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Carta abierta a don Óscar Arias

Estimado Óscar:  Con la confianza que me da haber luchado a la par suya en su esfuerzo para alcanzar la Presidencia de la República en 1986 y  haber servido lealmente en cargos importantes durante su gestión de gobierno, me permito compartir con usted algunas reflexiones en torno a su decisión de aspirar nuevamente al cargo. Lo hago en público porque, obviamente, se trata de un tema de interés nacional y convendría que otros se informen al respecto y participen constructivamente en su discusión.

Estimado Óscar:  Con la confianza que me da haber luchado a la par suya en su esfuerzo para alcanzar la Presidencia de la República en 1986 y  haber servido lealmente en cargos importantes durante su gestión de gobierno, me permito compartir con usted algunas reflexiones en torno a su decisión de aspirar nuevamente al cargo. Lo hago en público porque, obviamente, se trata de un tema de interés nacional y convendría que otros se informen al respecto y participen constructivamente en su discusión.

La  pregunta básica que hago es ¿por qué desea usted ser Presidente una segunda vez?  Y,  respecto a esa eventualidad,  cabe hacer las siguientes consideraciones:

Primera, desde que usted fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz,  pensé que  Costa Rica tendría la oportunidad de disfrutar  de su liderazgo principalmente en el campo moral y cívico, durante muchos años, sin que se corriera el riesgo de disminuirlo o empañarlo por el desgaste  de enfrentamientos partidistas. A modo de ilustración, me parecía que usted hubiera podido desempeñar un papel comparable al de Nelson Mandela, quien, según la revista  Time  (19/4/2004),  actualmente ejerce gran influencia en  Sudáfrica,  a pesar de  no ser ya presidente, amparado únicamente a su prestigio personal y el cariño de su pueblo.

Segunda, Costa Rica está en urgente necesidad de gestos de desinterés o desprendimiento que ubiquen la vida política nacional en un plano superior. Tal como don José Figueres Ferrer situó la democracia costarricense en un nivel más elevado, cuando  renunció al poder militar y entregó las riendas  del gobierno a don Otilio Ulate, usted podría transformar y fortalecer la vida política de la nación dejando a un lado la opción de volver a ser presidente, para ser consejero y guía de otros líderes nacionales.

Tercera, no sé si usted ha pensado en la posibilidad de que quienes estimulan su voluntad de lanzarse otra vez a la arena electoral, lo hacen más para  promoverse ellos  mismos que para proteger el lugar suyo en la historia de nuestro pueblo. Ya usted ejerció el poder político nacional con éxito en un momento crítico;  y  el mundo entero le dio su reconocimiento por haberse enfrentado valientemente a la máxima potencia, para proteger la democracia y autonomía de Centroamérica. Usted no necesita intercambiar complacencias con nadie, ni ocupar posición oficial alguna,  para ejercer influencia importante en el desarrollo futuro de Costa Rica. Al contrario,  los grupos que lo halagan podrían inducirlo a  compromisos que reducirían  la contribución que usted puede dar al país.

Finalmente, ¿recuerda la carta que puse en sus manos, en abril de 1987, antes de partir hacia Jamaica, para asumir la embajada que usted me asignó? Por infortunio,  no la preservo;  fue  perdida,  con otros documentos,  durante el huracán que azotó la isla en 1988, dañando severamente las oficinas de la Embajada. En esa carta le dije, entre otras cosas, que lo había apoyado activamente para la Presidencia de la República porque usted, como integrante de la clase dominante, mostraba un extraordinario nivel de conciencia sobre los problemas nacionales y podía enfrentarlos con menor resistencia de esos sectores. Pensé  que usted así cumpliría una función de catálisis socio-política,  para lograr un nuevo pacto nacional, como el «New Deal»  de Franklin Roosevelt en Estados Unidos; con lo cual se minimizarían los conflictos y dolores de cambios radicales que requiere Costa Rica.  ¿Estoy equivocado al decir que  no percibo tales posibilidades, propósitos y objetivos en sus planteamientos actuales sobre problemas nacionales?

Como ve, Óscar, no me hice «diplomático», a pesar del cargo con que usted me honró. Sigo siendo el mismo profesor universitario franco y crítico de hace treinta años, cuando nos conocimos. Con el respeto y la consideración que usted merece.

  • Roger Churnside
  • Opinión
DemocracyFranceJosé Figueres FerrerPresidentes de Costa Rica
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