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Ricardo Toledo «Soy socialista y cristiano hasta la muerte»

El exministro de la Presidencia y de nuevo diputado del PUSC, Ricardo Toledo (centro) conversó con los periodistas de UNIVERSIDAD Eduardo Ramírez, Laura Martínez, Ana Incer y Eduardo Bolaños (de izquierda a derecha) en su oficina en el antiguo colegio Sión frente a la Asamblea Legislativa.

El exministro de la Presidencia y de nuevo diputado del PUSC, Ricardo Toledo (centro) conversó con los periodistas de UNIVERSIDAD Eduardo Ramírez, Laura Martínez, Ana Incer y Eduardo Bolaños (de izquierda a derecha) en su oficina en el antiguo colegio Sión frente a la Asamblea Legislativa.
El hasta hace poco ministro de la Presidencia y ahora de nuevo diputado de la Unidad Social Cristiana (PUSC), Ricardo Toledo Carranza, defendió con vehemencia sus últimas acciones ministeriales y el arreglo que promovió con las sectores sociales agrupados en el Movimiento Cívico.

El hombre de confianza del mandatario Abel Pacheco, se definió como «socialista y cristiano hasta la muerte», principios que lo motivan siempre a dialogar y concertar con grupos sociales como los que participaron recientemente en las protestas y bloqueos que agitaron al país.
Toledo Carranza reveló que en aras de llevar la paz al gabinete tras el conflicto que generó el acuerdo gubernamental con el Comité Cívico, ofreció su «cabeza» al presidente Pacheco y regresó a su cargo de diputado en la Asamblea Legislativa, que es donde más le gusta estar.
En su oficina legislativa, el polémico diputado conversó el pasado 14 de setiembre con periodistas de este Semanario: Laura Martínez, Ana Incer, Eduardo Bolaños, y Eduardo Ramírez, quien proceso esta información.
Toledo se refirió a sus fricciones como ministro con el equipo económico, al «monopolio del conocimiento» de quienes manejaban los números en el gabinete, su relación con el presidente Pacheco, sus proyectos como parlamentario, y otros temas. A continuación se ofrece un resumen de sus respuestas.
 

¿Qué criterio tiene sobre la designación de los nuevos ministros por parte de la administración de Abel Pacheco?

-Empecemos por Ovidio Pacheco (en Ministerio de Obras Públicas y Transportes -MOPT-): es un hombre -abogado- de suma experiencia; va a jugar un papel importante; los conflictos más grandes que en este momento tiene el MOPT son de tipo legal: Riteve, Alterra, INCOOP, y hasta cierto punto también JAPDEVA; creo que Ovidio como exministro de Trabajo conoce parte de la problemática y diría que esta es la parte más incendiaria y los últimos movimientos huelguísticos entraron por ahí. Fernando Trejos vuelve al Ministerio de Trabajo, el cual yo diría que es su charco; él fue criticado porque fue uno de los hombres que hicimos el pacto de la media noche que puso fin a la huelga del ICE; es un hombre con características sociales muy fuertes, que ha peleado por los trabajadores, socialcristiano de corazón, y creo que va a hacer un gran papel. Manuel González (ministro de Comercio Exterior): lo conozco, es un muchacho abogado brillante; ha hecho una excelente labor en Ginebra y reconocido a nivel internacional; un hombre con una perspectiva más humana de lo que es la globalización. Federico Carrillo (ministro de Hacienda): es hijo de dos grandes personas (Rafael Carrillo, presidente de la Cámara de Industrias, y Joyce Zürcher, diputada del Partido Liberación Nacional -PLN-); lo conozco poco; es una cara joven, y si bien viene del PLN eso no le quita méritos para ocupar el Ministerio de Hacienda. Lineth Saborío: una gran mujer, una amiga, es conciliadora; creo que ha tenido uno de los papeles más tristes, ya que la administración Pacheco apuntó hacia lo social y aún sin dinero, con ella a cargo del sector social con las uñas se logró bajar la pobreza un 2.1%; ha sido la mejor escogencia y ella va a ser una gran conciliadora con los grupos sociales de este país.

¿Son estos nombramientos producto de las presiones de que es objeto el presidente Abel Pacheco y que usted denunció al momento de su salida?

-Presiones hubo, pero creo que al final la decisión la tomó el señor Presidente. Esto no se lo impuso nadie; él lo analizó, los llamó, e informó, que es lo que debe hacer un presidente y lo admiro por eso.

Las organizaciones sociales reaccionaron airadamente ante estos nombramientos y sostienen que son una clara imposición del sector cercano al exmandatario Óscar Arias Sánchez. ¿Comparte usted esta opinión?

