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Así lo afirmó Sylvie Durán, representante de la UNESCO en el foro.
El sector cultural centroamericano fue tomado por sorpresa por la globalización y sus tratados de libre comercio. En algunos casos apenas se estaba estudiando nuevas políticas para el desarrollo cultural de América Central; la desarticulación de nuestro quehacer es ahora nuestro mayor enemigo, afirmó Sylvie Durán, representante de la UNESCO para la región en el área de proyectos culturales.
Durante su exposición magistral, titulada «CAFTA y la cultura en Centroamérica: Algunas complejidades y retos», relató la situación de los creadores regionales ante la posible aprobación de un tratado de libre comercio. Durán apuntó que la tendencia mundial es que todo es susceptible de ser «mercadeado» bajo los más estrictos parámetros del comercio internacional.
Los personajes, la artesanía, los países vistos como destinos turísticos y hasta el patrimonio intangible, son algunos de los «nuevos productos» que se venden en los mercados de mayor poder adquisitivo, donde la gente busca aventura y experiencias novedosas. Esto es posible, explicó Durán, porque nosotros mismos atravesamos el mercado con nuestros hábitos culturales; aunque esta es una relación en ambas vías.
La funcionaria de UNESCO fue clara ante su audiencia: «la cultura hoy tiene reglas de mercado».
CON EL ENEMIGO EN CASA
«Como sector cultural somos nuestros propios enemigos, porque no hemos cumplido cabalmente con la sociedad a la que nos debemos, y es la que nos da recursos para hacer nuestro trabajo», acotó Sylvie Durán, quien durante los últimos años labora como promotora cultural en Costa Rica y América Central desde los ámbitos estatal y privado.
Los tratados de libre comercio afectan muchas áreas productivas de los países en los que se aplica, y la cultural no es la excepción. No obstante, estos instrumentos comerciales globales evidenciaron la debilidad endémica de la región en este tema.
Lo anterior, en criterio de Durán, se debe a que desde la década de los años 70 el desarrollo cultural de América Central se enfocó hacia las bellas artes y el patrimonio intangible, obviando otras manifestaciones como la audiovisual.
Además, poco se habla de la gestión y la planificación como requisito para elaborar políticas que garanticen los derechos culturales de la población del istmo.
Por ejemplo, citó la expositora, en Europa el acento se puso en las industrias industrias culturales audiovisuales y las creativas.
En contraste, América Latina apostó por el patrimonio intangible, la artesanía, el turismo cultural y las manifestaciones de los pueblos autóctonos. No obstante, todas están limitadas dentro de la propia región debido al bajo poder adquisitivo de los pobladores para «consumir» estos bienes culturales. En respuesta, y como un recurso de subsistencia, los creadores terminan produciendo para satisfacer los gustos y preferencias de turistas foráneos.
En el caso costarricense, el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes es una institución que dentro de su planilla no cuenta con personal especializado en comercio internacional, mercadólogos o economistas culturales capaces de cuantificar el aporte de los artistas al Producto Interno Bruto.
«El quehacer cultural crea bienes y servicios, pero existe una visión que designó a nuestro sector como parte del Consejo Social del Estado, mientras que turismo sé está en el Consejo Económico. ¿Quién explica esto con razones de peso?», cuestionó Durán.
LA INTEGRACION
Según Sylvie Durán, el tratado de libre comercio no será el culpable que vayamos al despeñadero en cuanto al desarrollo cultural de la región, solo lo evidenció.
Desde su punto de vista la posibilidad de enfrentarlo es mediante la gestión cultural, que podría definirse como la administración de los bienes culturales con los instrumentos tradicionalmente usados por otras actividades productivas de un país.
Es urgente la discusión de todas las personas involucradas en el sector en temas de cultura y desarrollo, industrias culturales centroamericanas y empleo. Tenemos un atraso de 15 años y con este rezago debemos enfrentar los retos del tratado de libre comercio, sentenció.
No podemos trabajar cada uno desde su trinchera, debemos articular y buscar puntos de encuentro desde nuestras distintas manifestaciones creativas, sugirió.
Agregó que nuestro papel en la discusión sobre el impacto del libre comercio global en el quehacer cultural de América Central, dependerá de la conciencia individual, más que de una sectorial.
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