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Hasta siempre, compañera Gladys Marín

Hoy por hoy, que nos encontramos conmemorando el cuarto centenario de El Quijote de la Mancha, nos retrotrae al pensamiento, aquella sentencia que a la razón reza, » Nos ladran Sancho, señal que cabalgamos», por que a los auténticos revolucionarios, siempre se les endilgan infamias y calumnias diz que para desautorizarlos ante su pueblo.

Hoy por hoy, que nos encontramos conmemorando el cuarto centenario de El Quijote de la Mancha, nos retrotrae al pensamiento, aquella sentencia que a la razón reza, » Nos ladran Sancho, señal que cabalgamos», por que a los auténticos revolucionarios, siempre se les endilgan infamias y calumnias diz que para desautorizarlos ante su pueblo.

Y es que a Gladys Marín, igual que al resto del de sus compañeros, se les acusó por parte de la Junta Militar presidida por Pinochet, de alta traición a la patria, por haber sido ellos los estrategas del supuesto Plan Zeta, para destruir la democracia de su patria.

Hoy, que Gladys no está personalmente entre nosotros, reconocemos con humildad su hidalguía y entereza cuando ella tuvo que abandonar su terruño para desde otros meridianos y latitudes, continuar  con la batalla de su vida, la batalla por la justicia social, la dignidad y el decoro; no lo dijo, pero seguro pensó igual al Cid Campeador «De nuestra tierra nos echan, pero cargados de honra, hemos de volver a ella», efectivamente, volvió cargada de honra y se hizo cargo junto a sus compañeros y compañeras, de construir de nuevo las grandes alamedas por donde debería transitar el pueblo chileno, libre de terror y del fascismo.

¿Cómo no recordar a Gladys Marín, luchando desde las Juventudes Comunistas por crear un nuevo sistema económico y social  en su patria allá en los años sesenta?

¿Cómo no recordar a Gladys Marín, ser la vocera en el  parlamento chileno, trabajando arduamente junto a sus  compañeros y compañeras, durante el proceso revolucionario presidido por el compañero Allende, por la nacionalización bancaria, la nacionalización del cobre, por profundizar la reforma agraria, por garantizarle a cada niño y niña chilena un litro de leche diaria?

¿Cómo no recordarla trabajando de tú a tú junto a sus compañeras del Partido Comunista de Chile, ahí en el seno del gobierno de Allende, huelga decir, a la par de Julieta Campusano, Martha Ugarte, Mireya Baltra, Soledad Parada, Eliana Araníbar?

¿Cómo no recordarla en sus artículos en El Siglo, en la Revista Internacional, analizando e interpretando la realidad harto compleja de su país, a la par de Pablo Neruda, Volodia Teitelboim, Luis Corvalán; Orlando Millas, Víctor Contreras, Rodrigo Rojas y decenas de camaradas de lucha?

¿Cómo no recordarla desarrollando la solidaridad internacional con su patria allá en la tierra de Martí y Fidel, a mediados del año 1975?

¿Cómo no recordarla en su saludo fraternal y solidario, al II Congreso de la Juventud Vanguardista Costarricense, allá en Agua Caliente de Cartago?

¿Cómo no recordarla aquella tarde funesta, en que recibió la noticia de la desaparición de su esposo Jorge Muñoz, estando en el recinto de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, acompañada de dirigentes juveniles comunistas, entre ellos Lenin Chacón?

¿Cómo no recordarla durante su última estadía en nuestra patria en el 2000, momento en que  por un lado nos hizo un análisis de la realidad chilena, y ahí mismo el recordado y consecuente periodista Parmenio Medina le hizo  entrega de su trabajo de radio-teatro titulado la «Otra Cara de la Moneda»?

Gladys Marín, fue una persona que consubstanció su vida y su existencia con las tesis comunistas, esa fue su manera de ser mujer, se chilena, ser patriota, ser revolucionaria.

Llevó siempre en todo su ser, aquellos versos de Neruda, del Canto General dedicados A MI PARTIDO, cuando el vate majestuoso de la lírica universal afirmó: «Me han hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría / Me han hecho indestructible porque contigo no termino en mi mismo».

  • Gerardo Contreras
  • Opinión
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