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Alertan sobre profundización de la pobreza

Casi 800 mil personas no ganan lo suficiente como para cubrir  sus necesidades básicas de comida, vivienda y vestido.

Casi 800 mil personas no ganan lo suficiente como para cubrir  sus necesidades básicas de comida, vivienda y vestido.
Diversos expertos sostienen que si por la víspera se saca el día y las variables económicas en el país se mantienen en el mismo rumbo, es muy probable que el ejército de personas que viven en situación de pobreza en el país tienda tenderá a subir en un futuro cercano.

A esta conclusión llegó el economista Juan Manuel Villasuso, quien sostuvo que mientras los precios de la canasta básica crezcan mas que los del Índice de Precios al Consumidor (IPC), los pronósticos no serán nada halagüeños para la población costarricense. Actualmente la diferencia entre la canasta básica y el IPC es de un 2%, según cifras aportadas por el profesional en ciencias económicas.

Este análisis fue expuesto recientemente en el Foro «Pobreza, desigualdad y desarrollo» cuando abordó el tema sobre Retos y desafíos para Costa Rica». El evento, que se realizó en la Universidad de Costa Rica (UCR), fue organizada por el Instituto de Investigaciones Sociales, el Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL), la fundación Frederick Eberth, la Defensoría de los Habitantes y el Estado de la Nación.

Además de Villasuso, investigador de la CEDAL, participaron Nora Garita, profesora de la Escuela de Sociología y Antropología de la UCR; Silvia Lara, consultora y ex directora del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).

En Costa Rica  800 mil personas (20% de la población) no ganan lo suficiente como para cubrir necesidades básicas de comida, vivienda y vestido. Datos de la Encuesta de Hogares del año pasado indican que los habitantes de ingresos más bajos ganan ¢67.763 al mes; mientras que los de ingresos más altos, ganan ¢204.599 mensuales. Esta importante diferencia,  sin embargo, no refleja los altos ingresos de mucha gente que se niegan a dar información a los encuestadores.

Aunado a estos datos hay que agregar otras cifras igual de alarmantes como son la concentración de la riqueza, producto de los fuertes contrastes entre los ingresos de los costarricenses, los cuales tienden a deteriorar la cohesión social. Este fue el tema principal del IX Informe del Estado de la Nación que lanzó como una alerta sobre la tendencia «hacia el incremento de la desigualdad salarial entre los trabajadores costarricenses». Esa diferencia entre la riqueza y la pobreza es de un 7% y según el documento, se habría mantenido a lo largo de los doce años de estudio (1990-2002).

A estos dos ingredientes se unen otros tres igualmente explosivos como son la voracidad del consumismo, la frustración que genera el desempleo y la falta de oportunidades.

Pese a esta realidad, Villasuso llamó la atención sobre el criterio que tienen las clases medias y altas del país que estiman que las personas son pobres  porque no habían querido trabajar. La afirmación la sustentó en una encuesta de la empresa Demoscopía, cuya divulgación ha sido escasa, la cual agrega que estos sectores decían que el tema de la pobreza les preocupaba porque podía amenazar su seguridad o simplemente señalaban que era un problema que no les competía.

«¿Cómo se va a pretender que las políticas públicas del Gobierno no reflejen las posiciones de estos grupos, si ellos las hacen?», cuestionó Villasuso.



POBREZA Y VIOLENCIA



Expositores del foro indicaron que el cierre de puertas que ofrezcan oportunidades para que la gente mejore su situación económica está de alguna forma ligado a la violencia que ha aparecido en el país, producto de una tensión generada por la creciente desigualdad económica.

Nora Garita, experta en el tema, explicó que pese a que era mucho mayor el porcentaje de personas pobres en 1960 en el país,  la aparición de la violencia surge varias décadas después cuando se produce el proceso de estancamiento de  la pobreza. Es, allí, cuando aparece el fenómeno de la violencia «difusa», como la cataloga socióloga.

Para la expositora, esa nueva violencia «aparece en manos de cualquiera y en un cualquier momento». Garita dijo que este fenómeno no se puede desligar de un proceso creciente de urbanización y del sobredimensionamiento que los medios de comunicación hacen de los temas de sucesos.

A criterio de la socióloga, las pocas oportunidades que tienen las personas con bajo nivel socioeconómico, frente aquéllas que tienen ingresos altos, hace que los primeros vivan una situación de agresividad, mientras que los segundos se aíslan en un consumo desbordante.  «La pobreza enmarcada en una creciente desigualdad va a generar esta tensión», sentenció Garita.



RECETAS INOPERANTES



Aunque las cifras son abrumadoras y las consecuencias sociales palpables, la estrategia gubernamental para enfrentar la pobreza y la falta de empleo ha consistido en la misma respuesta de rompimiento de monopolios, venta de empresas públicas y planes focalizados de combate a la pobreza, expresaron los participantes.

Silvia Lara, quien fungió como presidenta ejecutiva del IMAS en la actual administración, es de la tesis de que el gobierno ha aplicado «la famosa receta» de apertura, privatizaciones, atracción de inversiones y fomento a las exportaciones, que supuestamente generaría crecimiento económico y creación de empleos.

Lara calificó esta fórmula de solución al empobrecimiento de la población costarricense como «la receta del Consenso de Washington», que para esta consultora, es el rumbo que este momento lleva la administración Pacheco de la Espriella.  «El país no está repensando cuál va a ser la estrategia, sigue con la misma lógica», criticó.

De acuerdo con un documento que difundió la Organización Internacional del Trabajo (OIT) este año de la «Comisión Mundial sobre la dimensión social de la globalización», la consigna para la recuperación económica de las naciones ha sido «crecer primero y distribuir luego». Pero este mecanismo – aplicado en muchos países- resulta inoperante.