-Diría que más bien se llevaron una sorpresa con el nombramiento de este muchacho (Federico Carrillo). No creo que hubiera una imposición y esto lo aseguro. Al que menos le hubiera interesado en este momento tener un ministro de hacienda del arismo es a Óscar Arias, por las críticas que se vienen haciendo al PLUSC (expresión irónica para referirse a la relación entre el PUSC y el PLN). Hay que esperar que arranquen, y espero que hayan entendido que la paz social de este país se logra con la unión de todas las partes.
Algunos consideran que el nombramiento de Federico Carrillo -en Hacienda- es para preparar la transición a un supuesto gobierno de Óscar Arias, ya que le queda solo un poco más de un año a esta administración.
Esto lo veo muy jalado del pelo. Creo que esto fue un golpe del señor Presidente de la República y fue un buen golpe para los grupos de presión que querían imponer sus candidatos, y esta lista era grande; pero, de sus nombres no me acuerdo… como dijo un expresidente (risas).
Algunas figuras socialcristianas también han expresado molestia porque para ellos con estos nombramientos no cabe la menor duda de que este sector del PLN está en el poder.
-Ya no está. Siento que sí había un sector, aunque no diría tanto que del PLN, sino de un pensamiento filosófico muy parecido que existe en los dos partidos. Entonces, no los une tanto un partido rojo y azul, o verde y blanco, sino la razón filosófica de cómo manejar y administrar un país.

¿Entonces estos nuevos ministros no forman parte de ese gabinete que se quería conformar «a la sombra»?

-Así es. ¿Por qué algunos pedían la renuncia de todo el gabinete? Todo esto buscaba poner contra las cuerdas al Presidente, estrangularlo. Lo que pasa es que muy hábilmente nuestro presidente, 48 horas después ya tenía su gabinete listo. ¿Crisis? ¡Idiay! ¿Cuando hay cambio de gobierno no se va desde el presidente de la república, todos los ministros y presidentes ejecutivos, y el Estado sigue caminando? Que nos vayamos cuatro no cambia nada. Lo que pasa es que algunos que creen tener el monopolio del conocimiento en la parte económica, cada vez que no les gusta algo, hacen como el lobo y dicen nos vamos. Esta situación no puede ser: al presidente de la república no se le chantajea. Me voy si no estoy de acuerdo.

¿Cuál es la relación actual entre don Abel Pacheco y los hermanos Óscar y Rodrigo Arias Sánchez?

 
-De consulta; él les habla, e igual habla ahora con don Ottón Solís, pero él decide. Ahora se va a reunir también con don Antonio Álvarez Desanti; con don Luis Alberto Monge habla mucho.

Después de lo que ha ocurrido con el expresidente Rafael Ángel Calderón, ¿cómo queda la relación del mandatario Pacheco con la estructura del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC)?

-Aquí el asunto es esperar. Es todo lo que puedo decir. Basta ya de encasillarnos como calderonistas, abelistas, rodriguistas…, sino socialcristianos, un partido más grande que un hombre, que un caudillo, pues el problema es que cuando el caudillo se cae… se cae el partido. Tenemos que olvidarnos del caudillaje. Creo que ya eso se acabó, ya pasó de moda. Los partidos tienen que ser instituciones, no nombres; las instituciones siguen, los hombres mueren, fallan.

Ahora que se fue el equipo económico del gobierno, ¿es cierto que mientras este equipo «reinó», logró mantener al presidente Pacheco bastante aislado de otros sectores?

-Había una lucha interna. Es tan fácil cuando se tiene el monopolio de los números decir que el país puede entrar en una crisis y de pronto esta no existe. El presidente Pacheco siempre dijo que iba a gobernar para los que más necesitaban y ese fue el pueblo que lo llevó al poder. Ojalá pudiéramos tener un déficit cero, y estoy de acuerdo en que no podemos abrir las llaves y despilfarrar el dinero -que nunca se hizo-; pero, decir que no había plata para darle el 0.5% a los empleados públicos es muy grave, y solo para decir que se bajó el déficit; mientras que ¢500 o ¢1.000 significa la lechita para una familia. Nunca he sido populista y cuando me he tenido que enfrentar con las fuerzas de izquierda lo hago, igual que con las de derecha. Lo que pasa es que como ellos solo ven los números, ven los números y ven los números… Entonces, diría que sí tenían aislado al Presidente con los números.

Los ministros que rubricaron el acuerdo con el Movimiento Cívico hoy no están en sus puestos, ya sea porque renunciaron o fueron trasladados a otras carteras. ¿Esos cambios fueron un castigo por haber firmado dicho acuerdo?

