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«Hay presiones de sectores que tienen interés en perpetuar el modelo neoliberal», advirtió Gerson Gomes, asesor del senador del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Aloízio Mercandante.
El modelo neoliberal, cuando funciona bien, cuando no produce tragedias como la de Argentina, causa estancamiento, desempleo, caída de los salarios, aumento de la pobreza y la desigualdad, afirmó el economista brasileño Gerson Gomes, quien visitó al país la semana pasada, invitado por la Universidad Nacional.
Gomes analizó -en una conversación con UNIVERSIDAD- los retos que enfrenta el gobierno del presidente Luis Inácio Lula da Silva y los cambios ocurridos en el escenario latinoamericano, a medida en que se evidencia que el modelo neoliberal es incapaz de ofrecer solución al agravamiento de las tensiones sociales.
«Hay una conciencia cada vez mayor de los problemas concretos que el modelo creó, pero eso no excluye las presiones para que algunas reformas de segunda generación, previstas en el ideario neoliberal, como las laborales y la promoción de la independencia del Banco Central, sigan adelante», afirmó Gomes, asesor del senador del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Aloízio Mercandante.
En Brasil, explicó Gomes, hay una pelea sobre los beneficios del modelo, entre economistas llamados «monetaristas» y los de tendencia «desarrollista». Los primeros, encabezados por el poderoso ministro de Hacienda, Antonio Palocci, son partidarios de un mayor control del gasto público y de la tasa de inflación, mientras los desarrollistas estiman que el país debe invertir en infraestructura y, sin descuidar la inflación, poner mayor atención a las necesidades del crecimiento.
En una entrevista reciente, Palocci destacó que la economía de Brasil va a crecer más de 4 % este año, frente a una previsión inicial de 3,8 %.
Es natural que surja el debate sobre la ampliación de la meta de superávit primario -que excluye los pagos de la deuda- «porque es un momento en que deben ser hechas opciones de ese tipo,» afirmó el ministro, cuya línea está más cercana a las propuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) para Brasil.
Lula trata de mantener el equilibro entre esas dos tendencias, afirmó Gomes. El senador Mercadante, de quien es asesor, es uno de los representantes más importantes del sector desarrollista, que tiene entre sus figuras más destacadas a José Dirceu, jefe de la Casa Civil del gobierno de Lula.
ESCOMBROS
¿Cómo salir de los escombros de la experiencia neoliberal? ¿Por qué América Latina adoptó de forma tan radical ese programa?, se preguntó Gomes.
«La globalización es inevitable, pero no es inevitable incorporarse a ella de manera subordinada , como lo hizo América Latina. Esa forma de integración subordinada tiene mucho que ver con el papel de las elites nacionales», estimó.
Algunos países que se insertaron en el proceso de globalización mediante una apertura de la cuenta de capitales pagaron un precio elevado por esa decisión, afirmó Gomes. Brasil lo hizo durante el pasado gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso, y el resultado fue que la deuda externa se multiplicó por diez y el superávit comercial, que era de $10 mil millones, se transformó en un déficit de $8 mil millones.
«Las altas tasas de interés destrozaron las finanzas públicas.Un conjunto de reformas económicas acompañaron ese proceso, como la privatización de las empresas públicas, muy aceleradas durante el gobierno de Cardoso», recordó.
Esas tasas de interés estimulaban la especulación financiera en detrimento de las inversiones productivas, y reducían la capacidad de inversión del Estado y el consumo, agregó.
«Después de 12 años de política neoliberal, se profundizaron los problemas estructurales. La infraestructura en el sector de transporte y energía, por ejemplo, se deterioró mucho. Con un nivel de endeudamiento muy alto, la dependencia del mercado financiero dejó el país en manos de agiotistas», afirmó Gomes.
Lula asumió el poder en 2002 en un cuadro de fuerte aumento de los problemas estructurales, pero enfrentado también una situación coyuntural difícil, ya que no se hicieron los ajustes fiscales necesarios a tiempo. El desempleo aumentó un 80% y los salarios, cayeron un 25%; los flujos de capital estaban prácticamente cortados, la inflación andaba por 30%, el «riesgo Brasil» había subido de 600 puntos a 2.400 puntos.
«El Partido de los Trabajadores (PT) estaba interesado en recuperar la capacidad de hacer política económica. El nuevo gobierno trató de rearmar las relaciones con los países del tercer mundo, crear condiciones para renegociar el proyecto», recordó Gomes.
La política macroeconómica no cambió mucho, pero se detuvieron las privatizaciones. El Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDES) volvió a ser un banco de desarrollo en vez de un banco de inversiones, como lo había transformado Cardoso. Se creó una política industrial, que da prioridad a algunos sectores estratégicos como los de software y de semiconductores.
ALTERNATIVAS
A medida en que el modelo neoliberal muestra sus limitaciones, y el estancamiento económico y la polarización social se agravan, se hace indispensable encontrar una alternativa.
«Hay una percepción clara de que los países latinoamericanos no pueden resistir una tercera década perdida. Si las condiciones externas o las decisiones internas no crean nuevas condicione se tendrá que renegociar la deuda externa», como lo está haciendo Argentina, advirtió Gomes.
Pero ese no es el caso de Brasil en estos momentos. El año pasado tuvo un superávit en cuenta corriente de poco más de tres mil millones de dólares, y se espera que aumentará más este año.
«Si no logramos sostener la tasa de crecimiento y cambiar progresivamente la política macro, será inevitable renegociar la deuda. Pero, por el momento, eso no está ocurriendo. Las perspectivas son de que pueda aumentar sus reservas, depender menos del crédito externo y, de ese modo, no aumentar su deuda», que es de $ 212 mil millones, la externa, y de unos $260 mil millones, la interna.
«Es muy difícil dentro de la situación actual, con un poder unipolar en el mundo y una inserción subordinada en el sistema financiero internacional, enfrentar las dos caras de ese monstruo que es la cara imperial y la cara del capital financiero globalizado», afirmó.
La estrategia política, explicó, pasa por lo siguiente: Brasil enfrenta efectivamente el imperio, aunque sin una retórica confrontativa.
En este momento hay una confrontación clara en la política comercial y respecto a la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), mientras Brasil trata de reconstruir un bloque de países en desarrollo».
«El ALCA es una batalla muy difícil; pero sin Brasil no hay ALCA. Brasil tiene ya capacidad de competir en los países latinoamericanos con sus productos, y también en otros mercados, como el asiático», concluyó.
El presidente brasileño dijo esta semana, en la inauguración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que el FMI «debe ser capaz de dar garantía y liquidez, que son necesarias para las inversiones productivas, especialmente para la infraestructura, viviendas y salubridad, así como para restaurar la capacidad de pago de los países pobres». Solo esto significaría un cambio profundo en las condiciones imperantes.
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