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Carmen Naranjo: Vivo sin fechas ni horarios

Carmen Naranjo compartió con UNIVERSIDAD sus reflexiones sobre los problemas nacionales, en especial sobre la corrupción de los políticos.

Carmen Naranjo compartió con UNIVERSIDAD sus reflexiones sobre los problemas nacionales, en especial sobre la corrupción de los políticos.
Muchos asocian el nombre de Carmen Naranjo con la controversia, quizás porque su verbo directo y fluido es su principal arma para denunciar los males que agobian a esta nación.

Se apartó de la función pública después de renunciar como Ministra de Cultura, Juventud y Deportes, pero su voz sigue señalando derroteros para el país que la vio nacer.

Este es el primer extracto de una entrevista donde abordó diversos temas.



¿Por qué ha mantenido un perfil tan bajo en la vida nacional?



– En política, después de renunciar al Ministerio de Cultura, me juré a mí misma jamás intervenir en política.


Pese a que usted salió con un buen prestigio…



– Uno de los problemas es que la gente me rompía la ropa para llevarse pedacitos.  Una vez fui al banco y me dejaron sin blusa, como mi hermano era el gerente del banco tomé el ascensor y le pedí que llamara a mi mamá para que mandara unas blusas.  Entonces decidí esconderme un poco, dejar que todo eso pasara.



Antes usted escribía más activamente en los medios de comunicación, ¿por qué no lo ha vuelto a hacer?



– Quizá porque no hay lugares donde escribir.  Cuando me han ofrecido espacios, yo voy.



¿Sigue viendo la globalización como una enemiga?



– La sigo viendo como un mundo con un monopolio a favor de los ricos y que los pobres se vayan al diablo.  Es una globalización de capitales; el que no tenga capital, se va al carajo.  Si la globalización fuera para que no hubiera hambre en el mundo, yo sería la primera en estar a favor de ella.



¿No le encuentra ningún beneficio?



– Tendría mucho beneficio si fuera para combatir el hambre o la ignorancia.  Usted sabe, que en vez de botar alimentos se le regalaran a los pobres, pero para que los alimentos sean caros los botan, ese es el mundo de hoy, un mundo de rapiña.  La globalización es la rapiña generalizada.



¿Y los que se oponen a la globalización?



– Seguramente se tienen que venir a la montaña como yo, a vivir con los monos, con las ardillas y con otros animales que sí lo entiendan.



En 1976 en UNIVERSIDAD usted dijo que cuando se hablaba de bienestar colectivo se le tildaba de fascista o comunista, ¿ahora cómo se le diría?



– Ahora le dicen a una ecologista, estoy muy honrada de estar con los ecologistas, con Green Peace y toda esa gente.



Usted ha sido muy crítica de la política del país.  Ha señalado muchos desaciertos de Liberación Nacional y en general de la clase política.  ¿Cree que haya cambiado en algo?



– No, se ha empeorado.  No hay tema que se toque aquí en que no salga la corrupción.  Veámoslo ahora con esto de la revisión de carros, es corrupción para arriba y para abajo, por donde usted quiera.  Y los remedios que ponen son más corrupción.  Pareciera que el único camino que encuentran los políticos es éste.



¿Cuál es el origen de este mal?



– Creo que el cambio de los valores.  Yo creo que don Pepe, a pesar de que yo lo admiraba mucho y era una persona a la quise mucho, lo introdujo con todas aquellas personas que trajo, Vesco, los Yazdani.  Introdujo la corrupción a todo dar, y ahí nadie se libró.



¿Pero también es un mal latinoamericano?



– Por supuesto, y europeo, y africano y asiático.



¿Hay posibilidad de revertir este proceso o estamos en un punto muerto de donde no hay regreso?



– Yo creo que sí hay regreso.  La decadencia que se nota en Los Estados Unidos y en la misma Europa exigirá un punto de regreso a valores reales como la honradez, la honestidad, el corresponder la idea a la palabra.  Estoy segura que sucederá porque el mundo no puede seguir así, a pesar de que los ecologistas son muy pesimistas.  – Ellos dicen que nos estamos suicidando en aras de las empresas, de las multinacionales, que acabamos con la capa de ozono, etc.



Pero en el tema ambiental parece que hay ciertos acuerdos en las transnacionales…



– No, no hay ningún acuerdo.  Las transnacionales siguen tirando basura, contaminando.  Tampoco se ha logrado un nuevo orden en la Organización Mundial del Comercio, ni siquiera en la Organización Mundial de la Salud.  Va a llegar a un punto en que va a ser vida o muerte.



¿Y los campañas ambientales que impulsan las grandes transnacionales?



– Son falsas, porque mientras ellos hacen los que les da la gana le dicen:  «señor no bote basura, limpie su casa con tal cosa que vendemos».



En el nivel nacional, ¿cómo podemos hacer cambios con las generaciones futuras, porque con las adultas ya es difícil?



– En la generación mía y en la suya hay gente muy buena, gente con deseos de cambio, lo que pasa es que son desoídos.  Hay que ver qué ideales tienen los muchachos, hay que tomarlos en cuenta, preguntarles.  Yo creo que ellos quieren vivir, y no solo vivir en el consumismo.  Conforme ellos defiendan sus valores, todos nosotros dependemos de eso.



Pero requerimos un cambio educativo, formativo…



– Tiene que ser muy rápido y muy urgente.  Creo que aquí se empeoraron las cosas con la creación de la enseñanza privada, esa marcó una diferencia y marcó clases sociales.



¿Y en la educación pública cuáles cambios urgentes podríamos impulsar?



– Empezar por crear conciencia en nuestros alumnos, enseñarles los valores positivos.  Enseñarles lo qué es la vida y los riesgos que representa la no vida.  Es un juego entre la vida y la muerte lo que estamos viviendo.



¿Y en lo político, qué les espera a las nuevas generaciones?



– Yo no veo esperanza.  Los políticos jóvenes están entregados a lo mismo, a la globalización, a la importancia de los mercados, a asimilar de los norteamericanos, a ser prepotentes.



Oírla hablar me provoca una gran desazón…



– A mí también.



¿En algún lado hay luz?



– Pues sí, aprender a vivir más sencillamente, perderle miedo a la pobreza.  ¿Por qué tengo que fingir que soy rico? ¿Por qué tengo que matarme la vida para ser rico?  ¿Qué me deja eso?  Es más importante ser persona que ser personaje.



¿Usted cree qué los jóvenes lo entiendan?



– Yo creo que lo llegan a entender si ven lo profundo que hay en esto.

UN DIA A LA VEZ
¿Con quién comparte su vida en este momento?

– Con alumnos, con amigos, con animales.



Se arrepiente de no haber tenido hijos?

– No.



¿Cuando hace un balance general se siente satisfecha?

– Mucho.



¿Cuáles son sus expectativas en este momento?

– Seguro morirme.



¿Cómo planea su vida ahora?

– Yo no planeo mucho las cosas, vivo cada día con alegría.


 
 

  • Eduardo Muñoz 
  • Cultura
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