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Familias como ésta en Perú forman parte de la población desplazada en América Latina.
Costa Rica, con más de 14.000 refugiados en su territorio, la mayoría de Colombia, es el país latinoamericano con mayor población de este tipo.
Esta cifra da idea del desafío que significa la atención de estas personas y de los recursos que debe disponer el país para atender sus necesidades.
Así lo afirmaron expertos en el tema reunidos la semana anterior en San José, durante la I Reunión Regional de Protección a los Refugiados para celebrar el XX aniversario de la Declaración de Cartagena, auspiciada por el Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
La directora jurídica de la Cancillería costarricense, Gioconda Ubeda, explicó que para un país con una población de cerca de cuatro millones de habitantes y recursos económicos limitados, hacer frente a la protección y atención que requieren esta cantidad de refugiados es difícil, por lo que «se hace indispensable la cooperación internacional».
Registros del ACNUR indican que sólo en 2003, Costa Rica recibió 2.251 solicitudes de refugio, de un total de 2.670 en toda América Central, México y Cuba.
El segundo país con más peticiones fue México, que recibió 275, le siguió Honduras con 73, Cuba con 29, El Salvador con 14, Nicaragua con 11, Guatemala con 10, y Belice con siete.
«La nueva oleada de personas refugiadas, iniciada en el año 2000, busca a Costa Rica por ser un país de paz, seguro y tranquilo, según han expresado la mayoría de solicitantes, quienes provienen de Colombia», subrayó Ubeda.
De los casi 14.000 refugiados que actualmente alberga Costa Rica, 8.500 ingresaron a partir de la segunda mitad del año 2000.
En Latinoamérica, del 2000 al 2004, Costa Rica ha sido el país con mayor cantidad de refugiados, con cerca de 8.500. Le sigue Ecuador, con 7.472 en el mismo período, y en este país también se trata mayoritariamente de colombianos.
Ubeda subrayó que Costa Rica también posee la mayor tasa de reconocimiento de refugiados en la región con un promedio de un 65%, uno de los mayores porcentajes en el mundo.
En la zona sólo Costa Rica es un receptor neto de refugiados; otros como México y Cuba son mayoritariamente expulsores, pero son aprovechados como países de tránsito por personas que buscan refugio especialmente en Estados Unidos, Canadá y algunas naciones europeas, explicó a UNIVERSIDAD la directora regional del ACNUR, Mérida Morales.
Ana Elizabeth Cubías, directora de la unidad de desarrollo de la Cancillería de el Salvador, destacó que casi el 100% de las personas que solicitan refugio en su país no lo hacen con la intención de permanecer en él, sino de aprovechar los beneficios de la protección internacional para trasladarse a otra nación.
Centroamérica no sólo recibe cada año a refugiados colombianos; según el ACNUR, llegan solicitudes de Argentina, Perú, Venezuela, Angola, el Congo, Argelia, Costa de Marfil, Irak, Líbano, Albania, Bangladesh, India Irán, Somalia, etc.
VIOLENCIA Y DISCRIMINACIÓN
La inseguridad ciudadana y la discriminación, más que la persecución estatal, son los elementos que obligan a las personas a buscar refugio fuera de su país, lo que para expertos marca un viraje en este fenómeno social.
La directora general de la organización internacional Sin Fronteras, Fabienne Venet, explicó que si bien décadas atrás los refugiados salían de su país a causa de la persecución estatal, principalmente en los regímenes militares, el panorama actualmente ha cambiado.
Según Venet, las personas que actualmente solicitan refugio en la región lo hacen por «falta de protección, discriminación, inseguridad, delincuencia, maras (pandillas), violencia doméstica, problemas de nacionalidad, en el caso cubano por ser opositores al sistema, o por ser testigos protegidos».
Morales recalcó que en los últimos años el ACNUR ha reforzado una perspectiva de género en el fenómeno del refugio al reconocer cada vez más que muchas mujeres se ven obligadas a dejar su país por casos de violencia doméstica que no son resueltos por las autoridades de sus países.
Pero no sólo las razones para solicitar refugio han cambiado en el continente, las tendencias del fenómeno han sufrido transformaciones en los últimos años.
En la década de los 70 los desplazados llegaban solos a los países donde querían protegerse por razones políticas; esto cambió con las guerras en Centroamérica, cuando grandes cantidades de familias campesinas e indígenas buscaron refugio en países vecinos, indicó Leonardo Franco, exdirector de Protección Internacional del ACNUR.
Actualmente los refugiados, principalmente urbanos, se movilizan junto a los grandes flujos migratorios, especialmente ilegales, lo que dificulta su identificación por parte de las autoridades y hace que se subvalore el fenómeno, destacó Venet.
Este fenómeno los perjudica, apuntó Morales, pues al no ser identificadas como personas que requieren protección, se ven sujetas a los fuertes controles migratorios que los países han establecido por razones de seguridad, y en muchos casos no logran obtener el estatus que necesitaban.
XENOBIA Y DESEMPLEO
La xenofobia, el desempleo y la falta de integración son los principales males que afectan a las personas refugiadas en la región.
La pobreza de los países del área, según Morales, hace que el proceso de integración sea más difícil, pues las naciones están abocadas a crear fuentes de empleo y brindar seguridad social a sus habitantes, por lo que los refugiados en la mayoría de los casos se ubican en el sector informal de la economía.
La situación socioeconómica del istmo incide además en la percepción que desarrolla la población acerca de los refugiados, e impulsa corrientes xenofóbicas muy fuertes que son claras en los países.
«La gente ha empezado a pensar que los refugiados, especialmente colombianos, llegan a quitarles el trabajo, a dar inseguridad y otras cosas que no son ciertas», especialmente porque no llegan solos sino en grupos de inmigrantes indocumentados, apuntó Morales.
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