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En ese venero de pensamiento que constituye la página 15 de La Nación S. A. hemos leído, según sean los vientos, que «resulta preferible el chorizo a la moralina», que las demandas públicas de sindicatos y ciudadanía constituyen «terrorismo pasivo», la amenaza a sindicalistas y ciudadanos de «si no quieren una Mano Blanca» (solo por esto debió despedirse al responsable editorial. Para los más jóvenes, la Mano Blanca guatemalteca es un aparato paramilitar, criminal, que asesina dirigentes populares en ese país), la acusación de que la iniciativa del PAC para que sus eventuales futuros diputados conozcan y se comprometan con las posiciones partidarias lleva al nazismo (¡Santo Prurito!), la tesis de que Costa Rica carece de toda seguridad social y que por ello un Tratado de Comercio Preferencial no puede hacerle más daño (¡a la gran puña!), etc.
Cierto, la Costa Rica reinante es algo conservadorilla (el Ku Klux Klan no renovó en 1997 su suscripción a La Nación S. A. por reaccionaria y un tanto demencial) y su prensa de opinión masiva practica la ignorancia, el prejuicio y la caballada con perseverancia fructífera. En la edición del 9 de marzo la pastoral del asno artillado que se perpetra en la Página Quince bajo la coordinación de Julio Rodríguez, dio prueba del florecimiento de un retoño vigoroso. Es evidente que alguna Virgen vela por el país.
En su «101 mentiras sobre el TLC», el señor Rodolfo Saborío Valverde desnuda la realidad de lo que anatematiza bajo el calificativo de «intelectualidad rentista». El garrotazo, que no término, comprende a los ‘parásitos que han dormitado durante treinta años viviendo de salarios públicos y tienen nexos muy claros con los grupos corporativos que se oponen a todo tipo de progreso’ (estos últimos son los sindicatos). Los intelectuales rentistas (profesores universitarios, para que se entienda) mienten, argumentan con falacias, deliran y profieren contrasentidos en aras de una soberanía mal entendida y arropados con un trasnochado discurso antinorteamericano (o sea antiestadounidense) fuera de época (que para Costa Rica es toda época). ¿Alguna otra cosa? Los parásitos nunca han ofrecido alternativa para un desarrollo con equidad y desean retornar a la Edad de Piedra. ¿La del estribo? Sí: «quienes viven de salarios públicos (…) y lo seguirán haciendo aunque la economía del país se vea afectada» no tienen derecho a hablar sobre libre comercio. ¿Se quedó algo en el tintero? Por supuesto: la julianada: «El Estado social costarricense (…) no es más que una consigna demagógica».
Queda establecido el nivel con que se debatirá en la Página Quince si este Tratado, no el libre comercio, conviene o no a los costarricenses. Por lo pronto, quien haga la distinción entre «este» tratado y libre comercio es, desde ya, mentiroso, demagogo, trasnochado, cavernícola y parásito. Con razón el Kukly canceló su suscripción para evitar daños a la militancia bisoña. «Hay que velar por el espíritu de los chicos», dijeron, mientras colgaban a un latino/africanado.
Catedrático UCR
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