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La sexualidad femenina como derecho humano

¿Por qué tanta preocupación por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres? Tanto temor y enojo por nuestro derecho a ejercer la sexualidad de forma libre, autónoma y autoconsciente. Tanto temor y enojo por el derecho de contar con la educación sexual necesaria. No sólo aquella información básica, sino también aquellos conocimientos morales, psicológicos y culturales relativos al ejercicio libre, responsable y solidario de la sexualidad.

¿Por qué tanta preocupación por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres? Tanto temor y enojo por nuestro derecho a ejercer la sexualidad de forma libre, autónoma y autoconsciente. Tanto temor y enojo por el derecho de contar con la educación sexual necesaria. No sólo aquella información básica, sino también aquellos conocimientos morales, psicológicos y culturales relativos al ejercicio libre, responsable y solidario de la sexualidad.

¿Por qué tanta protesta contra el aborto, incluso el aborto terapéutico, legal en Costa Rica? ¿Por qué ni siquiera se le quiere nombrar? ¿Por qué hablar de una «cultura de muerte» cuando se habla del ejercicio de la sexualidad? La historia de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, en sus manifestaciones directas de discriminación, violencia y desigualdad nos pueden ayudar a entender estos temores y enojos. Recordemos que hasta hace apenas un poco más de un siglo las mujeres empiezan a luchar por el derecho a ser ciudadanas y a no ser consideradas simples objetos de intercambio, sometidas, mediante contratos matrimoniales que estaban a cargo de los hombres, a condiciones semejantes a las de la esclavitud. Todavía, casi un siglo después, las mujeres continúan demandando el derecho a la educación y al trabajo en condiciones de igualdad ante los hombres.

Recordemos que con el surgimiento de la modernidad, los nuevos valores universales de libertad, igualdad y fraternidad, impulsados por la Revolución Francesa, surgieron en condiciones altamente contradictorias, donde las mujeres, los pobres y los extranjeros se mantuvieron, durante casi dos siglos más, excluidos de esta universalidad. Experiencia que ha implicado una cultura de muerte, mediante la exclusión del espacio público, la discriminación sistemática y la violencia brutal ejercida, tanto dentro del ámbito privado como fuera de éste, contra las mujeres.

Recordemos que después del histórico logro del derecho al voto en 1948, las mujeres costarricenses tuvimos que esperar casi medio siglo para que las primeras leyes específicas en favor de los derechos de las mujeres se hicieran realidad. Por esto no nos extraña que los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, el derecho a una anticoncepción segura y eficaz y el tema del aborto provoquen todavía un rechazo tan extremo como el que hemos vivido durante los últimos días en nuestro país. Recordemos que el aborto en toda su amplitud es legal en la mayoría de los países desarrollados, desde los países europeos hasta Estados Unidos y Canadá. Estados nacionales soberanos, que por esta razón no podrían denominarse bárbaros, incivilizados o asesinos. De los tres temas en discusión, el ejercicio libre y responsable de la sexualidad, el control de la natalidad y el aborto, es éste último el más espinoso. No obstante, creo que la discusión al respecto debe darse dentro del mayor respeto posible hacia las diversas posiciones que existen. Primero, debe quedar claro que el aborto en Costa Rica no siempre es un delito. El aborto terapéutico es un derecho civil de las mujeres otorgado por el Estado costarricense. Lo cual significa una despenalización parcial del aborto. ¿Por qué entonces deslegitimar un calendario conmemorativo de los derechos de las mujeres en el que se nombra la penalización y despenalización del aborto como experiencias históricas en discusión actual? ¿Por qué intentar silenciar las opiniones divergentes que proponen discutir el tema?

  • Roxana Hidalgo Xirinachs
  • Opinión
Violence
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