Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
«Si habita un extranjero en su tierra, no le molesten, esté entre ustedes como natural de la tierra, le amarán como a ustedes mismos, porque ustedes fueron también extranjeros etc.» Lev. 19, 33-34.
Últimamente La Nación y algún otro diario nacional han servido de caja de resonancia de las opiniones del ciudadano Marco Badilla en relación con la discutible aplicación de la ley de migración y extranjería. El blanco de los alegatos del director de Migración son los matrimonios por poderes que, de forma genérica, son puestos bajo sospecha de ser matrimonios por conveniencia. Esta campaña de publicidad alimenta una opinión pública adversa a la inmigración que es vista como un mal en si y, lo que es peor, exacerba actitudes xenófobas que, de forma general, se palpan en la calle, en el ámbito privado y en todos los sectores de la sociedad costarricense. Es decir, se envenena el ambiente. La xenofobia es un síntoma característico de las sociedades en crisis cuando los pueblos, por incultura o manipulados por políticos irresponsables, buscan y encuentran un chivo expiatorio para sus frustraciones, desvían la atención de los propios y verdaderos problemas y las élites dominantes consiguen sus objetivos de consenso social. La xenofobia es el opio político del pueblo. El ejemplo paradigmático es la Alemania nazi.
En este contexto desalentador dos señales del más alto nivel devuelven la esperanza. Por una parte la Sala IV ha dicho claramente que el Sr. Badilla no es la instancia jurídica para decidir sobre la materialidad del matrimonio, que se arroga competencias que no le pertenecen; o sea, que ha sobredimensionado su papel y lugar en el Estado. Por eso choca tanto espacio al director de Migración y tan poco al análisis de la otra parte del problema. Por otro lado la Iglesia católica, la Defensoría y las universidades han salido al paso de la «Ley de migración» en estado de trámite avanzado, exigiendo su revisión a la luz de los derechos humanos. Esta iniciativa honra a quienes la impulsan y a lo mejor de nuestra sociedad.
Ojalá prevalezca el sentido común. Exijamos responsabilidad a medios de comunicación y autoridades. La política migratoria también es responsable de que algunos recurran a trampas. Algunos, no todos. Falta una campaña educativa contra la intolerancia y la xenofobia por el pensamiento crítico y la apertura a otros pueblos. La mezcla genética y cultural han sido factores de progreso humano desde el Paleolítico Medio. Ésta y aquellos son imprescindibles en la era de la globalización. Y a los que se erigen en defensores de la «moral» o llaman a enrocarse en una supuesta esencia tica habría que recordarles, caso que sean cristianos, por ejemplo, Ex. 22, 21; 32, 9; etc., y caso que sean simplemente seres humanos, el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece la libertad de residencia y circulación de la que goza toda persona por el sólo hecho de serlo.
Este documento no posee notas.