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Gringos graciosos uno

La representación más cómica corresponde a quien no sabe que está causando gracia. Por esto, algunos gringos, made in USA, pueden ser considerados graciosos. Es más, por razones humanitarias debe apreciárseles así, porque de lo contrario habría que juzgarlos como criminales. Dentro de su comicidad está el sentir que lo saben todo y que el mundo es como ellos lo han inventado, que opinan con originalidad sobre cualquier cosa y que la población mundial ni duerme por llegar a ser gringa como ellos. Es el pueblerino sentir de quien no ha olido nada más que sus excretas y, como el Dios bíblico, las haya buenas. Y, por supuesto, juzga hediondos a quienes acostumbran bañarse.

La representación más cómica corresponde a quien no sabe que está causando gracia. Por esto, algunos gringos, made in USA, pueden ser considerados graciosos. Es más, por razones humanitarias debe apreciárseles así, porque de lo contrario habría que juzgarlos como criminales. Dentro de su comicidad está el sentir que lo saben todo y que el mundo es como ellos lo han inventado, que opinan con originalidad sobre cualquier cosa y que la población mundial ni duerme por llegar a ser gringa como ellos. Es el pueblerino sentir de quien no ha olido nada más que sus excretas y, como el Dios bíblico, las haya buenas. Y, por supuesto, juzga hediondos a quienes acostumbran bañarse.

Narra uno de estos gringuitos, Andrew Nagorsky, en Newsweek, que si se es gringo y en estos días se viaja al extranjero, no podrá quitarse al nativo que le hará la pregunta infalible: «Seguramente los estadounidenses no reelegirán a Bush, ¿o sí?». Nagorsky retrata al aborigen con sonrisa afectada o mirada implorante y se encarga de redactar la parte no verbalizada de la consulta: «… los votantes estadounidenses no pueden ser tan estúpidos». Dibujado el primer acto, Nagorsky explica en una página por qué los gringos podrían reelegir al actual equipo gobernante (él apoya a Bush) sin que ello implique estupidez.

Un docto Nagorsky enfatiza que fuera de su país no se entiende que las elecciones allí se pronuncian sobre un liderazgo que transforme el mundo, ya que el espíritu gringo exige que «todo problema debe ser resuelto’. Así, los votantes eligen líderes que prometen atacar los problemas en vez de dejarlos crecer. Especiales que son. Nagorsky califica su singularidad como «mezcla única de idealismo y pragmatismo» y añade que otros llaman a ese espíritu «candidez». Cándidos, los gringos quieren cambiar el mundo, eso sí cañón y factura en mano.

Imagino que el turbio nativo que sigue la ‘explicación’ está ya consiguiendo su visa permanente para el corazón de la candidez o reventado de terror/risa.

En realidad quienes advierten, en Estados Unidos y fuera de él, que sería política y culturalmente criminal reelegir a Bush lo hacen porque lo estiman un mentiroso y arrogante patán a la cabeza de un equipo de delincuentes. La cuestión no es «¿reelegirán a Bush?», sino «¿Cómo es que no está preso?» Si la elección se resuelve por ‘liderazgo’, entonces los votantes están muy desinformados porque no existe un Estados Unidos, sino muchos, y Bush lidera al más brutal de ellos.

Si fuese cándida, la dirigencia estadounidense no haría negocios privados. Bárbaro, también esdrújula, le sienta mejor al equipo de Bush y a quienes, por lo que sea, le conceden afectos. Reelecto Bush, Estados Unidos se confirmará como imperio bárbaro. Y aunque a Andrew le parezca necio, Washington se parecerá cada vez más a la Estrella de la Muerte e Irak resistirá eternamente con el apoyo de Laia, Han Solo, Skywalker y Chuwaca. Para cambiar el mundo.

  • Helio Gallardo
  • País
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