-Creo que no. Lo que pasa es estratégico. Don Javier Chaves se va porque quiere y porque dijo que no estaba de acuerdo con el arreglo. Yo le di mi cabeza al Presidente para llevar la paz, porque si no esto hubiera seguido; después de que se la doy se fueron los otros tres: ¡qué simpático! Pero, bueno, me hicieron un favor, porque ahora estoy aquí, donde más me gusta. Sabía que iba a apagar incendios y por el Presidente lo hubiera hecho gustoso las veces que fuera necesario; entré (a la Presidencia) en una huelga y me fui en una huelga. Lo bueno es que pude pararlas y que no tuvo un costo mayor. Los empresarios se rasgan las vestiduras y dicen que ¡qué barbaridad haberles dado el 0.5% -que significan ¢3.000 millones-, y cada día de pérdida por una huelga cuesta ¢5.200 millones! Qué interesante: voy a mandarles un ábaco, para que saquen las cuentas.

Entonces ¿el origen de estas medidas fue porque hubo presiones de los sectores privados, para compensar las concesiones a los sectores sociales?

-Sí hubo presiones de algunos sectores de las cámaras y lo digo porque el Presidente me ha dicho una cosa: no mienta, y le he seguido siempre al pie de la letra sus palabras. El Presidente me dijo: vos te vas de aquí hasta que te dé la gana, y eso se lo agradezco. El problema es que hay sectores que siempre le temen al diálogo. Fue innecesario llegar a esta huelga, pues desde hace meses se pudieron bajar los parámetros de Riteve, por ejemplo.

Quienes manejaban hasta hace poco el sector económico del gobierno ¿desarrollaron una labor que benefició o perjudicó la gestión del mandatario Abel Pacheco?

 
-Algunos sectores -más que todo para algunos medios de información que es su línea, como el periódico La Nación- alababan al equipo económico diariamente y resulta que eso era lo único bueno que tenía el Presidente. Para otros, no era bueno; al pueblo no le servía. El Presidente no engaña a nadie y él mismo dijo que no era economista; pero, eso no significa que algunos traten de aprovecharse de él, como trataron algunos de hacerlo.

¿Eran ellos los que tomaban realmente las decisiones importantes?

-El Presidente siempre las tomó, pero oyendo razonamientos y muchas veces las bajó (las medidas), después de que teníamos discusiones fuertes; él siempre trató de bajarlas por consideraciones sociales y esto hay que reconocérselo.

¿Hubo siempre fricciones o desacuerdos entre usted y el sector económico, o fueron recientes las discrepancias insalvables? ¿A qué se debieron?

-Desde el primer día que entré acuérdense de que me trataron de sacar, sintieron que había llegado el diablo; yo me veía en el espejo, a ver si tenía cola o cachos, porque pasaba por el corredor y todo el mundo se escondía cuando me veían. Seguro sintieron que venía alguien que conocía también un poquito la parte económica, porque sin ser economista algo conozco de números y toda mi vida he estado en ese campo; seguramente dijeron: viene un metichillo. No veo otra razón. Yo me declaro socialcristiano. Algunos de ellos tal vez creyeron que venía el hijo de Carl Marx a la Presidencia de la República, y temblaron. Pero, si hay alguien que ha sido anticomunista soy yo. Soy socialista y cristiano hasta la muerte.

Algunos analistas aseguran que el presidente Pacheco ha percibido el malestar y el descontento de la gente por la eventual aprobación del TLC con Estados Unidos y por eso ha tomado la decisión de retrasar su trámite en la Asamblea Legislativa o esperar a ver qué pasa en las elecciones de Estados Unidos antes de decidir al respecto. ¿Qué opina usted de esta versión?

-No creo que haya pensado solo en las elecciones, porque se estaría contradiciendo, en el sentido de que él ya cree que el tratado está listo para ir a la Asamblea. Hay que ver las medidas complementarias, cómo va a beneficiar a los que salen perjudicados, hay que analizar muy bien todas estas situaciones. Entonces, no creo que sea solamente enviarlo por enviarlo a discutir, porque sería para el Ejecutivo como lavarse las manos y aún a este le faltan cosas por hacer: ¿cuándo vamos modernizar al ICE, al INS, a tener banca de desarrollo, tener medidas complementarias?

¿Es cierto que el Presidente habría dicho: cuáles ministros están conmigo con o sin TLC?

Sí, por allí lo dijo.

Usted es una persona cercana a don Abel. Quisiéramos saber si solo le dicen las cosas bonitas que él quiere escuchar, o también le transmite las críticas que percibe o escucha sobre el gobierno.

