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Anuncian tiempos difíciles para el país

Critican intromisión de la Sala Constitucional en decisión que le correspondía a la Asamblea Legislativa.

Critican intromisión de la Sala Constitucional en decisión que le correspondía a la Asamblea Legislativa.

El exmandatario Luis Alberto Monge Álvarez prevé cosas muy malas para el país si llega a la presidencia Óscar Arias Sánchez.
El arrinconamiento que han sufrido en los últimos 15 años los sectores  populares, los escándalos por corrupción y la decisión de la Sala Constitucional de permitir la reelección presidencial, «están creando una  efervescencia, una impaciencia y una inconformidad en Costa Rica como no lo había visto antes, salvo en los años precursores a 1948», aseguró el exmandatario Luis Alberto Monge Álvarez.

Aquí ha habido «una política de demolición de la clase media – prácticamente un destripamiento- y una política de acorralamiento de los sectores populares», dijo el expresidente Monge Álvarez (1982-1986), durante la conferencia «Desafíos de la democracia en Costa Rica» que impartió en la Universidad de Costa Rica.

La charla la ofreció el pasado 23 de mayo en el auditorio de la Facultad de Derecho, en donde fue el orador principal de una actividad organizada por la Rectoría y el Posgrado Centroamericano en Ciencias Políticas.
 

Como comentaristas de la exposición de Monge estuvieron Juan Manuel Villasuso, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas; Mauro Murillo, experto en derecho público; y Rodrigo Madrigal Nieto, presidente de la Fundación para la Paz y la Democracia. La moderadora fue la rectora de la UCR, Yamileth González.

Todos también coincidieron en que la eventual ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) Estados Unidos es un elemento que contribuye a agitar más el ambiente social, económico y político, durante los meses venideros, de cara a las elecciones nacionales de febrero próximo.

El director de la Maestría -Alberto Cortés- explicó que la conferencia se inscribe en una línea de trabajo académico que busca abrir espacios de reflexión acerca de la realidad nacional, «en un momento de gran intensidad política y social de nuestro país».

Cortés destacó que «hoy más que nunca adquiere sentido aquella expresión de que vivimos un momento histórico, en tanto que posiblemente en este periodo se tomen decisiones que definirán el presente y futuro de muchas generaciones de costarricenses y centroamericanos».

La rectora Yamileth González dijo por su parte que para discutir el TLC hay que tener conciencia clara de lo que significan «los valores políticos con los que se construimos nuestra ciudadanía y nuestra identidad».

Debemos -agregó- pensar en la democracia en un momento de división política a solo un año de las elecciones presidenciales, en un momento en que se siente una gran desesperanza y la desilusión brota por todos los rincones, en un momento de confusión, de extrañeza, en la que tres expresidentes de la república se encuentran cuestionados y que se habla de un aumento sensible de la pobreza, la inseguridad, y la corrupción.

La Rectora advirtió que «el TLC implica cambios profundos y por eso no podemos permanecer al margen de la discusión y de las decisiones. Por eso debemos preocuparnos de un tratado que traerá cambios profundos en todas las áreas».



DESCARRILAMIENTO



En su alocución, el exmandatario Monge Álvarez lamentó el «descarrilamiento» experimentado por el país en los últimos 15 años, como producto del abandono de las políticas sociales y el consecuente incremento de la pobreza.

Recordó que durante las primeras décadas de la segunda mitad del siglo pasado, Costa Rica hizo grandes progresos en la guerra contra la pobreza; pero luego los índices en este campo se estancaron e incluso retrocedieron.

«La clase media – puntualizó- ha sido prácticamente destrozada en los últimos 18 años. Me he encontrado empleados bancarios vendiendo tiliches, como cuando se cerró el Banco Anglo, por ejemplo. La clase media rural, la de los pequeños y medianos productores, ha sido destripada».

Monge Álvarez -quien se mantiene aún dentro de las filas del Partido Liberación Nacional (PLN)- objetó los errores en que incurrieron los gobiernos de los últimos años, al conformar sus gabinetes con predominio de personas vinculadas al mundo de los negocios y las finanzas.

