al equipo negociador de EE.UU., titulado «PhRMA 2004 Intellectual Property Protection Objectives», esta organización recomendó que los países centroamericanos permanezcan en una lista de vigilancia especial pues presentan problemas en la aplicación de las leyes de propiedad intelectual, lo que permite que hay muchos productos de copia en el mercado y que se privilegie a los distribuidores locales de medicamentos producidos por compañías parte de PhRMA.
LIMITACIONES PARA GENERICOS
Según explicó Román Macaya, director de la Cámara Nacional de Productos Genéricos en Costa Rica y miembro de la Cámara de Empresarios Pro Costa Rica, explicó que en el capítulo de propiedad intelectual del TLC hay varias disposiciones que van a limitar la competencia de medicamentos genéricos.
Primero, se incluyó la protección de los datos de prueba que implica que al registrar un medicamento en Costa Rica, deberán pasar cinco años para divulgar la información usada en ese fármaco. Esto rige desde el registro del fármaco en el país, no en EE.UU.
Durante esos cinco años no se producirían genéricos porque no se van a generar datos de prueba. Macaya aclaró que los genéricos que ya se venden aquí no van a ser afectados, mas si los medicamentos nuevos que se lanzan año tras año.
Segundo, se incluyeron medidas que previenen que se registre un genérico si existe una patente vigente relacionada con una molécula de un medicamento de marca.
«Esto convierte al Ministerio de Salud en un policía de las transnacionales y va más allá de las leyes que rigen en EE.UU.» Allá las autoridades regulatorias, como la Food and Drug Administration (FDA), tienen que notificar al dueño de una patente si aparece una solicitud de registro relacionado. Este papel, explicó, debería de hacerlo el dueño de la patente, pero, agregó, aquí el problema se origina porque le dan responsabilidades a las instituciones.
Tercero, el tratado permite cerrar los monopolios de las farmacéuticas sobre una patente. En el supuesto de que se produzca un atraso en el otorgamiento de la patente, se alargará por cinco años mas el monopolio y si a la vez se retrasa el registro del producto, también se puede extender por otros tres años.
Esa disposición, por ejemplo, no está incluida en las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Asimismo, «la OMC sólo indica que se deben proteger los datos» pero no especifica cuáles, ni por cuanto tiempo, dejaba esto a criterio de cada país», enfatizó Macaya.
MERCADO POR CONQUISTAR
Lo cierto es que las multinacionales farmacéuticas ven a Centroamérica como un mercado por conquistar. De acuerdo con un artículo llamado «Dying for Drugs, How CAFTA Will Undermine Access to Essential Medicines», escrito por Robert Weissman, abogado y editor de una revista que monitorea a las multinacionales (Multinational Monitor), las farmacéuticas estadounidenses exportan $50 millones en medicinas a Centroamérica y República Dominicana, y esperan que esto crezca mucho más con el TLC.
Pero esto es visto diferente por las organizaciones en defensa de la salud pública, como Médicos Sin Fronteras (MSF), pues ellos argumentan que PhRMA debería «dejar en paz» a los países centroamericanos, sin exigirles que impongan reglas de propiedad intelectual que sólo expanden el monopolio de las compañías farmacéuticas de marca.
Agregan que después de muchos años de campañas internacionales por el acceso a medicinas esenciales, la competencia de los genéricos ha permitido que el precio de los antirretrovirales para el tratamiento de personas con VIH/Sida, baje más de un 98%.
Además del Sida, las políticas comerciales que impulsa el gobierno de EE.UU. animado por la industria farmacéutica, repercuten en el acceso a medicamentos genéricos para otras enfermedades como la malaria, tuberculosis, el cáncer y los problemas cardíacos.
POSICION UNILATERAL
Macaya explicó que el Departamento de Comercio de EE.UU. tiene un comité asesor para los temas de productos químicos, donde no hay representantes de las compañías de genéricos, «a pesar de que en EE.UU. el 50% de los medicamentos en el mercado son genéricos».
«La posición que exporta EE.UU. es completamente unilateral, no refleja la diversidad de posiciones que hay en ese país», argumentó.
En 1984 se aprobó en la nación norteamericana una ley que regulaba las patentes y la competencia en los precios de los medicamentos. Esta fue impulsada por el congresista demócrata Henry A. Waxman y el senador republicano Orrin Hatch. Recientemente, Waxman escribió una carta a Zoellick, en la que le exigía eliminar las disposiciones de datos de prueba del TLC Centroamérica-EE.UU. porque significa una carga muy grande para las naciones pobres.
