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Hay una clase de «encadenamiento» entre Estados Unidos y Centroamérica, que el Tratado de Libre Comercio (TLC) parece destinado a asegurar, al menos en lo que corresponde a la industrial textil: esto es, un espacio geográfico -y jurídico- donde las empresas estadounidenses pueden refugiarse e intentar dar la pelea con los textiles asiáticos, ya que, como reconoce la viceministra de Comercio Exterior, Amparo Pacheco, con los precios de su propia mano de obra, Estados Unidos «no puede competir con China, ni con el resto de Asia, ni con Centroamérica.» (Ver nota: «Tenemos varias opciones)
Y es que según cifras de la Cámara Textil Costarricense (CATECO), un 90% de la inversión en el sector textil nacional es de origen estadounidense, que se estableció en el país desde hace varios años. En su mayor parte, se trata de industrias de la confección que ensamblan partes previamente cortadas e importadas de EE.UU.
Hasta el momento, esas empresas se han favorecido de dos concesiones distintas, dadas por sus propios gobiernos, para facilitarles re-exportar a su propio mercado, pagando impuestos menores, los productos textiles ya armados en Costa Rica y en el resto de la región.
Se trata de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC) y el Acta de Asociación Comercial del Caribe (CBTPA), por sus siglas en inglés. Por la primera, las prendas cortadas en Estados Unidos y ensambladas en Costa Rica pagan únicamente el impuesto sobre el valor agregado; por la segunda, las prendas ensambladas aquí con telas estadounidenses o centroamericanas no pagan impuestos, pero están sujetas a una cuota o cantidad límite de exportación.
Ambas concesiones vencen en el 2007, y últimamente funcionarios de EE.UU las han usado para presionar a favor de la aprobación del TLC, advirtiendo que, de no hacerse esto, las retirarán. Sin embargo, para algunos sectores adversos al TLC, la amenaza resulta poco verosímil si se considera que, de aplicarla, atentaría contra la propia industria textil estadounidense que opera aquí para bajar sus costos y así seguir en una competencia de la cual, de otro modo, sería rápidamente expulsada por los textiles asiáticos más baratos.
De hecho, con el fin del Acuerdo Multifibras, en enero de este año, es decir, con el final de las cuotas de exportación textil, se perdieron entre 7.600 y 12.000 empleos textiles en Estados Unidos -según la fuente, varía la cantidad-, porque las ventas de los mismos productos chinos a ese país se incrementaron en 546%, en solo tres meses.
Esto llevó a que, la semana pasada, fabricantes de EE.UU. de textiles pidieran a su gobierno reimplantar las cuotas para 14 categorías de prendas «a fin de proteger la industria local del aluvión de importaciones chinas.» («Estados Unidos y UE por controles a textiles chinos», La Nación, 6-4-05)
En Costa Rica, la industria textil para exportación cuenta con 15 mil empleos y, según explicó la viceministra, se ha especializado en «nichos» de mercado distintos a aquellos que explotan los países asiáticos. Lo anterior lleva al COMEX a afirmar, no solo que las textileras locales sí podrán competir con aquellos, sino que, ante el extraordinario incremento de exportaciones asiáticas, más baratas, a Estados Unidos, varias empresas de este país vendrían a establecerse aquí, para sobrevivir.
Sin embargo, como puede verse, la lógica de la sobrevivencia indica que lo harían incluso sin TLC…
Viceministra del COMEX:
«Tenemos varias opciones»
Amparo Pacheco, viceministra del Ministerio de Comercio Exterior (COMEX), respondió a las consultas de UNIVERSIDAD, el pasado 8 de abril.
Cuando cesó de regir el Acuerdo Multifibras en enero, se perdieron en EE.UU entre 7.600 y 12.000 empleos textiles. ¿No indicaría esto que, incluso con el TLC, la industria textil tica y centroamericana no es competitiva frente a iguales exportaciones de China?
-La situación de la industria textil de Estados Unidos es diferente a la de Costa Rica. La industria de la confección en dicho país, por los costos de su mano de obra, no puede competir con China, ni con el resto de Asia, ni con Centroamérica.
En el caso de Costa Rica, la manera en que el sector textil ha enfrentado el reto de China incluye varias opciones: con productos que por el alto grado de eficiencia y especialización, se ha llegado a costos por debajo de China, como ropa interior de hombre; con productos de moda, que las tiendas están rotando cada tres semanas, por lo que necesitan ser manufacturados en lugares cercanos; atendiendo nichos de mercado en los que, por su tamaño y especialización requeridas, China no compite, como sostenes para mujeres con mastectomías; con productos que requieren un grado de destrezas especiales y, por su alto costo, no son tan sensibles al precio de la mano de obra, como los trajes de lana; o con productos intensivos en maquinaria, donde el costo de la mano de obra no cuenta tanto, como es el caso de la fabricación de medias.
El TLC con EE.UU «amarraría» a nuestro país a comprar únicamente materia prima y telas de origen estadounidense y centroamericano (reglas de origen). No podríamos adquirir lo mismo de otras regiones, que los producen a precios más bajos. ¿Cuáles son los puntos fuertes y los débiles de Costa Rica, frente a las exportaciones chinas? ¿Cuál es la estrategia del COMEX frente a esto?
-De acuerdo con las reglas de origen negociadas en el TLC, productos de mucha importancia para Costa Rica pueden utilizar telas e insumos de cualquier parte del mundo. Es el caso de los «boxers», «brasieres», batas de dormir y productos de lana. En cuanto a la mezclilla y otras telas planas, se logró que éstas últimas puedan venir de México. Sin embargo, no se puede perder de vista que se debe promover la integración de la industria textil. Si en Centroamérica no se producen telas, no habrá industria de la confección. Existen importantes inversiones en Centroamérica en hilanderías y tejedurías. También hay muchos proyectos a la espera de la aprobación del TLC, algunas de ellas de compañías de Estados Unidos que se podrían trasladar a Centroamérica.
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