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Con sabor a tertulia

“Su buen jarro de aromático

“Su buen jarro de aromático

café primorosamente chorreado

en limpia bolsa de manta

de lona, acompañado con

media hojaldra de pan dulce

y una sabrosa arepa de maíz,

aliñado con queso de Bagaces, acabada de asar al frente del

encandilado brasero…”.
Fragmento de la pintura “Alegoría”, del artista italiano Aleardo Villa, la cual se publica a partir de 1981 en los billetes de cinco colones.
“El grano de oro”, de Magón



¡Que mejor manera de darle la bienvenida a un visitante que ofrecerle una taza de aromático café recién chorreado, como nos narra el escritor costarricense Manuel González Zeledón, en su cuento “El grano de oro”!

Y es que desde el siglo XIX esta forma de mostrar hospitalidad es común en todos los sectores sociales de nuestro país. Pero, ¿cómo fue que surgió y se arraigó en los pobladores costarricenses el hábito de consumir café?

La profesora e investigadora de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica, Dra. Patricia Vega Jiménez, en su tesis doctoral en historia “Con sabor a tertulia. Historia del consumo del café en Costa Rica (1840-1940)”, detalla cómo fue que esto sucedió.

Para ello recurrió a numerosas fuentes escritas y orales, con el fin de examinar cómo se introdujo esta costumbre en las diversas regiones del país y entre los distintos grupos sociales.

También examinó los mecanismos de producción, el procesamiento y la comercialización del producto, cuándo y cómo penetró el consumo del café en la esfera doméstica y en la pública, y cuáles son las dinámicas sociales y las construcciones simbólicas que se generan en torno a su consumo.

Se trata de un trabajo pionero, pues con él pretende reconstruir la historia de una bebida, y desde allí conocer una parte de la historia socio-cultural y económica del país.

La Dra. Vega parte del año 1840, cuando la producción inicia su proceso expansivo en el territorio nacional y da comienzo su exportación, y concluye un siglo después, en 1940, cuando se ha convertido en una bebida popular que forma parte indispensable de la dieta del costarricense.



¿CÓMO SURGIÓ

Y SE DIFUNDIÓ?



De acuerdo con la autora, los primeros en adquirir el hábito de consumir café en Costa Rica o continuar el que ya traían de sus países de origen, fueron los funcionarios gubernamentales y eclesiásticos, con vínculos directos con el mundo europeo, donde se ha desarrollado el gusto por esta bebida.

A partir de 1820 se cultiva cada vez con más frecuencia y dos décadas más tarde se convierte en la base de la riqueza nacional hasta avanzado el siglo XX, por lo que deja de ser un bien de los sectores privilegiados para convertirse en un producto de consumo generalizado.

No obstante, el surgimiento y difusión de su consumo en el país no es homogéneo y simultáneo, sino que es más bien resultado de un lento proceso, favorecido por la producción de grano en las distintas zonas, la apertura de caminos y vías de acceso a regiones alejadas de la Meseta, la siembra del producto en nuevos terrenos, la transmisión de la costumbre, y al hecho de que las fondas y restaurantes que se instalan a lo largo de los caminos lo ofrecen con asiduidad a los transeúntes.

La investigadora también apunta que ya entrado el siglo XIX el café no falta en las reuniones comunitarias, y comparte su espacio con el aguadulce y el chocolate. Este último se sirve en las actividades sociales más importantes.

A partir de 1840 el café es la bebida del desayuno, mientras que el chocolate es la de la noche. No obstante, su ingesta es cada vez más constante en detrimento del chocolate, dada la escasez de este producto y del incremento en su precio. El aguadulce, mientras tanto, es la bebida favorecida especialmente por las personas de escasos recursos económicos.

Por otra parte, un grupo de cafetaleros y exportadores de este grano se preocupan por mejorar las vías de acceso a Puntarenas, con el fin de arribar el producto a los puertos de embarque, lo cual favorece la siembra de café en zonas alejadas del Valle Central, así como la instalación de centros de venta de alimentos y albergue para los viajeros nacionales y extranjeros, quienes se convierten en importantes distribuidores de esta bebida.

Lo mismo sucede con los trabajadores que laboran en la apertura de caminos y en la construcción del Ferrocarril al Atlántico, quienes adquieren el hábito de consumir café, al cual se le atribuyen propiedades curativas y preventivas de enfermedades, a la vez que disminuye los efectos del alcohol y los estimula y mantiene atentos para realizar las tareas.

Los beneficios donde se procesa el café son también lugares en los que se distribuye el producto de diversas calidades para el consumo interno, aunque su actividad fundamental está dirigida al comercio internacional.



PROCESAMIENTO Y

COMERCIO INTERNO



De acuerdo con la investigadora, a fines del siglo XIX la costumbre de tomar café se expande en todo el territorio, penetra en los espacios públicos y privados y se consolida como bebida obligatoria en casi todo el país.

Este hecho hace que cada vez surjan más molinos y tostadoras (torrefactoras) dedicadas en forma exclusiva al expendio del café, tanto tostado como molido, para el consumo interno.

Pero en vista de que el mercado internacional exige un producto de excelente clase, para el consumo interno se deja el rechazado por los compradores extranjeros, al que se le mezclan sangre de toro, maíz quemado, cáscaras de maní, miel, frijoles y cáscaras pulverizadas de coco, habas o cebada, con el fin de obtener el máximo de ganancia.

Esta situación motiva a las autoridades de salubridad pública y al Estado a adoptar medidas para controlar la adulteración y mejorar la calidad del café para el mercado nacional.

La caída en las ventas del producto en el nivel internacional ocasionada por la crisis de los años 30, lleva a los fabricantes a desarrollar formas de mercadeo más refinadas por medio de anuncios publicados en los periódicos de la época, para captar los clientes locales.



EN LO PRIVADO

Y EN LO PÚBLICO



Según la Dra. Vega, el consumo del café en Costa Rica se inicia fundamentalmente en el espacio doméstico, contrario a lo que sucede en los países europeos donde se ingiere primero en los lugares públicos.

En los hogares se convierte en la bebida obligada en el desayuno, en la merienda de media mañana y en la de media tarde. Aunque no llega a desplazar a las bebidas alcohólicas, siempre está presente en las fiestas y ceremonias.

Una vez que su consumo se ha hecho común en el hogar pasa a ofrecerse cada vez con mayor frecuencia en los lugares públicos como pulperías, fondas, restaurantes y cafeterías.

Al respecto, la investigadora comenta que las pulperías son lugares frecuentados por los sectores populares, que acuden a ellas no solo para comprar sus “tragos” y comestibles, sino también para establecer vínculos sociales.

Por su parte, los establecimientos conocidos como “cafés” son comunes a principios del siglo XX, y son frecuentados por periodistas, escritores, políticos, oficiales del ejército y artistas.

No obstante, algunos de estos locales son prostíbulos enmascarados, donde junto al café se ingieren bebidas alcohólicas, se consigue tabaco, heroína y otras drogas, a la vez que funcionan como lupanares.

Asimismo, surgen lugares más exclusivos como clubes y salones, donde asisten los sectores privilegiados de la sociedad.

Finalmente, la Dra. Vega Jiménez sostiene que a pesar de que el consumo de café no está presente en los símbolos de identidad nacional, como sí lo hacen la producción, exportación y comercialización en los emblemas, escudos, billetes, monedas y pinturas que circulan tanto en el país como fuera de él, se convierte en parte de la vida cotidiana de los costarricenses y contribuye en la construcción de un sentido de pertenencia compartido.

  • María Eugenia Fonseca Calvo 
  • Crisol
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