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«La adicción del público y del fisco a gastar por encima de sus medios y la virtual desaparición del ahorro interno, han hecho del endeudamiento el motor de la economía».
El déficit comercial se disparó en el segundo trimestre de este año en los Estados Unidos. Alcanzó la cifra récord de $116.200 millones, lo cual levantó nuevamente las voces de alarma entre economistas estadounidenses y extranjeros.
Las estimaciones indican que el déficit comercial superará este año la cifra del 2003. En los cuatro primeros meses de este año llegó a $185.300 millones, mientras en el mismo período del año anterior alcanzó los $167.900 millones.
En abril pasado, las informaciones destacaban que el déficit comercial había batido un nuevo record, al alcanzar la cifra de $48.300 millones, superior a los $46.600 millones de marzo.
Pero las cosas siguieron empeorando. En agosto (última cifra disponible), este monto fue de $54 mil millones, el segundo mayor de la historia (después del de junio pasado), mientras los precios del petróleo subían, así como las importaciones estadounidenses desde China.
Las interpretaciones sobre las causas y consecuencias de ese déficit son motivo de polémica.
Para algunos sectores, sobre todo los de economistas ortodoxos, el déficit es el resultado de un dólar caro, que encarece también los productos estadounidenses en el exterior. Como consecuencia, las exportaciones de ese país no crecen lo suficiente como para cerrar el déficit comercial.
Según los economistas cercanos al gobierno, como Robert Nichols, subsecretario de Hacienda para asuntos públicos, el desequilibrio es resultado «del déficit de crecimiento en el mundo». Según este punto de vista, la economía mundial ha crecido menos que la de Estados Unidos y el esfuerzo por recuperar ese atraso se refleja ahora en un mayor dinamismo.
Pero analistas ajenos al gobierno señalan que la población de EE.UU. compra cada vez más importaciones baratas, mientras la industria pierde participación en el mercado global.
UN DESASTRE
El déficit representa hoy 5,7% del Producto Interno Bruto (PIB), contra 3,6% en 1999. «Nunca hemos tenido semejante proporción y será casi imposible seguir a ese ritmo, sea quien sea el próximo presidente», dijo Robert Scott, del Economic Policy Institute, una organización liberal. «El fenómeno se escapa velozmente de control», advierte un informe de BNP Paribas.
«Estoy convencido de que vamos rumbo a un desastre», dijo el director del Instituto de Economía Internacional, Frederick Bergsten. «En cuanto los mercados descubran que la deuda estadounidense alcanza niveles insostenibles, podrá sobrevenir un crac del dólar», advirtió.
Para Jason Furman, director de política económica en la campaña del candidato demócrata John Kerry, «lo más preocupante es que la administración de George W.Bush se muestre tan indiferente ante el déficit externo».
DÉFICIT FISCAL
El otro déficit que inquieta a economistas de EE.UU. y extranjeros es el fiscal.
El año pasado este monto alcanzó la cifra récord de $374 mil de millones y las proyecciones para este año son superiores a los $400 mil millones.
Es fácil encontrar en la prensa internacional análisis como estos sobre la economía de dicho país: «Desde principios de los años 70, el gobierno federal ha ido trocando los superávit fiscales y de cuenta corriente en crecientes déficit. La adicción del público y del fisco a gastar por encima de sus medios y la virtual desaparición del ahorro interno, han hecho del endeudamiento el verdadero motor de la economía».
Ese fue, en realidad, el secreto del crecimiento de la economía de los Estados Unidos durante la administración de Bill Clinton.
Como consecuencia de los déficit repetidos, en 1997, la deuda nacional de los Estados Unidos totalizaba $5,4 millones de millones. En 2003, esa deuda era ya de $6,8 millones de millones y el congreso estableció un límite a ese endeudamiento de $7,4 millones de millones que, a estas alturas, será imposible de cumplir.
De 1988 a 2000 la razón entre deuda no financiera (la que no es generada por créditos bancarios) y el PIB (Producto Interno Bruto) se mantuvo en 1,8 a uno. Pero entre 2001 y 2003 (tras asumir George Bush) el PIB creció en $ 1,32 mil millones, mientras el endeudamiento aumentó en $4,2 mil millones. O sea, la relación entre uno y otro pasó de 1,8 a 3,2.
Dicho de otro modo, cada punto de crecimiento del PIB exige 3,2 de deuda nueva. Jamás había ocurrido esto en la historia del país, destacan los especialistas.
Pero la deuda financiera, o sea, la generada por créditos bancarios, también más que se duplicó entre 1994 y 2003. Mientras la del fisco es de $6,8 mil millones, la del público es aun mayor: $7,5 mil millones.
ADICCIÓN
«La adicción al crédito para financiar desde casas hasta gastos militares – advierten los economistas- puede transformarse en un grave problema». Cuando los ingresos públicos y privados dejen de crecer o las tasas de interés suban, comenzarán las dificultades para pagar las cuentas.
Y esto es precisamente lo que ha ocurrido, pues el déficit creciente obliga a un aumento de las tasas de interés. Y aunque el presidente de la Reserva Federal, Allan Greenspan, lo ha hecho con mucha prudencia, la tendencia es de que se acelere.
El Secretario del Tesoro, John Snow, anunció la semana pasada algunas medidas para evitar que el endeudamiento público supere los $7,4 millones de millones estipulados por la ley. Para eso el gobierno detendría las inversiones en el fondo de pensiones para funcionarios del gobierno federal. Snow aseguró que esa medida no tendría efectos negativos, pues la intención es recuperar esas inversiones cuando el congreso autorice un mayor nivel de endeudamiento, lo que se espera que ocurra una vez pasadas las elecciones.
Los demócratas acusaron a Bush de obligar el congreso a aumentar esa límite tres veces en tres años. Pero Bush no parece preocupado con la situación. Su política ha sido rebajar los impuestos a los sectores más ricos de la sociedad.
El doble paquete de rebajas impositivas impulsado por Bush implica una reducción de los ingresos fiscales de $2,35 mil millones entre 2001 y 2012. En su criterio, eso ayuda a reactivar la economía.
Mientras tanto, el salario mínimo, fijado en $7 la hora, no aumenta desde 1997. El nivel del sueldo mínimo actual es uno de los más bajos de la historia de ese país.
«Un modesto incremento de los salarios mínimos para los funcionarios públicos, de uno o dos dólares por hora, puede significar una importante mejoría en el nivel de vida de los trabajadores de bajos ingresos y sus familias, sin afectar la economía», afirmó un grupo de cien destacados economistas, en un espacio pagado publicado este mes en Estados Unidos.
Pero para la administración Bush, un aumento podría afectar el empleo, que es otro de los principales problemas que enfrenta.
Un escenario muy complicado, que, sin embargo, ha merecido muy poca atención de los principales candidatos. Para intentar conquistar algunos votos que pueden ser decisivos en una elección tan cerrada, Bush más bien amenaza a los electores con un aumento de los impuestos, si gana su rival. Lo más grave es que la estrategia, quizás, le dé resultados.
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