En lo que llamó «confusiones», precisó que en estas prácticas los funcionarios no supieron deslindar entre lo que eran negocios personales y los intereses del país, lo cual trajo como consecuencia «una corrupción escandalosa».

Añadió que «yo creo mucho en el aporte de los empresarios que como tales pueden hacer, aconsejando a los que tenemos instrumentos de poder político en nuestras manos, llámense diputados, expresidentes de la república, o ministros. No es que piense que los empresarios no tengan nada que hacer con el gobierno. Son necesarios y es muy importante que colaboren». El problema viene cuando se mezclan estos intereses, indicó.

Para Monge, «este fenómeno ha producido un daño muy grande a la democracia costarricense. Algunos dicen que la corrupción es consustancial a la democracia y eso es falso. Las dictaduras son más corruptas que las democracias; lo que pasa es que en ellas no se puede denunciar, porque quien lo hace lo mandan a la cárcel o a matar».

En su opinión, el daño está en abandonar la lucha contra la pobreza, el desempleo, la falta de vivienda y otras necesidades vitales de la población, y no acertar en las fórmulas para incrementar la riqueza, y la producción. Al palpar esto el pueblo, empezó a sentir desilusión de las cúpulas políticas, del parlamento, y poco a poco abarcó al Poder Ejecutivo, y a los órganos de las instituciones descentralizadas.

En este sentido, detalló que las encuestas hablan desde hace varios años, de cómo las personas han perdido fe en todos los estratos del poder político, y esto se ha reflejado en las últimas campañas electorales, mediante mucha desidia, frialdad y abstencionismo. «Esto es muy preocupante, porque en las últimas campañas hubo altos índices de un abstencionismo no presentado en Costa Rica en muchos años, y amenaza con volverse a manifestar en esta campaña, que tiene una atmósfera todavía más enrarecida y alguna gente no quiere saber ni hablar nada de ella».

Monge comentó que los cuestionamientos habían alcanzado también al Poder Judicial, pero «no al punto a que llegaron luego de este hecho insólito de la Sala IV, con su fallo del 3 de abril del 2003, porque es de una gran mayoría de los ciudadanos conocido, que algunos dirigentes políticos querían que regresara la reelección presidencial».

Su alusión se refería al polémico fallo de la Sala Constitucional, que en esa fecha autorizó la reelección presidencial, gestada por simpatizantes del exmandatario Óscar Arias Sánchez (1986-1990).



REELECCIÓN NO



Con tono vehemente, Monge Álvarez cuestionó la decisión de la Sala IV, que desde su punto de vista equivalió a un golpe de Estado, a una ruptura del orden constitucional; incluso lo llamó en un artículo que publicó «un bazucazo judicial».

Al hacer un recuento de dicha gestión por parte de algunos dirigentes políticos, recordó que lo intentaron primero por la vía correcta: la Asamblea Legislativa, y no consiguieron los votos para que se discutiera; luego lo llevaron a la Sala IV, en donde rechazaron el recurso, a pesar de «presiones notorias y escandalosas».

En el 2002 volvieron con una campaña en la Asamblea Legislativa, en la cual hicieron sondeos y como vieron que no tenían los votos necesarios, «se volvieron a lanzar sobre la Sala IV con sus presiones, y aprovecharon que hubo dos nuevos nombramientos en esa sala; y pasando esta por encima del fallo que ya había  dado en el 2000, acuerda por 5 a 2 que se restablezca la reelección quitada en 1969 por la Asamblea Legislativa».

«En los últimos días ha habido nuevas confrontaciones y ataques virulentos contra mí, pero no he visto por ningún lado que se rebata el argumento central, de que la Constitución Política solo a través de sus artículos 195 y 196 puede ser reformado en la Asamblea Legislativa», alegó.