«La distribución ha tardado y si estas políticas condujeron a un mayor empleo, esto no ha reducido la pobreza ni las brechas», se concluye.

Lara comentó que la creación de las zonas francas, ligadas a mercados externos, y el desarrollo turístico en la región Chorotega, una de las zonas más pobres del país, son ejemplos de cómo se está produciendo un crecimiento económico que no se encadena con el resto del aparato productivo. «Son nuevos tipos de enclave», destacó.



EMPLEO



El otro espejismo que muestra ese «crecimiento económico» es el aumento en el empleo entre 1990 y el 2002, que según los datos oficiales reporta 519.000 nuevos trabajos para los costarricenses. Pero, al profundizar en las cifras, la socióloga indica que  57% de esos trabajos se ubica en el sector formal; un 47% en el sector informal; y se indica una pérdida de 21.000 empleos agrícolas.

«El empleo aumentó sobre todo en el sector informal en los últimos años pero la incidencia de la pobreza es muchísimo mayor en quienes trabajan en este sector. Y sin seguridad en el empleo la persona no puede pedir préstamo, ni comprar carro, ni mejorar la casa ni comprar una», comentó.

Los expositores criticaron al Poder Ejecutivo por no tener una política de promoción del empleo y mostrar interés solo por atraer inversión extranjera, sin asumir responsabilidad por la generación de empleos de calidad y lograr una distribución adecuada de los medios productivos.

Una muestra de ello, es la situación de cientos de graduados universitarios desempleados, quienes muestran total disposición a trabajar en cualquier cosa con el fin de tener un trabajo, aseguraron los participantes quienes dijeron que esta realidad es de amplio

conocimiento público.

Villasuso citó de ejemplo la Municipalidad de Curridabat donde solicitan el título de bachillerato para el puesto de recolector de basura. Él sostiene que la alcaldesa del Municipio -Lucy Retana- le indicó que ha recibido muchas aplicaciones de empleo, entre ellas dos de graduados universitarios y seis de estudiantes universitarios.

«El nivel de escolaridad ha llegado a tal grado que ya no hay trabajo, por la competencia en un mercado que no da abasto», alertó.



SECTOR FANTASMA



Para los estudiosos, una solución real a la profundización de la pobreza es desarrollar una estrategia de redistribución de los ingresos.

En ese sentido, Lara detalló cuatro soluciones para disminuir el problema de la pobreza como son el establecimiento de una estructura tributaria progresiva, destinar el gasto público a quienes más lo necesitan, una mayor preocupación del Estado por la calidad y la cantidad del empleo y definir acciones que permitan que la riqueza se produzca de forma distribuida, con equidad en acceso a la tierra, a la tecnología, al crédito y al conocimiento.

«En la anterior administración del IMAS -contó- Roxana Víquez, la presidenta ejecutiva, logró pellizcarle $3 millones a un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para reorganizar las ayudas en el sector social. En dos años ha sido absolutamente imposible ejecutar uno solo de esos colones para el sector social, denunció la consultora.

Precisamente la semana pasada el Ministro de Hacienda, Alberto Dent, volvió a anunciar recortes en los programas sociales. Dent presentó al Consejo de Gobierno una propuesta de presupuesto para el 2005 que contempla la no aprobación del Plan Fiscal, y amenazó con recortes que afectarían educación, infraestructura y salarios de los empleados públicos.

En el  filo de la pobreza
Estos son dos casos de personas -la historia de una mujer y la de un migrante nicaragüense- que si bien no viven bajo la línea de pobreza, pasan penurias económicas y ven el presente con pesimismo ante el alto costo de la vida y los bajos sueldos.

Doña Margarita Núñez Andrade tiene toda la vida de vivir en Las Luisas, Granadilla, donde comparte la casa con su hija y en este momento se mantienen con los ¢60.000 que cobran por el alquiler de la vivienda que tienen al lado.

«Está muy escaso el trabajo, para los ticos no hay trabajo, pero eso sí, todos los nicas consiguen trabajo», comenta en la sala de su humilde casa.

Su hija, que sólo estudió hasta segundo año del colegio, trabajaba por horas en labores domésticas, pero acaba de perder el empleo. Doña Margarita también trabajaba antes en la limpieza de casas pero dejó de hacerlo por una lesión en una pierna. Llegó a Las Luisas hace 18 años como precarista y terminó comprando el lote donde están las dos casitas por ¢50.000. Luego las arregló con un poco de ayuda del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).

«Gastamos ¢35.000 por mes más o menos, no comiendo bien verdad, más agua, luz, teléfono, aquí vamos pasando como Dios lo ayude a uno, el bus dicen que viene a ¢185, aquí todos los vecinos están haciendo un escrito para ver si no lo suben, pero yo lo dudo.

La situación cada vez se ve más dura y hasta hay una discriminación porque a la persona mayor no le dan trabajo, tengo 57 años, y dicen, ah no, lo más de 40 años».

Unas calles más arriba, vive Iván José Guzmán Cruz, que vino de Managua y tiene dos meses de trabajar en una soda en San Pedro. Lo visitamos en la casa que comparte con otros tres nicaragüenses. Allí pagan un alquiler mensual de ¢50.000 y en este momento está ganando ¢100.000 mensuales, en la soda, donde hace de todo. «Cuando vine las cosas no estaban tan caras pero ahora todo ha subido, el gas por ejemplo, ahora cuesta ¢5.000 el cilindro y el bus ya cuesta ¢145 y dicen que va a subir, sí la cosa está muy cara».
 

  • Fabiola Pomareda G. 
  • País
FranceViolence
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