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El NET Exploradores del teatro

El Núcleo de Experimentación Teatral centra su trabajo en el proceso de creación.

El Núcleo de Experimentación Teatral centra su trabajo en el proceso de creación.
Fernando Vinocour dirige el NET, grupo ganador de un Premio Aquileo Echeverría por la obra «Ex…».

Es conocido por su constante exploración de la diversidad teatral, desde que nació en 1992. Este año, el  Núcleo de Experimentación Teatral (NET) recibió el Premio Nacional de Cultura al Mejor Grupo Teatral por su obra «Ex…», presentada en la sala Fanal.
Desde sus inicios, en el colectivo permanecen dos fundadores: el escenógrafo Johnny Álvarez y el director, Fernando Vinocour. Hoy los acompaña también la actriz y directora Vivian Rodríguez, aunque a través del tiempo muchos han sido los miembros y colaboradores de esta agrupación.
Sin contar siquiera con un espacio físico definido, el NET se distingue por su independencia y busca financiarse ya sea por el apoyo de empresas privadas, o bien con recursos estatales por medio de las producciones concertadas de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) o del dinero de sus miembros.
La obra galardonada es un ejemplo de su esfuerzo. Se basaba en tres textos de Samuel Beckett, «Eh Joe» y «Acto sin palabras» I y II, y corresponden a ese teatro que se clasifica como «del absurdo» con el que se encierra a ciertos escritores, principalmente franceses, que escribían en la década de los 50 y se destacaban por su rechazo del teatro realista.
El premio viene a ser un estímulo para el grupo que recién comienza una etapa en la que ya tienen planeados muchos proyectos.

 
En primer lugar el lanzamiento de un libro sobre la trayectoria del NET, que además permitirá la realización de laboratorios en comunidades. Además, elaborarán una producción concertada con la CNT de la obra «Donde el viento hace buñuelos» de Arístides Vargas.
También planean irse de gira por Centroamérica y participar en actividades colectivas con otros grupos de teatro nacionales.
Vinocour, director del NET y colaborador de UNIVERSIDAD en la columna «Desde mi ventana», habló del teatro, de la crítica y de la experiencia de este grupo que ha hecho del experimento su forma de vida.
 
¿ La experimentación en teatro es un medio o un fin?
 
– El teatro es uno solo, y porque es creativo siempre es experimental. Nuestro nombre «Núcleo de Experimentación Teatral» quiere decir que tomamos un poco más de tiempo explorando el proceso. Lo experimental se refiere a ese trabajo de laboratorio, de esa búsqueda de conocimiento.
Por lo tanto, esta experimentación es un medio y es un fin, siempre en la medida en tienen valor: son generadores de sentido. Partimos de la experiencia netamente personal, y entre más personal es, más posibilidades hay de que sea social, de que comunique algo realmente y de que rompa estereotipos.
 
¿Qué se toma en cuenta a la hora de trabajar en un producto experimental que se presentará al público?
 
– El arte y el conocimiento, cuando no son estereotipos o los sobrepasan, lo que logran es partir del territorio de lo conocido para enfrentar lo que no se conoce. El misterio no hay que resolverlo, sino que hay que trabajar con él.
Nos interesa un teatro con expresión intensificada, que busque los caminos que no pasan por lo lugares comunes. No se trata de ser «original», «vanguardista» o hacer cosas raras, sino de ver otros aspectos dentro de la complejidad de la vida.
Todo se resume en esos momentos de expresión intensificada, que buscamos en el acto creativo antes que siquiera pensar en un resultado. El resultado es lo que se deriva de todo eso y a veces es lo menos interesante, porque se pierden cosas en el proceso. Es un proceso apasionante, dinámico, una forma de vida.
 
Pero esta forma de vida de los miembros del NET requiere integrar los procesos personales de todas las personas. ¿Cuál es su dinámica de trabajo?
 
– Nosotros compartimos. Esto no significa que pensemos igual o que seamos iguales. La magia de la colectividad pasa por una experiencia transitoria, intensa, verdadera pero relativa.
No nos gusta clasificarnos, más bien decimos que cambiamos constantemente de piel. Todo se basa en la capacidad de dialogar. Es como una pareja: si podemos cambiar juntos, continuamos juntos y si no, nos separamos.
No somos un grupo instituido en una verdad, sino un espacio para compartir. Puedo decir que es un proyecto colectivo donde lo importante es la obra, no las personas que trabajan en ella. Cuando ya la vemos acabada, nunca sabemos quien es el dueño de las ideas, aunque tenemos gente con responsabilidades. Por eso es que el proceso es mágico, y se debe al respeto. Lo más importante es la amistad no personal, sino la amistad en la creación.
 
