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Isla del Coco Tesoro marino a salvo de pesca ilegal

Un importante convenio institucional revive la vida marina en la Isla del Coco. CrŽditos: Nu–o Ramos / Oceana

Un importante convenio institucional revive la vida marina en la Isla del Coco. CrŽditos: Nu–o Ramos / Oceana
La Isla del Coco vive un respiro de la pesca ilegal que durante a–os provoc— la matanza de miles de especies marinas. Esto gracias a la acci—n de patrullaje que llevan a cabo once guardaparques y cuatro guardacostas alrededor de la isla, durante las 24 horas.
Esta labor de vigilancia forma parte del convenio suscrito por la organizaci—n MarViva, el Ministerio de Ambiente y Energ’a (MINAE) y el Ministerio de Seguridad Pœblica, en 2002.
Segœn Fernando Quir—s Brenes, Director del çrea de Conservaci—n Marina de la Isla del Coco (ACMIC), la puesta en marcha de este convenio «ha complicado a los pescadores en cuanto a cometer esos delitos».
Recalc— la efectividad de esta iniciativa, pues asegura que se logr— reducir de 25 a uno o dos, el nœmero de embarcaciones que pesca ilegalmente dentro de la zona mar’tima de la isla; en algunas Žpocas del a–o Žstas ni siquiera llegan. Atribuy— este resultado a la labor en conjunto de las instituciones involucradas.
As’ mismo asegur— que gracias al patrullaje, alrededor de 10 embarcaciones que se encuentran cerca de los l’mites del Parque (fuera de las 12 millas de ‡rea mar’tima protegida), no pueden ingresar al lugar.
 
 
Esto evita la gran pesca ilegal que se lleva a cabo sobre todo entre setiembre y noviembre, producto de la alta concentraci—n de especies.
Otro de los logros que resalt— es que tan solo ocho meses despuŽs de empezar la vigilancia, ya exist’a presencia de grupos de tiburones -tibur—n ballena, martillo y de arrecife-, atœn, pez dorado y delfines.
Adem‡s, cada vez son menos los reportes de la presencia de redes y anzuelos clavados en el cuerpo de tiburones y mantarrayas, as’, como la aparici—n de cad‡veres de peces arrojados por los pescadores al mar.
Isaac Chinchilla, administrador y guardaparque de la isla desde hace cuatro a–os, resalt— otros logros del patrullaje, como es el decomiso de 600 anzuelos y gran cantidad de red de pesca y boyas.
Adem‡s ya hay cuatro denuncias planteadas ante los Tribunales de Justicia, por la pesca ilegal de embarcaciones costarricenses y la condena de dos capitanes por esta misma acci—n.
Chinchilla, quien viaja 36 horas mar adentro para llegar a la isla y vive durante un mes en la zona, afirm— que la vigilancia del lugar es una disputa constante entre pescadores y guardacostas, pues mientras los primeros luchan por dinero, ellos lo hacen por proteger la isla.
En cuanto a la labor del equipo de trabajo, recalc— que, «estamos preparados para enfrentar lo que venga».
Durante el 2004 se patrull— 1377 horas.

EJEMPLO MUNDIAL

Producto de los excelentes resultados de la acci—n de este convenio, en beneficio de las especies marinas de la isla, la organizaci—n Internacional Oceana, emprendi— una expedici—n en aguas de la Isla del Coco, a bordo del barco «Oceana Ranger». Esto, con el fin de evaluar los resultados del patrullaje, asegur— Michael Rothschild, director de MarViva.
Segœn Xavier Pastor, Director de Oceana en Europa, la recuperaci—n de la vida marina de la Isla, gracias a este acuerdo, es de gran relevancia. «Este programa es un ejemplo de c—mo una situaci—n que se encontraba en desastre, se logr— revertir», asegur—.
Enfatiz— que este convenio es un ejemplo de conservaci—n para el mundo, e incluso podr’a exportase a otros pa’ses.

EXPEDICIîN OCEçNICA

A bordo de un barco equipado con un laboratorio port‡til, un equipo tŽcnico fotogr‡fico inici— la filmaci—n submarina y terrestre.
Entre ellos hay bi—logos marinos, cient’ficos, buceadores y fot—grafos; el «Oceana Ranger» parti— con miras a una expedici—n transoce‡nica que va desde el OcŽano Pac’fico, en la costa oeste norteamericana, hasta el Mar Mediterr‡neo.
El Golfo Dulce e Isla del Coco son parte de esta expedici—n, la cual visitar‡ las costas de 10 pa’ses, en tres continentes.
Segœn su tripulaci—n, uno de los objetivos de esta traves’a es «entender d—nde y c—mo empieza el comercio de aletas de tibur—n y descubrir d—nde pasan el a–o las tortugas marinas que llegan a las playas de Florida y Georgia».
Adem‡s, mostrar al mundo la importante labor que desempe–an los mares y los efectos de la contaminaci—n de los cruceros y la pesca ilegal.

Isla del Coco
«Sitio de Patrimonio Mundial»: as’ fue catalogada la Isla del Coco, por La Organizaci—n de Naciones Unidas (ONU) en 1997, dada su riqueza natural.
Tiene una extensi—n de 24 kil—metros cuadrados y posee el 16% de la biodiversidad de Costa Rica.
Sirve de nido a especies marinas pel‡gicas migratorias -ballenas, tortugas-, que llegan a alimentarse o reproducirse.
Funciona como centro de limpieza para tiburones (especie m‡s representativa de la zona), mantarrayas, atunes, peces vela, delfines y ballenas.
En el 2002, el MINAE decret— la prohibici—n del ingreso de embarcaciones a la isla, a no ser en caso de emergencia.

  • Javier Córdoba 
  • País
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