El exmandatario reclamó que a raíz de las declaraciones recientes de algunos grupos cívicos, se ha dicho que yo soy el inspirador de la violencia en Costa Rica. «Si hay una persona que no es violenta soy yo. Este es un pueblo enamorado de la paz y está dispuesto a recurrir a métodos no pacíficos cuando le arrebatan derechos fundamentales, como los ocurridos en la historia de nuestro país».

«Como lo dije en un artículo al que he hecho mención, la violencia engendra violencia, y esta comenzó después de abril del 2003. Ese día comenzó un acto de violencia tremenda contra el sistema institucional del país. Yo digo que hay una vía pacífica para retornar al orden constitucional, y es impedir que el candidato que se postula desafiando el artículo 132 constitucional llegue al poder; es decir, que no se vote por él (Óscar Arias) y así no se consolida».

El economista Juan Manuel Villasuso, por su parte, ratificó lo dicho por Monge en cuanto al desmantelamiento de la lucha contra la pobreza y el deterioro socioeconómico, lo cual ha socavado el estado social de derecho.

«Hoy a pesar de que se ha seguido un modelo basado en el consenso de Washington, que promueve las exportaciones y el crecimiento económico, este no nos garantiza un marco de estabilidad mejor que el de hace quince años», criticó.

En términos de crecimiento económico, lo que prevalece es una gran inestabilidad;  no se genera empleo y la tasa desempleo pasó de 5.2% en el 2000 a 6.5% el año pasado. Lo más preocupante es la concentración de la riqueza, con lo cual la brecha social se hace cada vez mayor. Este modelo de desarrollo beneficia a los grupos más poderosos, y con toda claridad se sabe quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores: la clase media y los sectores populares, expuso el investigador.

Pero, dentro de este modelo y ante el debilitamiento del Estado, surgen otros factores más graves, al consolidarse unos pocos grupos económicamente fuertes, mediante el acaparamiento también del poder político y de los medios de comunicación.

Lo anterior -añadió-, «nos conduce irremediablemente hacia una dictadura de las oligarquías, de los grupos económicos, que son los que imponen su voluntad».

La situación -a su entender- se vuelve aun más preocupante cuando «se observa que ese poder se mete en los intersticios más delicados y profundos de nuestro sistema jurídico: en las entrañas mismas del Poder Judicial, y es capaz de influir en las decisiones que toma la Sala Constitucional».

Para él, estos grupos que tienen el poder levantan una nueva bandera, por medio de la cual quieren -de manera definitiva- garantizarse que no van a perder ese poder: la aprobación del TLC, el cual si bien no tendrá el rango jurídico de la Constitución, estará por encima de todo el marco legal costarricense y no podrá ser modificado por la Asamblea Legislativa.

Villasuso enfatizó en que este TLC lo que menos tiene es de comercio y no va a cambiar sustancialmente el régimen comercial con Estados Unidos, aunque sí lo hará con el marco institucional y el modelo de desarrollo del país.

Mientras tanto, Rodrigo Madrigal Nieto se quejó porque la discusión sobre el TLC «ni siquiera nos ha permitido buscar nuevas fórmulas para manejar nuestras instituciones».

Al referirse al tema de la decisión judicial de permitir la reelección, planteó como un peligro que el Poder Judicial termine por convertirse en un órgano auxiliar del Poder Ejecutivo.



Monge:

La violencia genera violencia

El expresidente Luis Alberto Monge Álvarez respondió así a algunas preguntas que le hizo este Semanario:



Usted de alguna manera apoyó la proclama de la Comisión de Enlace, para desconocer un eventual triunfo presidencial e Óscar Arias ¿Qué reacciones ha recibido de este hecho?



-La proclama de ellos se fundamenta mucho en la denuncia que yo hice el 11 de abril del 2003, en el sentido de que había ocurrido un hecho muy grave, al modificar (fallo sobre reelección presidencial) la Sala IV la Constitución; eso equivalió a un golpe de Estado o a un rompimiento del orden constitucional. En esa misma declaración digo que no acepto esta reforma a la Constitución. He hecho otras declaraciones y una de ellas fue el 26 de enero pasada -la cual desgraciadamente nunca se publicó completa-; allí dije cosas muy duras en cuanto a que es imposible aceptar pasivamente esta situación, y ahora salen a decir que yo soy uno de los que amenazan con violencia. La violencia comenzó el 3 de abril del 2003, con ese fallo increíble de la Sala IV, y lo dije hace unos días en un artículo: la violencia genera violencia.