El NET se ha enfrentado en estos años a una crítica que en ocasiones ha asegurado que el público «no entiende las obras»…
 
– Siempre hemos creído en la relatividad. Esta nos habla de que hay puntos de vista y el ejercicio es poder escucharlos. El arte es multi significativo, cualquiera tiene derecho a interpretarlo, pero tenemos muy claro que estas interpretaciones no se deben tomar como verdades absolutas.
Eso no significa que no aceptemos las críticas, no creemos en la perfección y pensamos que nuestro trabajo es siempre mejorable. De hecho partimos del concepto de «la obra inacabada», que diariamente está cambiando.
En muchos casos, lamentablemente, los críticos no dan una argumentación sólida que permita aprender algo. Por otro lado, el problema de la crítica no es que de una opinión, sino que sea monopólica o monolítica.
 
Sin embargo, uno de los argumentos por los cuales se les otorgó el Premio fue que «Ex…» llegó a diversos públicos. ¿Se sintieron reivindicados?
 
– En cuanto a la reivindicación, hace años que me siento reivindicado con mi búsqueda. Trato de ser auténtico con lo que tengo que decir y eso no es algo que tenga que ver con el premio. Un espectador conmovido profundamente es cualitativamente satisfactorio y lo prefiero.
 
¿Cómo acogió el público la obra? ¿Mantiene actualidad el teatro del absurdo, cree que «Ex…» se vincula con nuestra realidad, a pesar de que Beckett escribió los textos desde hace varias décadas?
 
– Hubo todo tipo de reacciones, como es normal. Creo que hay sectores de público, por ejemplo a los que le gustan los programas de concursos en la televisión y si esa es su cultura y su aprendizaje en relación con los espectáculos, obviamente van a tener muchos tipos de reacción al ver una obra como esta, probablemente no les guste. También hay gente a la que le apasionó. Lo importante es que a nadie le fue indiferente, respetamos profundamente las disidencias.
Creo en la obra abierta, que se completa con el lector. Yo interpreto a Beckett, él interpretó a otros, el actor me interpretó a mí y a él la audiencia.
 
Últimamente hay mucha danza y movimiento corporal, mucho mimo y música en el teatro. ¿Es esta una evolución hacia el uso de un lenguaje más integral sobre las tablas?
 
– Siempre hay cuerpo, siempre hay voz y a lo largo de la historia hay momentos en los que el teatro se ha centrado en el texto y otros en los que se ha alejado, como en los años 60. Ahora estamos volviendo a un teatro que integra todo, pero que también tiene la competencia de los medios de comunicación: del cine, la televisión e Internet.
El teatro continúa rastreando su lugar y lo más importante es cómo se utilizan los recursos disponibles. Al final de cuentas está el ser humano con su imaginación y su capacidad de percibir y de comunicarse. La inmediatez del teatro permite que el espectador sienta un impacto inmediato, algo que difícilmente le va a dar una máquina. Se reivindica así el cuerpo, pero el cuerpo inteligente, el cuerpo que es la integración de la voz y la mente.
 
En una entrevista Santiago García, director del colectivo teatral La Candelaria de Colombia, aseguró que el camino del teatro latinoamericano estaba en desatarse del cordón umbilical de Europa y Norteamérica. ¿Está de acuerdo?
 
– Pienso que debemos asumirnos como sujetos creadores, tomar ideas e imágenes de cualquier sitio. Es decir, no creo que podamos manejar fronteras tan definidas, pero es necesario desarrollar nuestra propia voz creativa.
El grupo «Malayerba» de Ecuador se ve influenciado de varias escuelas y hace una especie de síntesis. En esa diversidad está la riqueza. Hay que cambiar la mente, a veces nos envolvemos en banderas y en causas pero perdemos el motivo y eso es lo que tenemos que reverdecer, estar actualizados. Debemos nutrirnos de lo externo y luego explorar en lo nuestro, pero no para decir «estos somos nosotros», ya que la identidad es una recreación constante.

  • Mariana Murillo 
  • Cultura
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