-El Presidente y yo tenemos una relación muy bonita -y no solo de ahora sino desde la campaña-. Muchas veces dicen que soy demasiado franco e inclusive mi esposa me regaña. Soy demasiado franco con el Presidente. Pero, ser cortesano o verdaderamente amigo del Presidente son dos cosas diferentes. Le digo las cosas buenas y las malas; él toma la decisión. Ser un «yesman»…¡eso sí que no! Mi obligación era informarle todo al Presidente. Quiero decir que nunca tomé una decisión sin consultársela y discutirla con él, jamás, porque eso sería perderle el respeto. Todos los acuerdos que hemos firmado han sido con la autorización del Presidente. Alberto Dent no quiso llegar a la negociación (con el Movimiento Cívico), porque dijo que él no se reunía con esos grupos.

Una de las primeras promesas que hizo el mandatario al asumir la presidencia fue que no permitiría que los puestos públicos fueran ocupados por familiares suyos y de sus altos jerarcas. Sin embargo, mientras usted ocupaba el Ministerio de la Presidencia su esposa era la secretaria del Consejo de Gobierno con rango de ministra y su padre es agregado comercial en Nicaragua. ¿Constituye esto otra de las incongruencia de este gobierno?

 
-Mi esposa (Marta Lora) fue llamada cuando era yo diputado, y la llamó porque es una de las mujeres de más confianza del él. Tengo que decir que el Presidente inclusive discute más con Marta que conmigo, y no tengo derecho de partirle a ella su vida simplemente porque yo soy diputado. Cuando llegué a la Presidencia, Marta le presentó la renuncia y yo le pedí que se fuera. El Presidente se puso furioso y no le aceptó la renuncia. Y mi padre -agregado comercial- se fue a Nicaragua y voy a decir por qué: porque mi madre estaba falleciendo y el Presidente lo ayudó para poder alejarse un poco de lo que estaba pasando aquí. Papá está muy mal; quedó muy mal desde la muerte de mi madre. Lo que gana son $1.250, y mi hermana y yo le tenemos que mandar porque no le alcanza con el salario que tiene en Nicaragua. Si eso es lo que quiere decir incongruencia, bueno…es incongruencia; pero, ninguno de los dos se está robando el salario, están trabajando, no están «choriceando».

Como ministro usted fustigó en varias ocasiones a los diputados por su trabajo. ¿Afectará esto su labor ahora como legislador?

-Se los seguiré reclamando; ahora con más razón. ¡Al que no trabaja que no se le pague! Eso es una barbaridad. Eso de recesitos se acabó. Durante el primer año que tuve de estar aquí (en la Asamblea Legislativa) fue productiva como nunca; después bajó, y no fue porque yo me fui, sino porque las circunstancias variaron. Aquí tenemos que volvernos a unir, por el bien de la patria, y vengo hablando con don Ottón Solís -a quien admiro y respeto, le tengo un gran cariño y sé que es un hombre que puede ayudar mucho-, con Rodrigo Arias. Tenemos que unirnos todos para sacar esto adelante. Y los compañeros libertarios que bueno…ahí ¿qué le digo?

¿Tiene usted proyectos propios que piensa impulsar en la Asamblea Legislativa en los meses que restan de esta administración?

-¿Sabe cuál es el primero que voy a pasar? El que presenté hace un año y medio: de que las tarifas de Riteve las ponga la ARESEP (Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos). ¿Cómo es posible que el gobierno se ponga de acuerdo con la empresa para poner las tarifas? ¿Dónde se ha visto una cosa igual? Tengo varios proyectos. Uno es el que presenté a la comisión de partidos políticos. ¡Me van a matar las emisoras de radio! ¿De quién son las frecuencias de radio? Del Estado. ¿Por qué tenemos que estar pagando campañas políticas a la estaciones de radio y televisión? Igual con las líneas de autobuses. También quiero meterme con la parte municipal; tenemos que pasarle a estas responsabilidades, pero de verdad, no en el papel. Tenemos que fortalecer el régimen municipal, y dividir el poder, pues está concentrado.

¿Se esperaría que los meses que falta a este gobierno para que concluya sean menos turbulentos que los 28 anteriores?

 
-Creo que sí. Van a ser menos turbulentos. Creo que a todos los ministros les sirvió esto, para poner las barbas en remojo y tratar de evitar que los problemas lleguen hasta la Presidencia de la República. El que manda es el pueblo y si no quieren oír esa voz sino la de Llorente…bueno, eso es otra cosa.




 

  • Eduardo Ramírez 
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