¿Ha recibido al respecto alguna reacción directa del expresidente Óscar Arias?



-Originalmente hicieron declaraciones de que solo yo pensaba así y como es tal el poderío de los grupos económicos que están detrás de esto, por muchos meses pareció que yo estaba solo. Lo que ellos hacen es poner a una serie de periodistas a insultarme; pero, todavía no han presentado una argumentación fuerte para asegurar que un tribunal puede reformar la Constitución Política. Dicen que lo mío es revanchismo político contra Óscar Arias, pero mi posición afecta por igual a cualquier expresidente.
¿Piensa apoyar a algún candidato presidencial o se mantendrá neutral?



-No creo en el abstencionismo. He estado diciendo desde hace mucho, que en este momento lo único que sé es por quién no voy a votar, pues yo no voto por un candidato que está desafiando la Constitución Política. Creo que para enderezar el rumbo tan equivocado que ha tomado el país desde hace tres lustros (15 años) para acá, tenemos que ir a votar; aún no he decidido por quién, pero voy a hacerlo, porque creo que debiéramos utilizar el voto en febrero, para evitar que el golpe de Estado se consolide.



Se ha rumorado que usted apoyaría a José Miguel Corrales. ¿Qué hay de cierto en este rumor?



-Aún no lo he definido. Tengo muchos vínculos con la gente de Antonio Álvarez Desanti, pero no voy a decir todavía si lo apoyaré. Sí voy a votar y sí voy a anunciar después por quién votaré.



Mauro Murillo:

«Sala IV se apeó la reforma»

Para el jurista Mauro Murillo, «lo que la Sala IV hace es transformar un tema que es de fondo, en un tema de forma, para poderse meter por su propia ley y decir: lo que estoy haciendo es un control de procedimiento».

Así opinó el experto en derecho público, al analizar durante la conferencia «Desafíos actuales de la democracia en Costa Rica», las circunstancias en que la Sala Constitucional aprobó en el 2003 la reelección presidencial.

Murillo explicó que la Constitución Política del país puede ser cambiada mediante una reforma parcial o una general (Asamblea Nacional Constituyente). Cuando la Asamblea Legislativa prohibió en 1969 la reelección, fue una reforma parcial.

«Si ahora quería echarse eso atrás, entonces se llamaba modificación otra vez a la Constitución y le hubiera correspondido a la Asamblea Legislativa hacerlo. Sin embargo, es la Sala IV la que se apea la reforma constitucional», puntualizó.

Esa Sala -recordó- adujo que cuando hay una reforma (como la de 1969) que disminuye los derechos humanos, no cabía hacerlo por medio de una reforma parcial.

Las reformas parciales se rigen por procedimientos que establece el artículo 195 constitucional y este «en ningún momento dice que no se podrán hacer cambios si se toca la médula ósea de nuestro pueblo o cosas parecidas».

«La Sala a lo que alude es a un cuento que se llama normas pétreas. Las normas pétreas supone que habría en la Constitución algunas cosas que no pueden ser variadas; entonces, el derecho a reelección no podía ser fallado por la Asamblea Legislativa» .

Murillo alegó que la Constitución no tiene incorporadas de manera explícita estas normas y solo la Sala IV las ha visto. Estas normas no pueden existir, porque «en el momento en que admitamos normas pétreas, lo que estamos diciendo lisa y llanamente es que hay cosas que están por encima de la Constitución».

De acuerdo con el experto, «en este caso no se puede elaborar principios constitucionales para contradecir la Constitución; esto es absurdo totalmente. Pero, esta no es la primera vez que la Sala IV lo hace. No es la primera vez que esta sala elabora principios constitucionales para apearse la Constitución misma».

  • Eduardo Ramírez 
  • País
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