Esta carta fue firmada el 10 de diciembre del año pasado por los congresistas Henry Waxman, Charles Rangel y Sander Levin. Allí señalan que las regulaciones impuestas en el TLC «harán más inflexible el mercado de medicamentos y reducirán el acceso a los fármacos».
«La situación en Centroamérica es muy distinta -indican- primero, estos países ya tienen acceso a un amplio mercado de genéricos y no recibirán nada a cambio de retrasar ese acceso. Segundo, a diferencia de EE.UU., Centroamérica tiene una gran población rural que no cuenta con seguridad social y paga los medicamentos de su propio bolsillo. Muchos consumidores centroamericanos podrían quedar completamente fuera del sistema de seguridad social en caso de que disminuyera la disposición de genéricos», concluye la misiva.
Pero ni a estas personas escuchó Zoellick. Ante el panorama electoral en EE.UU., se sabe que John Kerry se ha manifestado a favor de mejorar el acceso de la salud de los ciudadanos mediante una mayor competencia de genéricos. Según Macaya, las farmacéuticas han tratado de cambiar esta situación y algunas han facilitado importantes sumas de dinero a la campaña de Kerry. Sin embargo, el aspirante demócrata no ha cambiado su posición.
En ese sentido destacó que hay una enorme urgencia de varios grupos porque se apruebe el TLC, pero, agrega, «no hay que tomarlo a la carrera».
«Creo que en última instancia el TLC va a ser aprobado en EE.UU. pero posiblemente con algunas modificaciones en los capítulos de ambiente y laboral. Aquí no debemos quedarnos viendo para el ciprés, sino pedir que a cambio de esto también se revise el capítulo de propiedad intelectual».
El Gran Farma
ohn Le Carre, escritor inglés de renombre dedica en un artículo sobre los fármacos y la enfermedad del SIDA unas páginas al mundo de las multinacionales farmacéuticas, en el que estuvo hurgando con motivo de una novela. La publicación completa fue reproducida en la edición No. 1433 de UNIVERSIDAD (18 mayo 2001). Por la vigencia de esas aseveraciones se detalla a continuación un extracto.
«Descubrí que el Gran Farma norteamericano había convencido al Departamento de Estado que amenazara a los Gobiernos de los países pobres con sanciones comerciales para impedir que fabricasen sus propias formas baratas de esos fármacos vitales y patentados que podrían aliviar la agonía de los 35 millones de hombres, mujeres y niños seropositivos del Tercer Mundo. En la jerga farmacéutica; esos medicamentos de imitación y no patentados se llaman genéricos. Al Gran Farma le gusta criticarlos sin reparos, con la insistencia de que no son seguros y se administran de forma descuidada; pero la realidad demuestra que no es cierta ninguna de las dos cosas. Sencillamente, salvan las mismas vidas que podría salvar el Gran Farma, pero a un coste mucho menor.
Por otro lado, el Gran Farma no inventó esos fármacos salvadores que después ha patentado y a los que ha dado un precio arbitrario y excesivo. Los antirretrovíricos los descubrieron, en su mayor parte, proyectos de investigación norteamericanos financiados con fondos públicos y dedicados a estudiar otras enfermedades y sólo posteriormente se confiaron a las compañías farmacéuticas para su comercialización y explotación. Una vez que las multinacionales se hicieron con las patentes decidieron cobrar lo que supusieron que un mercado occidental desesperado por el mal del SIDA podría soportar: entre $12.000 y $15.000 anuales para unos compuestos cuya fabricación sólo cuesta unos cientos. (…)
¿Qué es lo que oigo? ¿La vieja y manida excusa de las farmacéuticas de que necesitan tener grandes beneficios con un fármaco para poder financiar la investigación y el desarrollo de otros? Entonces que alguien me diga, por favor, ¿cómo es que invierten el doble en comercialización que en investigación y desarrollo? (…)
Un artículo de Tina Rosenberg en The New York Times Magazine ponía a Brasil como modelo, con razón, y nos mostraba las restricciones legales al control de las compañías farmacéuticas sobre sus propias patentes. En pocas palabras, Brasil ha dado más importancia a la supervivencia de su pueblo que a las quejas y protestas del Gran Farma.»
¿Qué es lo que pasa aquí, a diferencia?
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