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Despedir a su mejor amiga que viajó en 1988 a Israel metió a el mundo del racquetbol.
Andrea Ortiz dominó la disciplina del racquetbol costarricense a partir de 1993 y tuvo grandes jornadas internacionales.
Andrea Ortiz representó a Costa Rica en cuatro campeonatos mundiales: Venezuela 1990; Canadá 1992; San Luis Potosí, México 1994 y Phoenix, Arizona, Estados Unidos 1996.
Fue la abanderada de la delegación nacional en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, Argentina, en 1995; vivió la enorme experiencia y aventura de permanecer 30 días en Olimpia, Grecia, junto a 200 atletas de 20 países, escogida y apoyada por el Comité Olímpico Nacional, donde participó en seminarios y talleres sobre lo que significa el olimpismo en el nivel mundial.
De 1993 a 1997 fue eterna campeona nacional de racquetbol y seleccionada a los Juegos Centroamericanos y Centroamericanos y del Caribe.
¿Cómo entra Andrea Ortiz Rodríguez, hoy de 34 años de edad, al mundo del racquetbol costarricense?
«Durante mi época escolar y luego colegial me dediqué a la natación; incluso nadé en varias competencias interclubes contra Silvia Poll; he sido siempre muy deportista, quizá porque mi abuela materna, Cecilia Martínez fue una destacada atleta que honra la Galería de los Inmortales del Deporte Costarricense (Salón de la Fama) y mi mamá, Floria me inculcó desde niña la importancia y disciplina que da el deporte, como formador de personalidad», recordó Andrea.
«Sin embargo, mi mejor amiga, Paulette Chinchilla Weinstock practicaba el racquetbol y en 1988 (tenía 18 años) tuvo que regresar a Israel. En el aeropuerto Juan Santamaría me encontré con Paulette y su entrenador Sergio Fumero, uno de los más grandes campeones del racquetbol costarricense y a modo de broma me dijo: ‘dedicate a jugar racquet para que seas seleccionada nacional y podás encontrarte con Paulette en el Mundial de Alemania 88’.
Le hice caso, dejé la natación a un lado y me puse a entrenar racquetbol; desde luego que no fui seleccionada, ni viajé a Alemania, ni volví a ver a Paulette, pero me sumergí en esta nueva disciplina, mucho más entretenida y mucho menos sacrificada que la natación y así empecé mi nueva carrera deportiva», expresó la hoy psicóloga profesional a UNIVERSIDAD.
DE TERCERA A PRIMERA
Rafael Echeverría, entonces presidente de la Asociación Nacional de Racquetbol, invitó a Andrea a competir en los torneos internos del San José Indoor Club en categoría B.
Solo dos años después, Ortiz viajó a su primera competencia internacional en Honduras y enseguida a los primeros Juegos Centroamericanos en que participó, donde ocupó una tercera posición.
En ámbitos nacionales, Andrea igual paga derecho de piso y es superada por dos racquetbolistas más experimentadas, Rosemary Koberg y Gloriana Herrera que acaparan títulos y subcampeonatos.
Pero, Andrea se les va a acercando, tanto que en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en México 90, forma binomio precisamente con Koberg y le dan a Costa Rica medalla de plata en dobles y es esta presea, la más significativa en la carrera de la racquetbolista.
¿Cuál es tu medalla favorita?, preguntamos a Andrea.
«La de México 90, la de plata en dobles con Rosemary», respondió sin titubear.
Igual que su amiga Paulette y la mayoría de las racquetbolistas nacionales, Ortiz se entrena con Sergio Fumero, hasta que en 1990 decide prepararse sola con una rutina de dos horas diarias de entrenamiento.
«Empecé a entrenarme sola; me di cuentade que la natación es muy dirigida por los entrenadores, pero el racquet se abre más a la capacitación individual; ganar es muy de uno, es actitud y voluntad individual y esto lo reforcé dos años más tarde cuando viajé a Boca Ratón, Florida a una clínica impartida por Jeff León, un instructor estadounidense de origen panameño quien nos inculcó a los participantes esa idea de que el racquetbolista puede entrenarse solo.
En el nivel internacional, en las competencias de la zona, el racquet nacional tocaba techo en categoría individual, fuera de las ocho primeras clasificadas; las deportistas de Estados Unidos, Canadá y México nos superaban y entraban ellas a la llave principal. Precisamente en México 90, cuando gané plata en pareja con Rosemary, tuve la opción de pasar a la llave principal en «singles», pero caí ante la mexicana Diana Almeyda en uno de los partidos de mi carrera que más recuerdo», dijo Ortiz, quien en el 93 ya logra llegar a la cima de los campeonatos nacionales y gana varios títulos.
RECTA FINAL
Después de recibir el inmenso honor de ser la abanderada de Costa Rica en los Panamericanos de Mar del Plata, tras posar en las vitrinas de su hogar decenas de medallas de oro por los títulos nacionales, luego de conquistar plata y bronce en modalidad de dobles en competencias internacionales, el amor llegó al corazón de esta notable deportista y Andrea contrajo matrimonio con Rónald Sasso; de esa unión ha nacido una hermosa parejita de infantes, Claudia y Santiago de 3 y 2 años respectivamente y las prioridades de la ahora mamá cambiaron.
«Siento que toqué techo en el racquet, ganar en el país pero no poder sobrepasar esa barrera de ser tercera o quinta en dobles, pero sin meternos en la llave principal de sencillos, me alejó de esta disciplina, pero deportista que soy, en diciembre anterior me preparé junto a mi esposo para correr la maratón de Disney, en la Florida, la primer semana de enero y sin embargo, me dio varicela a finales de año y tuvimos que desistir.
No sé si me voy a dedicar a correr; por ahora estoy retirada de la actividad deportiva, doy clases en el kinder al que asisten mis hijos, les dedico a ellos mucho tiempo, me agrada ir al cine con mi marido, ir a estudios de Biblia, reunirme con mis amigas en casa, en fin, puede que vuelva a nadar porque a mí practicar deportes en forma competitiva me ayudó a formar mi carácter, personalidad y me inculcó mucha disciplina.
«Quiero ser ejemplo y testimonio para mis hijos como mi abuela lo fue para mí, que sepan que su mamá practicó deportes, que tuvo éxitos y que venció», concluyó Andrea.
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