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Las gracias, 1994.
Óleo, acrílico y fluorescente sobre lienzo.
138 x 110 cm
«El dibujo es un instrumento en el que pasan cosas. Tú eres espectador y debes decidir cómo introducirte en él sin desvirtuarlo, cómo mantenerlo creativo todo el rato».
Esa frase esboza cómo asume el proceso creativo el pintor español Carlos Franco, de cuya obra se presentará una muestra en nuestro país a partir del 21 de octubre.
La combinación catártica de formas, colores y texturas característica de los trabajos de Franco, será exhibida en el Museo Calderón Guardia.
Para la inauguración de la muestra se contará con la presencia del artista, además del esteta, crítico de arte y curador español Fernando Castro, comisario de la exhibición.
Su venida al país se da en el marco de la colaboración entre el Centro Cultural Español, la Embajada de España, la Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior (SEACEX), de ese país, y el Museo Calderón Guardia.
La delegación es completada por Felipe Garín, presidente de SEACEX; Carlos Alberdi, Director General de Cooperación y Comunicación del Ministerio de Cultura de España, y Alfons Martinell, Director General de Relaciones Culturales y Científicas del Ministerio de Asuntos Exteriores de España.
Esta demostración del trabajo de Franco forma parte de un recorrido latinoamericano que ya le ha llevado al Museo Óscar Niemeyer, en Curitiba, Brasil; el Centro Cultural de España en Cartagena, Colombia, y el Museo del Canal Interoceánico, en Panamá.
SOMOS EL ECO DE UN ORIGINAL
Franco nació en Madrid, en 1955, y realizó su primer exposición individual en 1971 en Pamplona. Desde entonces ha desarrollado un amplio mosaico de trabajos en los que destacan las pinturas murales a través de concursos, como las de la Real Casa de Panadería de la Plaza Mayor de Madrid, a principios de los 90.
Su trabajo ha trascendido la tradicional obra plástica en cuadros, pues también incursiona en el grabado, con ilustraciones para la Eneida de Virgilio. Además, en 1995 presentó una serie de esculturas en hierro forjado y en chapa de hierro cortada con láser.
En un texto del Centro Cultural Español en nuestro país, el comisario de la exposición Fernando Castro define a Franco como «un artista entregado a la mezcla de tradiciones», quien «detesta los purismos y, así, repite una y otra vez una idea: nosotros somos el eco de un original».
Para Castro, enfrentarse a los trabajos de Franco consiste en «conseguir la densidad del ver, desplazándonos de los detalles al vacío, jugando con las puntualizaciones, recorriendo el cuadro que es, en sí mismo, una suma de miradas. El ojo viaja y enfoca, el espectador recompone figurativamente el cuadro».
Como dice el mismo Franco en un texto titulado La pintura como tema: «El tema es un soporte para pensar… El tema es el vehículo de la expresión de la totalidad…»
El crítico español Pedro Cruz subrayó la importancia de los temas que ha desarrollado Franco en los últimos años. «Carlos Franco, a través de sus pinturas de harenes y banquetes, reacciona ante un modelo como el moderno, en el que, en torno a la primacía de la mirada, se entreveran -hasta casi confundirse- el erotismo y la enfermedad».
Añadió que «el énfasis y la insistencia con que Franco ha abordado, en los últimos años, sendas líneas temáticas inducen a sostener que, detrás de sus cuadros, se esconde un intento manifiesto de subvertir la jerarquía sensorial consolidada por la modernidad, en tanto en cuanto los sentidos que, obviamente, resultan redimidos en marcos discursivos como el harén o el banquete son el tacto, el gusto y, en menor medida, el olfato».
Es decir, que frente al erotismo de la distancia, Carlos Franco opone «el placer y la penetración de la proximidad; frente a la condición enferma del sujeto que contempla el «mundo-en-perspectiva», la suya es una «posición cercana» por medio de la cual se aspira a restituir al «yo» un estado de salud-física y moral-.»
La muestra se mantendrá en el Museo Calderón Guardia hasta el 12 de noviembre.
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