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Brevísimo regreso de Sibelius

La obra solo se presentará entre el jueves 30 de junio y el domingo 3 de julio, en una minitemporada del Teatro 1887 en el CENAC

La obra solo se presentará entre el jueves 30 de junio y el domingo 3 de julio, en una minitemporada del Teatro 1887 en el CENAC
Alfredo (primer plano) y Carlos Catania en una escena de Sibelius, que se caracteriza por la profundidad de sus diálogos.
Con temas trascendentales como el amor, el odio, la soledad, la nostalgia y la muerte regresa a los escenarios costarricenses Sibelius, obra original de Carlos Catania y que será presentada a partir de este jueves y hasta el domingo en cuatro funciones especiales en el Teatro 1887, a las ocho de la noche.

La pieza, presentada en tres oportunidades en diciembre pasado, y en los festivales internacional y nacional de las artes, despertó el aplauso de los espectadores y de la crítica.

Dirigida y actuada por Carlos Catania junto a su hermano Alfredo,  Sibelius cumple con aquello que solía repetir en sus días de reportero José Martí, de lo que debía ser un buen periódico y en este caso una buena obra: educa, entretiene e informa.

Sibelius vuelve a escena gracias a los oficios de Guido Sáenz, desde el Ministerio de Cultura, Luis Fernando Gómez, director de la Compañía Nacional de Teatro y a la empresa TACA, que facilitó la movilización de Carlos Catania desde Argentina a Costa Rica.

El montaje empezó a gestarse en Santa Fe, Argentina, donde actualmente reside Carlos Catania, y se concluyó en Costa Rica con los reiterados ensayos previos al estreno.

«Nuestro propósito es concluir la temporada tan corta que tuvimos el año pasado, porque la obra gustó mucho al público y las tres presentaciones que hicimos fueron a sala llena», dijo Carlos Catania.

El autor de Las varonesas expresó que en Sibelius se encuentran «Dos concepciones de la existencia, representados por Sebastián, un escritor en soledad y Ulises, un marino que ha surcado los mares del planeta».

A ambos, agregó, los une un pasado común de su niñez, de sus sueños y los dos están marcados por una tragedia familiar inconclusa en sus vidas.

«Cada vez que el marino visita a su hermano nunca aluden a esa tragedia, pero en este viaje, después de cinco años de ausencia, los resabios de aquel recuerdo reprimido adquieren presencia y la verdad surge inquietante y ambigua».

Con actuaciones de calidad y diálogos enriquecedores, Sibelius atrapa al espectador y lo lleva por el mundo de sus personajes, que se mueven entre el afecto y la repulsión, la intriga y su propia individualidad.

«Los hermanos están encadenados a sus problemas particulares y parecen ignorar las realidades colectivas que les rodean. De esta forma, los sentimientos afloran y aparecen las ilusiones, las mentiras, las culpas, las ambiciones y los resentimientos».

Catania consideró que uno de los rasgos que fortalecen a Sibelius es que las situaciones que viven los personajes si bien son particulares en el contexto de la obra, se pueden extrapolar a la vida en general y ahí es donde la pieza logra su acercamiento a la universalidad de lo humano.

Quienes hayan leído Capitán de Altura, de Jorge Amado, podrán encontrar algunas similitudes entre la obra de los Catania y el gran escritor brasileño, situación que suele ocurrir en la literatura, precisó el director.

Catania, quien residió durante 20 años en Costa Rica, presenta junto a su hermano Alfredo una obra que hasta ahora solo ha generado comentarios positivos, por la profundidad con que se tratan los temas de la existencia y por la calidad de las actuaciones.

El crítico de teatro de este periódico Fernando Vinocour, así se refirió a la pieza: «…Sibelius representa y recoge lo mejor de la propuesta teatral que han desarrollado los Catania durante su vida en los escenarios».

En su columna, de Cara a la ventana, del 26 de mayo, Vinocour apunta que el montaje se distingue por los «elementos estéticos y éticos muy concretos que lo atraviesan», como son «la magia, el misterio, el juego teatral de la obra y el tratamiento de la dirección».

«La propuesta se basa en una economía espacial de los elementos, casi hasta un minimalismo, austeridad muy propia de una tendencia que tiene su raigambre en el teatro independiente, en el grupo de los 21 en el que participaban en Argentina».

Tanto Carlos como Alfredo fueron partícipes de la época de oro del teatro costarricense, que se dio entre los finales de los sesentas y principios de los ochenta.

«La obra maneja un nivel poético o metafórico que nos remite a un campo asociativo, de escenas claves, mitológicas en nuestra vida, la infancia, el pasado familiar, la realización personal como suma de elecciones, de los actos vitales y el peso de las experiencias vividas», resalta Vinocour.

Así que a partir de este jueves usted tendrá la excelente ocasión de apreciar el brevísimo regreso del Sibelius, que de inmediato volverá a surcar la inmensidad de los mares al mando del insigne Capitán de Altura que es Ulises.

  • Jose Eduardo Mora 
  • Cultura
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