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El fútbol es un espectáculo de masas que se ha transformado en un constituyente de la cultura.
Un promedio de 450 millones de personas vieron por la televisión cada juego del mundial de fútbol Japón-Corea 2002 y 521 millones lo hicieron en 1998 cuando se realizó en Francia. Estas cifras revelan el crecimiento y arraigamiento de este deporte en el mundo y demuestra que cada vez llega a más gente y constituye un aspecto cultural imposible de negar.
De igual manera, la Eurocopa que se jugó este año en Portugal, reunió a una audiencia de casi 9.000 millones de telespectadores; en Costa Rica prácticamente para nadie pasó inadvertido el clásico del fútbol entre Saprissa y Alajuela, jugado en setiembre o el partido de la Selección Nacional ante Guatemala.
Para Carlos Sandoval García, estudioso de procesos de comunicación y sociedad de la Universidad de Costa Rica, «el fútbol se ha constituido en una religión secular en todo el mundo. Alguna gente no va a misa, pero nadie se pierde el juego del domingo», afirmó.
Orientados por el disfrute del fútbol, las personas inmersas en el deporte (aficionados, jugadores, directivos y periodistas) conviven en una subcultura y se mezclan con masculinidades, violencia y cambios impuestos por la globalización y la mercantilización.
Los deportes, que en general son juegos físicos repetibles donde hay reglas definidas y se marca una distinción entre espectadores y jugadores, son una de las actividades que más agrupa a las personas y resume valores como la competencia, el éxito y la acumulación de dinero, detalló Sandoval al explicar el carácter implícito del esta disciplinaaaaaaaaaa.
Así mismo, resaltó la dinámica de triunfo – derrota y su relación con el orgullo y la vergüenza que se dan en cada encuentro. Además, hay una cultura del fútbol con concepciones predeterminadas como imagen, rituales e instituciones (la FIFA y asociaciones locales).
Por su parte, el sociólogo Sergio Villena considera que las costumbres, tradiciones y mentalidades; es decir, la idiosincrasia de un pueblo, aparecen en el ámbito del fútbol. No se da un reflejo fiel de la sociedad en el deporte, pero sí se especifica la cultura de un pueblo, ya que su accionar se encarna en el fútbol.
«Se ha hablado mucho del caso de Brasil y otros países; de cómo la manera de jugar surge en determinados contextos socioculturales», reconoció el sociólogo, quien se ha especializado en el deporte.
Según Villena, hay determinadas formas de jugar, de apoyar al equipo, actitudes, conductas o representaciones que también entran en juego en las otras dimensiones del fútbol. Por ejemplo, la forma en que los periodistas hablan o tratan el tema, los dirigentes organizan la disciplina, o cómo los distintos actores intervienen en el fenómeno deportivo en respuesta a la cultura general donde están situados.
CONSTITUTIVO DE LA SOCIEDAD
«El fútbol es constitutivo de la cultura», aseguró Sandoval, quien considera que el deporte da claves culturales a las sociedades modernas ejemplificadas por la inserción del deporte en el desarrollo de la moda.
El uso de zapatos tenis o la preocupación por el cuerpo, son concepciones nuevas en la moda derivadas de las personas deportistas. También, se ven efectos de la influencia en la forma de hablar que llega hasta ámbitos formales como el campo político.
Esa perspectiva es apoyada por Villena, quien asevera que desde esta disciplina se ayuda a configurar la cultura en un nivel más amplio.
Así mismo, el fútbol se ha constituido como un espacio homosocial (referido al hombre), donde contradictoriamente el contacto físico entre hombres, regularmente prohibido, es muy común, concluye Sandoval.
Este aspecto masculino lleva a la homofobia y al repudio de lo femenino, tanto así que la forma predilecta de descalificar al oponente es feminizarlo.
El ambiente de la gradería es de constantes gritos de groserías a los jugadores y a las muchachas que pasan enfrente, continúa Sandoval. Tiene que ver con la seguridad que sienten al estar en grupo, pues la gente que va sola al estadio o con la pareja no grita por lo general.
«¿Se puede separar el fútbol de la masculinidad?», se preguntó a Villena, quien dijo que esta disciplina se marca por un carácter misógino ya que a pesar de que cada vez más mujeres acceden a los estadios, se les ve como aficionadas de segunda o simple decoración en las gradas.
La inclusión femenina en el balompié tiene relación con estrategias de mercadeo porque el público ha crecido multitudinariamente y no se puede dejar al margen un sector que representa la mitad de la población, planteó el sociólogo.
GLOBALIZACIÓN Y MERCADEO
El fútbol se ha internacionalizado y se han hecho híbridos con los estilos de juego. Las escuelas del balompié se mezclan en la globalización de este deporte y se dan casos de estrellas como Ronaldo o David Beckham. El primero es un jugador que se sale del esquema típico brasileño de tocar el balón y hace fantasía para imponer una combinación entre supremacía física y talento; el segundo es un inglés que juega más técnicamente y se vale de su talento en contraposición con un fútbol de centros y cabezazos (al estilo británico).
«Los estilos nacionales se ven cuestionados ante el surgimiento de un estilo global. Circulan técnicos, jugadores, profesionales del deporte, etc.», aseguró Villena.
Puntualiza que son tres las formas en que la globalización afecta a esta disciplina: el sistema deportivo global , organizado por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), universaliza las reglas; gracias a los medios de comunicación es posible presenciar encuentros desde cualquier parte del mundo, por lo que es más fácil copiar sistemas de juego.
Luego la migración de jugadores destacados, quienes a su vez topan con otros futbolistas de diez o doce países y se ven obligados a jugar de manera más cosmopolita para así adaptarse a los compañeros.
De igual manera, el mercantilismo busca ampliar el negocio y las ganancias del fútbol por lo que se crea lo que Villena llama, «Star Sistem» o creación de estrellas para la comercialización, no solo en el deporte, sino que también para el ámbito de la moda y la publicidad.
Sandoval considera que este mismo proceso de comercialización incluye un espectro más amplio donde se deja de lado la percepción de un deporte de clases obreras para incluir a los grupos medios y altos.
Comentó que los jugadores reciben un rango de celebridad por lo que se da una ambigüedad y se podría decir que la comercialización está acercando la imagen del futbolista con la del modelo.
Sin embargo, no solo se exportan estilos de juego, también los de apoyar a los equipos. Villena pone el ejemplo de la barra del Saprissa («la Ultra morada»), creada con la asesoría de chilenos y que luego envió personas a dar explicaciones de este proceso a México.
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